LA NOCHE OSCURA DEL ALMA PRECEDE AL MÁS INIMAGINABLE DESPERTAR

La noche oscura del alma precede al más inimaginable despertar



Entrevista a Sandra Gusella. Parte 2

LA NOCHE OSCURA DEL ALMA PRECEDE AL MÁS INIMAGINABLE DESPERTAR: ENTREVISTA A SANDRA GUSELLA, PARTE 2

Sandra Gusella

Carmelo Urso: En su amoroso mensaje, Jeshua nos insta a pasar de “la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón”. En tal sentido, señala que hay cuatro etapas en ese camino:

a) Estar insatisfecho con lo que la conciencia basada en el ego tiene para ofrecernos, anhelar “algo más”: el comienzo del final.

b) Comenzar a ser conscientes de nuestras ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.

c) Permitir que mueran dentro de nosotros las viejas energías del ego, eliminando su capullo, siendo un nuevo ser: el final del final.

d) El despertar dentro de nosotros de la conciencia basada en el corazón, motivada por el amor y la libertad; ayudar a otros en la transición.

Sandra, ¿podrías comentar y analizar cada una de esas transiciones? ¿Se suceden en orden consecutivo o pueden coexistir simultáneamente? Y en lo personal, ¿en cuál de tales etapas te ubicarías en este instante presente?

Sandra Gusella: En la primer etapa comenzamos a sentirnos cansados y vacíos de repetir ciertas acciones y pensamientos que hasta el momento pasaban por nuestra consciencia sin ser cuestionados. Eran comportamientos de una consciencia basada en el ego, los cuales responden a la estrategia que el ego ofrece para ocultar la sombra interior de miedo y dolor que todos llevamos dentro. Desde el momento mismo de su concepción como una consciencia individualizada, el alma se siente separada de la Totalidad y esa escisión es el origen primordial de ese dolor. Luego las experiencias de vida a lo largo del viaje de evolución del alma, también contribuyen a generar traumas y heridas que permanecen ahí hasta ser observadas y liberadas.

El ego no resuelve esa oscuridad, lo cual sólo se logra a través de enfrentar ese vacío y recuperar la conexión con la Fuente de amor primordial. El ego trabaja en la superficie del problema reemplazando esa carencia por el reconocimiento y la aprobación de los demás. Para ello necesita controlar la realidad externa, y esto sitúa a la persona en un estado permanente de tensión y de ansiedad. Debe vigilar su entorno: su relaciones, su trabajo, etc. para que éste responda siempre a sus necesidades. Pero como a la larga es imposible sostener ese control sobre lo externo, llegado a un punto las estrategias del ego para engañarnos ya no nos conforman. Ahí es cuando entramos a esta primer etapa. Nos es imposible seguir distrayéndonos con los “dulces” que ofrece el ego y entonces comenzamos a anhelar algo más. Ahora es menester observar de frente ese dolor interior que no percibíamos directamente, sino sólo como una sombra. En esta etapa es como si entrara un aguafiestas para revelar el engaño. Empieza a tambalear la estructura artificial sobre la que hasta ahora nos sosteníamos, y eso nos hace sentir muy desorientados y confundidos.

En la segunda etapa nos encontramos cara a cara con esa oscuridad interior que hasta ahora teníamos terror de enfrentar. Es el período en el que salen a la superficie todas las emociones que antes inhibíamos. El mundo impredecible de los sentimientos y de lo intuitivo ahora desborda de los límites de contención que el ego les había establecido. Pero como aún no es claro para nosotros cuál es la verdadera solución para ese dolor que nos embarga, por un tiempo podemos llegar a deambular por el terreno de lo “no humano”. Un espacio de mucha confusión e incomprensión donde generalmente juzgamos las emociones que nos ofuscan. Todavía no comprendemos la base de miedo que hay detrás de los comportamientos que queremos cambiar. Y esa crítica de nuestras propias heridas es lo que incluso nos hiere más. Sólo cuando comprendemos que esa oscuridad no es “mala”, sino que es el resultado del miedo interior que necesita ser tratado con compasión, es cuando empezamos a serenarnos y adentrarnos más y más al reino del Amor oceánico que habíamos abandonado. Es cuando volvemos al Hogar.

En la tercera etapa comenzamos a vivir desde el corazón. Nos volvemos verdaderos creadores a partir de la total aceptación de nosotros mismos, con todos nuestros defectos y virtudes. Ya no priorizamos a los pensamientos y al deseo centrado en el ego para crear nuestra realidad, sino que damos lugar a una consciencia receptiva y alerta como fuerza impulsora. La diferencia radica en que en el primer caso “empujamos” sobre la realidad para adaptarla a nuestros deseos, mientras que del otro modo es la “intuición” quien nos “tironea” a nosotros para sugerirnos avanzar hacia un determinado destino. Crear desde el corazón es mucho más fácil y poderoso que crear desde la mente, pero requiere la inmensa fuerza de mantenerse “presente” y “centrado” para poder escuchar a los susurros del alma. Y también exige una gran “confianza” en uno mismo, ya que el faro que nos guía no es externo sino que viene de nuestro interior.

En la cuarta etapa es cuando nos conectamos con el Espíritu, ese lugar de paz y silencio interior que todo lo abarca. Este espacio Divino no puede ser captado por la mente, sólo puede ser sentido. Al experimentarlo nos sentimos absolutamente centrados y presentes, envueltos por un “silencio” indescriptible. Hay un enfoque concentrado o sintonía fina con una dimensión que es ilimitada y eterna y que se percibe como paz y amor infinito. Desde esta conexión, la dualidad y la realidad cotidiana pueden verse como algo lejano que no nos alcanza, al igual que vemos una ciudad desde un barco que se aleja en la bahía serena. Por eso es un espacio de sanación, ya que desde ahí te percibes más amplio y profundo que tu propia personalidad. Dese ahí cualquier desequilibrio o desarmonía que pudiera haber estado abrumándonos queda en la periferia, y nosotros desde el centro comprendemos la ilusión. Luego, una vez que hemos integrado esta conexión con la divinidad, de un modo neutral, sin la influencia del deseo personal, también comenzamos a ayudar a otros desde esta energía.

Como explica Jeshua en el mensaje, esta categorización del proceso en cuatro etapas no es lineal. Es un esquema que sirve de instrumento para que podamos ver una realidad que no puede ser captada por la mente. Esto significa que podemos volver a etapas anteriores y luego tomar un atajo hacia la etapa final. El proceso de cambio de consciencia es absolutamente único para cada persona. La conexión con el Espíritu no es algo que sucede una vez y para siempre. Nos conectamos y nos desconectamos, vamos y venimos del centro a la dualidad. Es por eso que yo no podría ubicarme o etiquetarme en una etapa determinada. Si bien puedo relacionar ciertas circunstancias de mi vida con las características descriptas en ciertas etapas y percibo en mí una clara evolución, no veo vallas divisorias en mi vida. Todo se mezcla como en una sopa, ¿se entiende? Conozco la experiencia de conexión con la Totalidad y generalmente me mueven los “tirones” del corazón, también veo muy lejano todo lo viejo que dejé atrás, pero sigo sintiéndome continuamente en el camino del aprendizaje y la evolución. A menudo sigo enfrentando desafíos en la arena del ego y el corazón.

Carmelo Urso: Querida Sandra, de acuerdo al testimonio de Jeshua y de otros textos metafísicos, el tiempo del ego “es una estructura externa” ajena a nuestro ser y a nuestras experiencias, fatuo intento de librar al tiempo de nuestra subjetividad. En cambio, en los altos niveles de conciencia, el tiempo sería “una noción experimental”, “esencialmente subjetiva”, vale decir, esculpida sobre el mármol de nuestras experiencias. Sandra, desde tu perspectiva personal, podrías contestarnos, ¿cómo es que el “tiempo científico y objetivo”, “el tiempo de reloj” es irreal y el “tiempo subjetivo” es el real? ¿Cómo convalidar esta noción cuando el testimonio de nuestros sentidos para clamar exactamente lo contrario?

El tiempo del ego “es una estructura externa” ajena a nuestro ser y a nuestras experiencias

Sandra Gusella: El tiempo es una magnitud física. Es decir que es una propiedad cuantificable propia de un sistema sujeto a cambio o movimiento, que se mide atribuyéndole un valor numérico en base a un patrón de medida. Con esa unidad de tiempo establecida podemos cuantificar la duración de ciertos acontecimientos. En nuestra sociedad tenemos un Sistema Internacional de unidades de medida creado y prefijado a partir de fenómenos físicos naturales. En el caso del tiempo, su unidad es el segundo, y actualmente éste se define en base a la duración de un cierto número de oscilaciones de radiación atómica. Este “segundo” actual se definió tratando de ajustarlo al “segundo histórico”, que es el que se definía en base a fenómenos astronómicos, como los movimientos de rotación o de translación de la Tierra. El cambio se hizo porque éste nuevo patrón de unidad es más preciso que el anterior.

Con esta explicación queda claro que el tiempo es una “estructura externa” ajena a nuestro ser interno y a nuestras experiencias. El tiempo es una propiedad física, y el sistema de unidades es una herramienta “creada” para poder medirlo. Si no tuviéramos un sistema de medidas no significaría que las cosas no seguirían cambiando o moviéndose generando un “tiempo”, significa que no sabríamos cómo medir la duración de esos procesos.

En los textos espirituales frecuentemente leemos que el tiempo lineal (cuantitativo) es una ilusión, algo que evidentemente va a ser rechazado por nuestra comunidad científica. El problema en esta diferencia de opiniones es que el marco conceptual no es el mismo. Uno se enfoca sólo en la realidad física y el otro se expande más allá hacia otras dimensiones. Obviamente que más allá de los límites de esta realidad, el tiempo definido en base a estos fenómenos físicos que allá no existen es sólo una ilusión, algo que no es real. El tiempo es una propiedad de los sistemas donde hay cambio o movimiento. En la dimensión del Espíritu, donde no existe separación, diferenciación ni movimiento, en la Fuente donde no hay luz ni oscuridad ni forma alguna, es claro que el tiempo no puede existir. En física a esta dimensión se le empieza a llamar el “punto cero”. Pero mientras nos situemos en el marco de la realidad física y creamos un sistema de medidas para cuantificar la magnitud física llamada “Tiempo” que es intrínseca a esa realidad, ese tiempo “existe” mientras consideremos que “existe” esa realidad. Por lo tanto para evitar un choque de opiniones considero que es importante definir los “marcos conceptuales”.

Jeshua a través de Pamela Kribbe habla de un tiempo psicológico, subjetivo, que evidentemente no tiene ninguna relación con la unidad de medida definida en nuestra sociedad para medir el tiempo físico. El tiempo subjetivo es el “tiempo” en relación al movimiento de nuestras propias experiencias. Aquí no hay una unidad de tiempo y por lo tanto es imposible cuantificar nada. ¿Por qué los textos espirituales llaman a este “tiempo” como el verdadero o real? Simplemente porque su concepción del ser va más allá de la manifestación física; porque la vida se interpreta desde la eterna conciencia del ser y no desde el cuerpo físico temporal de una persona. Entonces, una vez que el alma se desprende de su vestimenta física, ¿cuál es el “tiempo” que para ella cuenta? Es el tiempo que la acompaña a lo largo de todo su viaje de experiencias, entrando y saliendo de una y otra realidad. Desde esta perspectiva, este tiempo subjetivo parece ser el real y el otro simplemente un artificio temporal ajeno a nosotros y sólo intrínseco a aquella realidad pasajera. De todos modos, el tiempo subjetivo no es una magnitud, no es medible, o al menos desconocemos si lo es. Es un tiempo que no es generalizado sino individual y que toma como referencia el ritmo de nuestras propias experiencias.

Este “tiempo psicológico” todos lo conocemos. Se percibe claramente cuando estamos enfocados en el fluir de nuestras propias acciones o pensamientos en lugar de centrarnos en el “ajeno” tictac del reloj. Es entonces cuando decimos que el tiempo se detiene o vuela; mientras que todos sabemos que el segundo, los días, los años, son patrones constantes e inalterables, al menos dentro de los pequeños límites de nuestra realidad física conocida. Aclaro esto porque en ámbitos cósmicos donde la estructura atómica mostrara que sus “constantes” varían en relación a las nuestras, 1 segundo de aquella realidad podrían equipararse a 2 segundos de la nuestra. Sí, el tiempo físico es elástico, y en un futuro la ciencia tal vez hablará de “marcos de tiempo” o “islas de tiempo” cósmicas, pero esto es tema de otra discusión.

Carmelo Urso: Otro concepto clave que se maneja en muchos textos metafísicos es el de la “multidimensionalidad”. De acuerdo, a las más avanzadas teorías físicas, existen 11 dimensiones de Realidad. Desde tu vivencia espiritual, Sandra, podrías ilustrarnos ¿Cómo se experimenta esta realidad multidimensional? Nuestro ser, ¿está presente en cada una de ellas? ¿De qué manera? ¿Qué implicaciones tiene esto en nuestras vidas cotidianas?

Sandra Gusella: La “multidimensionalidad” comienza a tomar protagonismo en nuestra sociedad cuando más y más personas comienzan a percibir otras dimensiones diferentes a la realidad física. Yo lo he vivido intensamente. Mis experiencias de contacto con otras dimensiones son concretas y hasta podría decir “físicas”. Las he experimentado como fuerzas bien definidas o como formas claramente visibles. Según mi visión de la realidad física o de la materia como una matriz energética o campo de fluctuación de dos fuerzas complementarias y opuestas, donde todo son ondas y no hay partículas, las dimensiones son diferentes “rangos” de frecuencia de onda; del mismo modo que hay diferentes niveles de frecuencia en el espectro de luz electromagnético: la luz visible, microondas, ultravioleta, etc. Esas otras dimensiones desconocidas y nuestra dimensión perceptible no están separadas, forman parte de una unidad.

Ahora, ¿en qué dimensión ubicaríamos nosotros a nuestra mente o pensamientos, a nuestros sentimientos y emociones o a los sueños o recuerdos que tenemos, por ejemplo? La ciencia oficial considera que el cerebro es el generador de la mente, de la conciencia y de las emociones. Pero yo considero que eso no es así. He experimentado que eso no es así. He tenido una experiencia fuera del cuerpo en la cual todo mi Yo: mi ser, mi mente, mi conciencia, mis emociones, mis recuerdos, todo salvo mi cuerpo físico, se manifestaron en otra realidad no física. Entonces mi conclusión es que casi todo lo que somos en esta vida terrestre está en otra dimensión que escapa al estrecho rango de la realidad física. Sólo nuestro cuerpo biológico encaja en este nivel de frecuencias conocido. El resto también está aquí, porque las dimensiones se superponen, pero son de una naturaleza más etérea que escapa a la percepción sensorial.

De modo que nuestro ser habita permanentemente en otras dimensiones. Cuando nuestra conciencia se ancla en el cuerpo físico, éste parece actuar como una “máscara virtual” que nos permite percibir esta realidad a través de los sentidos físicos. Cuando los científicos localizan en el cerebro las zonas donde ellos dicen que se generan las emociones o los recuerdos, por ejemplo, no están detectando el origen de esos campos de energía sino sólo su acceso a ellos a través de la biología. El cerebro es un gran receptor y transmisor de frecuencias, no es un generador; del mismo modo que un televisor transmite las imágenes que muestra pero no las crea. El cuerpo biológico parece ser una interfaz entre las dimensiones etéreas y la física. Nos da los sentidos físicos para percibir la realidad material y también tiene accesos (a través de vórtices energéticos, las glándulas y el cerebro) para que conectemos con otras partes de nuestro ser como el cuerpo mental, el cuerpo emocional.

De modo que las dimensiones no físicas forman parte de nuestro ser y de nuestra vida cotidiana. Siempre ha sido así. Sólo que ahora a través del cambio energético en el planeta y la activación de ciertas zonas del cerebro y del ADN, es posible para nosotros acceder a otras partes de nuestro ser (dimensiones) que hasta ahora permanecían negadas: campos de energías donde hay registro de vidas pasadas, dimensiones donde conectamos con otros seres de luz, energías sanadoras, etc. De modo que nuevas capacidades extrasensoriales pueden ser despertadas y desarrolladas. Esto tiene una implicancia total en nuestras vidas y en general en el mundo. Cambia nuestra realidad. Nos da la posibilidad de crear un mundo más consciente e iluminado.

Las dimensiones no físicas forman parte de nuestro ser y de nuestra vida cotidiana

Carmelo Urso: Diversos autores y canalizadores expresan la idea de que “el Uno no es Luz ni Oscuridad. Dios simplemente Es”. En Occidente, las religiones formales suelen atribuir a Dios las bondades de la Luz y a Su Enemigo las atrocidades de la Oscuridad. De acuerdo a tu parecer, ¿qué es la Oscuridad? ¿No sería peligroso para nosotros integrarla a nuestro ser?

Sandra Gusella: Esta es mi visión. Imagina un sol central y una periferia, como si fuese un sistema solar. El Uno, Dios, la Totalidad, o como queramos llamarlo, implica el sistema completo: la fuente de luz en su centro y todos los demás niveles hasta la periferia. Las almas se originan en la fuente, ahí se diferencian de la Totalidad como una conciencia individualizada; luego emprenden su viaje de experiencias por todo el sistema. Ellas mismas son a su vez una réplica de ese sistema. Y en cuanto más se alejen del centro de luz o cuanto mayor sea su desconexión de la Fuente, su sol interior se desvanecerá y ellas experimentarán la Oscuridad: un sentimiento de separación, de miedo y de soledad muy profundo que limitará su conciencia y la pondrá al servicio de su ego. El ego será el instrumento que intentará resolver ese dolor a través de estrategias que crean disonancia en relación al orden y la belleza de la creación.

Todos nosotros tenemos más o menos oscuridad integrada a nuestro ser. Es parte de este juego de experiencia en la dualidad, la realidad de los opuestos. Son las emociones densas que nos abruman, son los miedos incontrolables, son las actitudes que nosotros detestamos o que los demás juzgan negativamente, son las frustraciones, las tristezas, el desgano, la envidia, los celos, el rencor, la ira, etc.…. Todo eso resulta de la falta de luz, de la desconexión con nuestra fuente de amor central que nos da total plenitud y entereza más allá de cualquier circunstancia externa. A medida que evolucionamos, que acumulamos experiencias, poco a poco vamos recordando dónde se halla el bienestar y la dicha y naturalmente vamos encendiendo más y más nuestro sol interior y nos reconectamos nuevamente con la Fuente, regresamos al Hogar.

Todos nosotros tenemos más o menos oscuridad integrada a nuestro ser.

La lucha entre dos fuerzas opuestas, llamadas el “bien” y el “mal”, es un concepto de la dualidad. La realidad de conciencia en la que aún existen sentimientos de separación y soledad. El ego necesita juzgar, establecer jerarquías y leyes como forma de amarrarse a una estructura y obtener seguridad. En cambio cuando se halla el oro espiritual, la perla perdida, ya no necesitas enfrentarte a nada ni luchar; no eres bueno ni malo, no eres víctima ni victimario, simplemente comprendes el argumento y te aceptas como parte de esta totalidad.

Carmelo Urso: En el prólogo de la serie de los “Trabajadores de la Luz” escribes: “La canalización de la energía crística me ha hecho pasar por experiencias de las más intensas y asombrosas, conduciéndome siempre a la expansión de mi consciencia y a un punto de paz y de quietud interior”. En otro punto leemos que “sembrar la semilla de la energía crística” es la misión de todo “trabajador de la luz”. ¿Qué es la energía crística? ¿Cuándo comenzaste a canalizarla? ¿Tienes algún registro de esa experiencia? ¿se puede expresar a través de las palabras?

Sandra Gusella: La energía Crística es esa energía que la historia y la imagen de Jesús nos ha legado. Es la cálida energía de amor y de conciencia sabia y despierta que está más allá de la dualidad de los opuestos. Es la “tercer energía”. La energía que está en conexión con el padre/madre Dios. En ella no hay vacío ni mitades, es una unidad por sí misma. Quien la porta no juzga ni presiona sobre la realidad a partir del deseo personal que intenta tapar la olla del miedo; en cambio es compasivo, receptivo y alerta y actúa guiado por su intuición en sintonía con la música divina. Es enfocada, centrada y arraigada. Con ella no se implora ni se mendiga, no se ataca ni se agrede; con ella sientes tu fuerza, tu confianza y tu poder. Es pacífica. Es la energía del corazón. Es la luz destellante en el pecho. Es la conexión con la Totalidad y por ende es una fuerza sanadora y creativa. Es Amor. Es Luz que ilumina.

Sí, recuerdo muy bien la primer vez que mi ser se inundó de esa luz tan poderosa. Fue apenas unas semanas antes de mi despertar espiritual cuando, a partir de una situación personal, mi alma eligió el perdón al rencor, la compasión al juicio y el amor al dolor. No es algo que yo haya decidido desde la mente, simplemente ocurrió. Y no, no hay palabras para expresar esa experiencia. Pero puedo asegurar que toda mi conciencia e incluso mi vibración ya no fue más la misma a partir de esa vivencia. Reconozco claramente un antes y un después en mi vida separado por un instante inmenso y sublime de iluminación. Fue una de mis experiencias más liberadoras y conmovedoras. Mi pecho se abrió y de él se desbordó una energía dulce y sanadora por todo mi ser.

Carmelo Urso: ¿Cómo podemos definir al Jeshua de las canalizaciones? ¿Es un personaje histórico que vivió hace aproximadamente dos mil años en Palestina? ¿Es un campo de conciencia y energía sagrada que cualquiera de nosotros podría canalizar, sintonizar? ¿Es la plenitud del Amor libre de cualquier obstáculo?

Sandra Gusella: Personalmente he sentido al Jeshua de las canalizaciones como un campo de conciencia y de energía sagrada. En algunas ocasiones estuvo asociado a la imagen del personaje histórico que conocemos como Jesús. Por supuesto que Jeshua es mucho más que aquél personaje histórico, es una energía que trasciende por mucho a una vida. Pero seguramente que aquella imagen, su mirada, su semblante, su luz… nos sirve de puente para conectarnos con esa energía. Creo que cualquier persona la puede canalizar o sintonizar. Personalmente he comprobado que eso depende de nuestro estado interior, de nuestra apertura y amor. Tampoco existen las palabras para expresar la experiencia. Es incomparable y sublime. Cada vez que Jeshua tocó mi corazón o me abrazó con su energía sentí un estado de plenitud y de amor total; es como si un vacío en ti de pronto se llenara. Además sientes su inmenso poder, es como si tu propia aura se enfocara y tu propia luz se intensificara. Ocurre un gran cambio de vibración hacia algo más fino y sutil. Sientes que tu mente se enfoca y cambia tu percepción. Pero ante todo y por sobre todas las cosas sientes Amor.

Carmelo Urso: Aparte de Jeshua, varios canalizadores afirman transmitir el mensaje de Jesús. Recientemente, publiqué en mi blog una interesante entrevista con la Canal de las “Cartas de Cristo”. Al respecto, existen otros trabajos como “Las Grandes Enseñanzas Cósmicas de Jesús” de Gabriela Wittek y “Un Curso de Milagros”. ¿Has leído tales trabajos? ¿Qué te parece cada uno de ellos? ¿Conoces otros textos atribuidos a la energía crística que puedas recomendar a los lectores?

Sandra Gusella: He leído algunas de las “Cartas de Cristo” y he disfrutado mucho su lectura. Claramente siento la energía de Jeshua (Jesús) en ellas. Lamentablemente no he encontrado el tiempo para seguir leyendo pero seguramente lo haré en algún momento. Me parece un gran trabajo que echa una luz clara y verdadera sobre la vida, los pensamientos, la energía de Jesús y su mensaje al mundo. No he leído los otros autores que me nombras, aunque puedo recomendar otro texto atribuido a la energía Crística. Me han gustado las Canalizaciones de Yeshua por Bradley, las cuales con mucha belleza relatan la vida de Jesús.

Carmelo Urso: Dentro de tu sendero espiritual, Sandra, ¿estás generando algún material propio para ofrecérselo a los lectores y lectoras? ¿En qué dirección va tu línea de trabajo? ¿Existe algún sitio web en el que los interesados e interesadas puedan hallar tus textos?

Sandra Gusella: Sí, así es, estos últimos meses he estado trabajando intensamente y sin descanso –en estado de flujo, como se le llama – diseñando mi propio sitio web el cual ya he subido en estos días pero que aún está en construcción. Siento que las cosas van tomando su propia forma a medida que voy trabajando y tengo varias ideas en mente pero que aún necesitan definición. Es la definición que adquiero a medida que voy aprendiendo sobre las posibilidades que me ofrece el diseño web, ya que soy autodidacta en esto. La idea central es crear un portal sobre la nueva energía donde el eje sea inspirar, transmitir amor y despertar conciencias. Habrá música, videos e imágines que puedan contribuir a elevar nuestras frecuencias. Y también será importante la sección sobre “ciencia y espíritu”, ya que este tema me apasiona y quisiera compartir con la gente mi investigación, mis pensamientos e ideas relacionados con esto. La dirección del sitio web es www.humanitylight.com

Carmelo Urso: Un mensaje final para los lectores de Iberoamérica.

Sandra Gusella: Lo primero que quiero transmitirles es mi gratitud. Para todos aquellos me han escrito o que han dejado su mensaje en el libro de visitas del sitio web de Pamela Kribbe, quiero que sepan que su aporte al escribir sus palabras es invalorable. Muchas veces ustedes me han iluminado y me han elevado para seguir inspirada en este trabajo. El amor y la emoción que transmiten es enorme y puedo sentirla. Por favor nunca se sientan solos en esto porque gracias a ustedes yo me he sentido acompañada. Todos somos una gran familia y trabajamos juntos y unidos aunque a veces no lo percibamos. Y para todos los que silenciosamente nos acompañan, el mismo amor y gratitud. Seguramente seremos muchos más, y espero con mucha ilusión y esperanza que todos aquellos que aún están dormidos sientan el llamado interior para llegar hacia la luz que es su destino. Juntos abriremos las puertas de un nuevo mundo. Una nueva dimensión de la conciencia donde se respira un aire dulce de paz, de amor y de hermandad. La magia de la transformación ya está ocurriendo y es conmovedora y sublime. Las semillas crísticas están creando el jardín más bello que podamos imaginar. No alcanzan las palabras, no alcanzan las lágrimas… todo es tan mágico y bello…. El amor que siento es enorme. Reciban mi abrazo en la luz del corazón.

Muchas gracias Carmelo.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.