«EL INDIO PIJAO DE ORO» DESDE SU RESGUARDO LE COMPONE AL CONFLICTO

‘El indio pijao de oro’ desde su resguardo le compone al conflicto



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José Claudio Payán Valderrama canta corridos como si fuera un miembro Los Tigres del Norte, de México y viive en una humilde finca del resguardo indígena de San Antonio de Calarma (Tolima).
‘El indio pijao de oro’ vive en el resguardo indígena de San Antonio de Calarma (Tolima) donde el azadón es la principal herramienta de trabajo y las casas están a lomas de distancia una de otra. Junto con otras 30 familias descendientes de los indígenas pijaos que conservan la piel morera, la nariz ancha y el pie arqueado de sus antepasados. «Tengo mi sangre guerrera y quisiera pintarle un indio a mi guitarra, una credencial que diga que sí soy de verdad, aunque eso está en el pecho de uno y los represento donde vaya», dice Payán.

Recuerda que cuando su papá jornaleaba, él y sus nueve hermanos jugaban a ser borrachos que andaban a caballo y pagaban con hojas de café como si fueran billetes. Tres días a la semana una maestra les enseñaba, porque no había colegio. Después a  jornalear.

Ya adulto tuvo mucho del licor con el que soñaba de niño, como él lo reconoce, y trabajó en otros pueblos como Rovira y Santa Isabel y  otras zonas como la costa Caribe y Caquetá. «Me fui con la idea de trabajar raspando coca, pero era mal trabajador  porque no me rendía, así que me dediqué a sembrar fríjol, yuca y plátano. Cultivaba solo, así que comencé a componer música para hacerme compañía».

Su vida cambió a los 17 años, cuando la recompensa por una semana de trabajo fue una guitarra. No sabía cómo tocarla, pero unos tragos en la cabeza le dieron el valor para componer Fiesta del monte, canción que lo lanzó al escenario del parque de Rovira.

Era la primera vez que cambiaba el rastrillo, su tradicional herramienta de trabajo, por un micrófono y lo apretó con ganas de romperlo hasta que escuchó los aplausos de las 3.000 personas que estaban en el parque. Le pidieron que repitiera y él
recuerda que cantó seis veces el mismo tema. «Estaba copetón, me subí y dije para qué soy bueno, nunca escribí la letra y nunca la olvidé, la había cantado un par de veces en la escuela y el alcalde me había escuchado, como que le gustó y pensé ‘a mí no me gusta que un artista cante las de otro, si  ellos son capaces porque yo no, así que compuse más'», dice.

Su premio fue un cartón de aguardiente, dos petacos de cerveza, 120.000 pesos, un pantalón, una camisa, unas botas y una guitarra. «Ese regalito me llevó a aprender, aunque todavía no sé tocar pero compongo tan bien que la gente cree que no lo hago yo».

La voz del campo

A sus 58 años, ‘El Indio Pijao de Oro’ ya no tiene dientes. Ese no es impedimento para cantar alguna de las 65 canciones de su autoría y para recibir el cariño de las personas que lo saludan en la calle o en el monte con un fuerte grito:»¡Buenas, Indio de
oro!».

«Me compuso un tema que habla sobre mi vida y sobre el origen del resguardo, aunque la gente piense que no son de él, a mí me consta», dice José Díaz, fundador de la comunidad. «Para mí es más trabajoso inventarme un chisme que una canción, compongo de un día para otro. No me queda grande, nunca las escribo y las mejoro con los años», afirma Payán.

Ahora combina su jornal diario con sus presentaciones en diferentes pueblos. Viaja con sus pantaneras, su sombrero campesino y su ruana de lado. Cuando la cosa se
pone dura para cultivar el campo, él sabe que puede ganar plata en las tarimas y las busca.

Siempre prepara tres canciones en las que, como todas las demás de su repertorio, cuenta los momentos de la vida colombiana que lo han marcado.

El tema que más reconoce su público es un corrido que les compuso a los cocaleros del Caquetá, en el 98, época en la que raspaba coca y vivió un paro armado que duró tres meses. Como no quería correr la suerte de la gente que por huir se enfermaba en los  ríos o de las personas que eran devueltas por la guerrilla, se dedicó a cantar. «Todos eran cocaleros y no se ofendían, me daban trago y obtuve el segundo puesto de un concurso. Me
dieron un bulto de abono, un coco, un machete y un par de botas»,
cuenta.

Con sus letras, ‘El Indio Pijao de oro’, como lo apodó su público, quiere recordar los momentos que marcaron la historia del país para que su pueblo tenga memoria. «La guerrilla me dijo que le compusiera  un tema, pero pensé que ahí si me jodían a mi, me negué  y él guerrillero me dijo: usted es un berraco».

Así, ‘El indio Pijao de oro’ convierte crónicas rojas en canción y representa a su resguardo en las fiestas de los pueblos. Cuando está en su casa se dedica a sembrar desde las 5:30 a.m. sin abandonar su guitarra que, remendada con calcomanías de marcas de  accesorios para carros, es testigo de sus historias, porque para ‘El indio Pijao  de oro’, ese instrumento algún día lo hará una estrella.
Sobre la zona
El primer cabildo de San Antonio de Calarma (Tolima) se ubicó en Llano grande, en 1984 y el resguardo indígena se creó en el 2.000. Está conformado por 3.000 indígenas pijaos que han perdido sus costumbres porque se han dedicado a labores de campo como
sembrar café, plátano y achira. Lo empezaron 12 familias lideradas por el indio José de Asencio y, actualmente, el resguardo recibe apoyo del programa ADAM Usaid (Areas de Desarrollo Alternativo Municipal).  «Quince años atrás en San Antonio se  manejaban 2.000 millones de pesos semanalmente, había mucha muerte, picaban a la gente a machete cuando la guerrilla hacía limpieza», dice Heriberto Bustos,miembro del resguardo.

Letra de Cocaleros

El día 4 de julio, del año 98
me vine pal’ Caquetá
disque pa’ conocer la coca
me vine pal’ Caquetá
disque pa’ conocer la coca.
Es una planta muy mala
Por la que muchos han delinquido
allí conocí la pasta,
que compra el pueblo unido
es una tierra coquera
porque así cesa su existir
si todo se lo han gastado
pues nada va ha conseguir.
Yo vengo del Tolima
no es una tierra de trama
hay gente de gran valor
y también de mucha fama.

MARGARITA BARRERO FANDIÑO

CULTURA Y ENTRETENIMIENTO

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.