ARTÍCULOS SIETELUCES: LOS QUE CONVIERTEN EL MUNDO EN UN VALLE DE LÁGRIMAS

El multiverso de la imaginación XII



Los que convierten el mundo en un valle de lágrimas

José Antonio Iniesta

Aunque gran parte de los humanos quisiéramos vivir una vida plácida y contemplativa, unos observando el crecimiento de los rosales y otros sacándole brillo a la barra de una cafetería, muchos en la actitud mística de mirar hacia adentro y una gran mayoría esperando a ver cómo una pelota se cuela dentro de cualquier ángulo de una portería, la verdad es que la vida nos empuja a cada momento a hacer saltos de trapecismo, afrontando duras pruebas y teniendo que soportar al tonto de turno, que los hay por todas partes, en manadas, a destajo, en muchedumbre incontenible. Es como si la existencia fuera una prueba de atletismo para ganar las olimpiadas desde el primer momento en el que salimos del vientre de nuestra madre hasta que nos morimos.

Tanto desafío de lo innombrable nos crea la sensación de que somos guerreros de una batalla constante, inacabable, que empieza con el clarear del alba y alcanza la tregua cuando se acuesta Lorenzo y se levanta Catalina, se nos va la luz del sol y aparecen los rayos plateados de la luna en la noche. Y todo ello para que cuando amanezca vuelva a empezar la misma retahíla de improperios, de meteduras de pata, de subterfugios para no hacer nada, de tantos y tantos que no hacen más que amargarle la vida a los otros, a veces con ese empecinamiento de meter el dedo índice de la mano derecha, o de la izquierda si es zurdo, en el ojo a todo hijo de vecino, a todo quisque viviente que aparezca en el horizonte invisible de estos salteadores de caminos que van por cualquier calle empeñados en amargarle la vida a todo aquel con el que se encuentren.

Y de ahí, en escala evolutiva, en progresión ascendente, la ralea de perseguidores, maleantes, delincuentes, violadores, pederastas, genocidas, los de dedo fácil que amenazan con arrojar bombas atómicas sobre un país que está habitado por seres humanos con hijos, nietos y una larga prole que quiere vivir en paz sin que nadie ponga en peligro su vida extendiendo radioactividad por todo el planeta, que no hará más que matar a seres humanos y provocar mutaciones a los que queden vivos.

¿Es que no hay forma alguna de que estos degenerados se vayan de una vez por todas a una dimensión paralela, esa mínima proporción de indecentes, fanáticos, asesinos en serie, terroristas y malvados de película, pero que recorren nuestras calles todos los días? Con lo felices que serían todos aquellos de la fe del carbonero, los hijos e hijas de la Tierra, los que bastante tienen con calentarse la cabeza y doblar los riñones todos los días para ganarse el chusco con el que comer y dar de comer a sus hijos?

Pero para qué buscar utopías que no existen si, encima, todos los peores, los más insanos, los que van sembrando miseria y caos a su paso, son los que tienen las riendas del poder, los que controlan las grandes multinacionales, los bancos, el dinero blanqueado y el que está por blanquearse, el conjunto de las élites que están viciadas desde su origen y mueven los hilos de la gigantesca telaraña que lo abarca todo: los recursos y las necesidades, el control de los que se mueven y los que se quedan parados, las materias primas, los medios de comunicación y hasta el mismísimo espíritu si nos lo pudieran arrancar para envasarlo y venderlo en los supermercados de barrio y en las grandes superficies, y a saldo, si hiciera falta, que para ellos no hay más sustento necesario que la materia, en este culto horrible al “tanto tienes, tanto vales”…

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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.