En Mono Planetario Azul.
Recuerda que todo lo que percibes forma parte de un Juego Cósmico, por lo que es importante conocer las reglas, jugar seriamente para divertirse…
Décimo día de mi onda encantada del Viento.
Acariciando el aire
X
José Antonio Iniesta
Luna Galáctica
El caminante se pregunta qué acertijo encierra la disposición de las dunas de un desierto, las aljumas del árbol centenario, las ondas plateadas del mar en la lejanía. ¿Acaso podría ser tanta belleza y armonía el fruto del caos y un desperdicio de energía y voluntad? ¿Puede la naturaleza, el Orden Cósmico, entregar sus planos holográficos al desdén y a la casualidad?
Sabe en lo más profundo de su ser que no es así, que todo responde a una intención precisa, y recuerda que él, y todo cuanto le rodea, forman parte de un gran Juego Cósmico basado en el aprendizaje, en la oportunidad de que la Creación se diversifique constantemente.
Donde termina la tierra y comienza el cielo
los maestros sonríen
y su dentadura brilla como un lucero.
Es una carcajada grandiosa
cada tormenta solar que estremece el Firmamento.
El reino de la alegría
se manifiesta
en la música de las esferas.
No son los caminos del espíritu laberintos donde atrapar a los incautos viajeros, sino artificios de la mente para que ésta se expanda y se libere. No es el horizonte de la dicha un lugar al que nadie llega, sino el paraíso certero que a todos nos espera. Allí los relojes no marcan las horas, porque el Tiempo no existe.
¿No es acaso el más hermoso sonido el de la risa de los niños?
El viajero se detiene a las puertas del templo y asiente al juego que los símbolos reflejan en sus paredes. En los arabescos que su cerebro traza juega la mente colectiva a la que pertenece.
En un rincón de un puente colgante contempla a los niños, entretenidos en el juego de la oca, y se sonríe para sus adentros, consciente de la gran labor de los iniciados del pasado.
De oca en oca y tiro porque me toca. Y esa espiral de cielos e infiernos, de ventanas abiertas y de cárceles y pozos siniestros, es la misma con la que ahora se encuentra en el eterno sendero de la vida. Bendito es el tropezón que permite vislumbrar de cerca el suelo, para luego levantar la vista. Bienvenido sea el muro que nos impide el paso, que nos anima a encontrar un recurso para evitarlo. Alabado sea el cántico de las criaturas, después de escuchar tanto tiempo el chirrido de las máquinas.
Un cruce de caminos es un mandala,
un trozo de nube el código numérico en el que se manifiesta el agua.
Un callejón sin salida es una oportunidad única para dar la vuelta,
un golpe en la frente a tiempo
nos ayuda a evitar una caída más dura.
Juega el Tiempo a ver si realmente descubrimos que no caduca, y se entretiene el árbol en mostrarnos la adivinanza de su cuerpo convertido en eje del mundo. ¿Dónde están los pies y dónde la cabeza? Trazan enigmas las líneas de una mano, la forma de una oreja, la planta de un pie, el minúsculo universo que el iris refleja.
Nos ofrece el misterio el cíclico movimiento de las notas en la espiral sagrada, el número de veces que una supuesta casualidad nos muestra que el azar no existe.
Un juego sagrado es la vida desde el principio,
que nos enseña a reconocer nuestra divinidad
sin dejar de ser humanos.
Un juego maravilloso se desarrolla cada vez que respiramos,
porque los mejores regalos no son para olvidarlos.
Un juego de iluminación es el brillo que esperamos,
capaz de disolver la oscuridad
que intenta atraparnos.
Enlace: https://www.sieteluces.com/acariciando-el-aire-x/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.