En Estrella Resonante Amarilla.
En la búsqueda de la armonía siempre hay una puerta abierta para conectar con el Cielo, donde se encuentra el maravilloso secreto de la mansedumbre.
Séptimo día de mi onda encantada del Viento.
Acariciando el aire
VII
José Antonio Iniesta
Luna Galáctica
Los ojos que buscan la Armonía la encontrarán allá donde miren, por más que un mundo en convulsión nos pueda dar a entender lo contrario.
El caminante sabe cómo la naturaleza es maestra en este oficio, cómo despliega sus espirales sagradas, su matemática precisa, para que todo responda al orden de una forma absoluta.
Aun en el aparente caos hay una fuerza inagotable que siempre recuerda el módulo armónico del equilibrio.
El que contempla las estrellas, el que acaricia los vetustos troncos de los árboles, el que oye la música de las esferas, sabe que su corazón se agita de emoción con tanta escala apacible, con tanta melodía secreta, con tanto plano invisible que va creando la memoria holográfica de todo cuanto existe.
Hasta las hojas de la más pequeña rama
conocen el código de luz
con el que abrirse camino y no amontonarse.
Saben los pétalos de las flores
cómo danzar con gracia
alrededor de los estambres.
Recuerdan las pipas del girasol
que el movimiento es de derecha a izquierda,
de izquierda a derecha.
Si uno pudiera contar adecuadamente el croar de las ranas, y cada uno de los granos de arena repartidos por la Tierra, si fuéramos capaces de dibujar los movimientos del viento, y anotar adecuadamente las gotas de lluvia, sabríamos que la memoria de todo cuanto existe responde a un propósito certero, que nada es azar, que nada es involuntario. Recuerda aquello de que el frágil movimiento de las alas de una mariposa pueda provocar un huracán en el último rincón del planeta.
Todo se enlaza sin premura alguna, con ese movimiento constante de aquello en lo que habita la vida y hasta lo que parece inerte. El amor crece sin medida, y se expresa tanto en el fulgor intenso de una estrella como en el débil brillo de una pupila.
Arriba y abajo, abajo y arriba, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, en la gran cruz cósmica de los cuatro elementos todo lo que es, siempre busca el centro.
Sabe el buscador que por algo tiene en cada mano cinco dedos,
que los copos de nieve son obras maestras de un arte de ensueño,
que hasta el salto de una pulga es un prodigio de mecánico diseño.
¿No es, acaso, el artífice de todo, el Arquitecto Supremo?
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.