ARTÍCULOS SIETELUCES: EL NIÑO INTERIOR QUE JUEGA CON UN CERVATILLO

El multiverso de la imaginación XIV



El niño interior que juega con un cervatillo

José Antonio Iniesta

Siempre creo que conservo mi niño interior, hasta que se me pone una mala uva viendo lo que está sucediendo en el mundo y entonces parece que se acurruca o sale corriendo, así que lo amanso todo lo que puedo, le río con soltura y hasta, de vez en cuando, le canto una nana. Pero es difícil, a veces casi imposible, conservar el alma tierna que nos llevó a tener los mejores sueños, a envolverlos en papel de regalo y tenerlos en lo más alto de una estantería para cuando llegue el momento.

El mundo se vuelve turbio por momentos, suenan a cada instante en muchos lugares las sirenas que avisan que hay dragones con dos piernas y corbata que van recorriendo el mundo con misiles bajo el brazo y una bomba atómica en la entrepierna. Y esto, dicho así, como de broma, no me suena más que a tragedia, a probabilidad de futuro negro por más alegría de la huerta que haya sido toda mi santa vida.

Por eso cojo un poco de algodón en rama, de manzana acaramelada, que me compraban mis padres en la feria, y sueño con irme a un paisaje de ensueño para jugar con un ciervo, y hasta hablar con él, que en el mundo de la imaginación cabe todo, hasta que de vez en cuando se nos cuele una pesadilla que nos amargue el día.

Qué suerte tengo con imaginar de forma tan certera que vuelvo a ser un niño, con mi misma cara, y tengo como amigo de compañía a un cervatillo que me comprende más que el 99’9 por ciento de la población humana, pues me parece a mí que los seres de este fascinante planeta están olvidando el lenguaje de los soñadores, de los que escriben poemas, de los que piensan que otro mundo es posible. A veces creo que van a crear manicomios con nidos de ametralladora en la puerta para encerrar a los que quieren sembrar semillas de esperanza, convertidos para ellos en prófugos de una justicia divina que han creado a su medida, rebeldes sin causa que hay que meter en vereda, revolucionarios peligrosos que no hacen más que levantar polvareda. Pero bueno, mientras quede aliente, el teclado de un ordenador y esta bendita pantalla, seguiré escribiendo lo que se me antoje y me dé la gana, que siempre será un pasquín invisible y flotante volando por los aires para encontrar alguna conciencia despierta que sea capaz de entenderme.

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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.