AMALGAMAS 2ª PARTE

Amalgamas 2ª parte



Peticiones a la sra. Elena Salgado sobre la retirada y prohibición de las amalgamas

Carmen Flores

Muy Sra. Nuestra:

Adjuntamos relato que no tiene desperdicio para su conocimiento, la toma de conciencia por su parte, y que de una vez por todas se prohíban la amalgamas en nuestro país, ya que están ocasionando mucho daño a personas que incluso desconocen el motivo de su dolencia, sobretodo mujeres en gestación y niños.

Ésta es la última vez que le solicitamos que tome medidas, ya que con la información de la que disponemos, no tendremos más remedio que denunciar el uso de las amalgamas como un delito contra la salud pública.

Llevamos años haciendo esta misma petición sin que se nos haya hecho ningún caso, y entendemos que no vamos a estar repitiendo continuamente algo que sería de sentido común, como ya se ha realizado en otros países, que es la simple retirada y prohibición de este producto.

Esperamos sea atendida y contestada esta petición.

Atentamente, Carmen Flores (Presidenta de El Defensor del Paciente)

Att/ Sra. Carmen Flores

Muy Sra. mía

Aunque soy médico actualmente no trabajo, pues estoy volcada en la recuperación de mi hija. Hasta hace unos meses yo era una pobre pediatra de atención primaria. Mi principal ocupación era tranquilizar a los padres y vigilar que se cumplieran los calendarios vacúnales. Yo no tenía ni idea de que los empastes contenían mercurio. Como la mayoría de los médicos de este país, lo único que sabía del mercurio es que estaba en algunos termómetros.

Les relataré ahora lo más brevemente posible el caso de mi hija, aunque les adelanto que es algo complicado.

Resumen de la historia clínica:

Cuando mi hija tenía 15 meses me di cuenta de que presentaba una sintomatología progresiva caracterizada por hiperactividad, insomnio, irritabilidad, falta de apetito, apatía, alta tolerancia al dolor, llantos sin causa aparente, piel pálida y fría y un olor especial.

Nunca había dormido una noche entera, era como si luchase contra algo y me pidiese ayuda y además se despertaba a menudo con sensación de sed.

Siguiendo las recomendaciones de la OMS yo había decidido prolongar la lactancia materna. Me pareció buena idea al ser yo una persona aparentemente sana y sin hábitos tóxicos, pero a sus 15 meses mi hija cada vez estaba más nerviosa y delgada, apenas sonreía, no señalaba para pedir cosas como hacen los bebes a partir de los 9 meses, solo lloraba y lloraba …

Un día me encontré casualmente en un congreso con la neuróloga infantil del Hospital de Cádiz, y concerté una cita … Cuando fui 3 días después, ella compartió mi sospecha diagnóstica: autismo. Yo estaba destrozada y quería hacer algo. Me dijo que no se podía hacer nada, y me derivó a un centro especializado para confirmar el diagnóstico y empezar estimulación precoz.

Yo no sabía entonces mucho del autismo, pero hice lo único que podía hacer: estudiar, tenía que haber una solución. Comencé sin mucha esperanza una dieta sin leche preconizada en algunos foros de Internet. Para ello, no tuve más remedio que suspender la lactancia materna… y ¡como un milagro! mi hija durmió por primera vez en su vida… y empezó a mejorar… Empecé a pensar que había algo malo en mi leche, pero la prueba definitiva estaba por llegar.

Al quitarle el pecho de un día para otro desarrollé una molesta mastitis que requirió sacar la leche. Tuve que sacar bastante, y pude apreciar que el aspecto era verdoso y el sabor metálico. Empecé a atar cabos: mi hija tenía síntomas autistas, pero la intoxicación por metales como el mercurio, produce un síndrome muy similar al autismo… Cuando estudié las posibles causas de intoxicación por mercurio me quedé petrificada: los empastes metálicos … y yo tenía la boca llena … Me los habían puesto cuando yo tenía 12 años, 13 empastes. Recuerdo que no me gustaban porque eran antiestéticos, pero mi madre me convenció diciéndome que «el dentista había dicho que eran lo mejor». En algunas piezas se trataba de caries incipientes, que no debe obturarse; en otras, reconstrucciones extensas. Mi boca parecía una caja de herramientas. Más adelante, cuando fui adulta, pude quitarme 3, pero por desgracia ahora sé que no fue suficiente.

Las amalgamas contienen un 50% de mercurio líquido (mercurio elemental), 35% de plata, 13% de estaño, 2% de cobre y una pequeña cantidad de zinc. El mercurio elemental se hace volátil a partir de 20º C y los vapores que se liberan con la masticación se absorben en el pulmón, pasan a sangre, distribuyéndose así por el resto del organismo y fijándose a órganos grasos como el cerebro. Atraviesa la placenta y la barrera hematoencefálica. En el intestino forma sales, que al ser más solubles son aún más tóxicas.

El mercurio es la 2ª causa más frecuente de intoxicación por metales pesados aunque generalmente no se diagnostica y puede ocasionar una amplia gama de alteraciones, entre ellas lesiones cerebrales e incluso la muerte. El feto y el niño son más susceptibles a la toxicidad.

Cuando transmití emocionada a la neuróloga infantil que estaba convencida de que no era autismo, que se trataba de una intoxicación por mercurio y que había que investigar metales en la mi leche y en la sangre y orina del bebé, no compartió mi entusiasmo, aunque accedió después de muchas reticencias (por ser yo médico). La conversación fue más o menos así:

«Hay que investigar el tema del mercurio, es fundamental, mucho más importante que la RNM o los potenciales auditivos».

«Pero,… es muy poco frecuente encontrar exceso de mercurio o plomo en un caso de autismo».

¿Cómo puedes saber la frecuencia si nunca lo pides?

Y claro, fin de la conversación.

Mandamos muestras al Instituto Nacional de Toxicología de Sevilla y llegaron valores tóxicos en orina de la niña. La sangre estaba en rango alto, pero dentro de lo que se da por valores normales para adultos. Mi leche según ellos era normal.

(Tengo en mi poder una carta firmada por el Director del Departamento del Instituto Nacional de Toxicología en donde se disculpa por no tener medios técnicos ni personales para realizar adecuadamente el estudio de metales pesados e informa que en España no existe la posibilidad de dichos análisis salvo en centros vinculados con el Ministerio de Defensa. Dicha carta es la respuesta a una reclamación interpuesta por una madre que les envió orina que ellos dieron por normal y de la misma muestra envió paralelamente a un laboratorio especializado de USA, que encontraron valores elevadísimos de metales y tóxicos)

Previo al envío de las muestras contacté telefónicamente con Sevilla y me indicaron que no harían el análisis en leche materna pues no tenían experiencia con ese tipo de muestra.

Por ello envié otra muestra en bote hermético al Laboratorio de Toxicología del Instituto de Medicina Preventiva de la Defensa ubicado en el Hospital General de la Defensa Gómez Ulla, donde analizaron y comprobaron varias veces el resultado porque no podían creer que los niveles fueran tan altos (19 mg/l, cuando partir de 4 ya hay suspender la lactancia). Esto fue posible por trabajar mi esposo como farmacéutico de la Armada y encargado de Toxicología en Cádiz.

Otra prueba complementaria -realizada por vía privada- fue un estudio de metales en cabello: niveles tóxicos de mercurio, estaño y plata (todos componentes de la amalgama).

Los efectos del mercurio sobre un SNC inmaduro (durante el embarazo y la 1ª infancia) se traducen en irritabilidad, aislamiento, incapacidad para hablar, retraso de la marcha, sordera, dificultad para el aprendizaje… Estos efectos pueden producirse incluso cuando no se evidencian niveles tóxicos en sangre, pues parece que la vida media sanguínea es corta y que serían más representativas otras muestras como orina o cabello.

A la vista de todas estas pruebas la neuróloga, aunque parezca increíble, no sugirió más estrategia diagnóstica que retirar la lactancia (ya retirada por mí hacía meses) y esperar evolución (creo que por un gran desconocimiento del tema, que por cierto es generalizado).

Para entonces, mi hija había mejorado muchísimo, tanto que cuando la vieron en el centro de autismo, no dudaron ni un segundo en negar rotundamente que fuera un caso de autismo. Fue el día más feliz de mi vida.

Ahora está bastante bien, ha cumplido 2 años y es una niña alegre, expresiva e hiperatenta. Ha ganado peso y neurológicamente es una niña normal, con un ligero retraso del lenguaje. Su vida es un tanto difícil pues ha pasado por complicados tratamientos de quelación y actualmente tiene que tomar diariamente una docena de pastillas, fundamentalmente vitaminas y minerales, que su intestino maltrecho por el mercurio no absorbe correctamente. Por la misma razón tiene una alergia a la leche y derivados, a la soja y tampoco tolera el gluten… aunque esperamos que esto también mejore en un par de años.

Lo hemos hecho prácticamente todo mi marido y yo, con ayuda de Internet, porque en el hospital no sabían nada y alucinaban con los análisis. Me considero tremendamente afortunada cada vez que veo sus progresos… Ojala todo salga bien. Esta es mi historia.

Atentamente,

Carmen Flores

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.