El semillero de la Luz
XV
Nada desaparece del todo
José Antonio Iniesta
Las semillas parece que mueren, se entierran, desaparecen, pero luego germinan y surge la vida.
Las nubes algodonosas pierden el líquido que guardan en su vientre, pero gracias a ello la tierra se empapa y reverdece.
Los muros se vienen abajo, las piedras se desgranan, pero entre los escombros de lo que cae al suelo los animales hacen sus madrigueras.
Se cierra una puerta, te olvidas de ella, y el cambio de tu conciencia te permite estar atento cuando se abre otra.
Los excrementos huelen mal, nadie quiere pisarlos, pero gracias a ellos se manifiesta la belleza del caparazón del escarabajo pelotero.
Muere el artífice de la caracola, pero la deja como vivienda de alquiler para el cangrejo ermitaño.
Cuando eres niño se te caen los dientes de leche. Aparte de servir para que te recompense el Ratón Pérez, dejan hueco para los nuevos que vienen.
Te caes y la caída provoca dolor en tu cuerpo, pero eso te ayuda a comprender que es la caída la que te enseña a levantarte.
Estar en el más profundo agujero te angustia, pero su oscuridad te muestra la belleza de la luz que te parecía tan normal antes de dejarla fuera.
La serpiente se desprende de su piel, y parece despellejarse, pero es la muerte de esa vieja piel la que le permite crecer y tener una nueva apariencia.
El fuego arrasa el bosque, y acaba con su vida, pero son las piñas que estallan las que lanzan por los aires los piñones que el día de mañana se convertirán en el bosque de los nuevos árboles.
Viene la amargura de perder lo que no supiste aprovechar adecuadamente, y eso te enseña a valorar lo que perdiste.
Carecer de algo y tener que ganártelo a pulso te evita la ignorancia de no entender que aquello que te fue dado sin esfuerzo alguno es un gran regalo que tienes que merecerlo.
Llega el otoño, desaparece el verde de los árboles y el color de las flores. ¿No recuerdas que el año pasado sucedió lo mismo y sin embargo llegó la primavera?
Todo aquello que sube, baja, así que no te desesperes, porque todo lo que baja, más tarde o más temprano sube.
La nieve que alegra tu mirada se derrite. No la añores, porque su esencia, transformada, regresará en forma de aroma de las flores.
Viste arder tu casa en llamas, o tus recuerdos: algún día su luz alumbrará tu conciencia o se calentará tu cuerpo al lado de una vivificante hoguera.
Viene la muerte y te lleva a ese misterioso lugar del que procedes. ¿Dónde está la pena, si regresas a casa como siempre quisiste?
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.