CURSOS DE LUZ
REGLAS DE OROPARA LA VIDA COTIDIANA
Por Omraam Mikhael Aivanhov
Buscad la luz antes de actuar
Lo primero que tenéis que hacer antes de lanzaros a una empresa de cierta importancia es recogeros, uniros al mundo invisible con el fin de disponer de las mejores condiciones para actuar. Cuando estamos confusos, desorientados, no cometemos más que errores, embrollamos las cosas o las destruimos. y esto es lo que ocurre a menudo: actuamos precipitadamente, a ciegas, y los resultados no son buenos.
Para actuar correctamente, primero debéis buscar la luz. Por lo demás, lo mismo sucede en el plano físico: si un ruido, algo que ha caído y se ha roto, o alguien que ha entrado. . . os despierta por la noche, ¿acaso os precipitaréis en la oscuridad? No, sabéis que es demasiado arriesgado. Lo primero que haréis es encender una lámpara para ver, y luego actuaréis. Pilles bien, para cualquier cosa en la vida necesitáis primero encender la luz, es decir, concentraros, recogeros, para saber cómo debéis actuar.
Si no tenéis esta luz, iréis de un lado para otro, llamaréis a muchas puertas, probaréis toda clase de .medios, pero todo resultará inútil.
Por consiguiente antes de emprender cualquier cosa importante, debéis concentrar vuestro pensamiento algunos minutos sobre el mundo de la luz, y preguntar cómo debéis actuar. La respuesta os llegará bajo la forma de una idea, de un sentimiento o quizás también a través de una imagen simbólica.
Si la respuesta es clara, podéis poneros en marcha. Pero si existe en vosotros un sentimiento de vacilación, recelo, turbación 0 contradicción, es que existen obstáculos o enemigos que os cierran el camino.
Entonces aplazadlo hasta el día siguiente, dejad que la cuestión repose y esperad para actuar a que vuestro camino esté claro y despejado.
Vigilad siempre el primer movimiento
Cuando emprendáis un nuevo trabajo, procurad estar calmados, concentrad toda vuestra atención en el primer gesto, en el primer movimiento, y haced lo con exactitud, sin errores. Repetidlo a continuación un poco más deprisa, y volvedlo a hacer hasta alcanzar el ritmo y la velocidad deseados: veréis que os parecerá cada vez más fácil, resultando totalmente impecable. Si desde el comienzo habéis sabido grabar la impresión adecuada, cualquiera que sean los gestos, los actos que tengáis que realizar, lograréis repetirlos siempre correctamente.
Si hoy cometéis errores en algún aspecto, es porque en el pasado, sin daros cuenta, grabasteis en vosotros impresiones erróneas. Si no prestasteis atención al primer movimiento, al primer gesto, al primer contacto tomado con tal objeto o tal persona, cometisteis errores y ahora sufrís las consecuencias:
las faltas se acumulan y se agravan con el paso del tiempo. Es muy difícil reparar en el presente los errores grabados en nosotros en el pasado, pero es fácil aprender a grabar correctamente nuevas Impresiones.
Tomad conciencia de vuestros hábitos mentales
Los humanos raramente son conscientes de sus hábitos mentales. Algunos, cuando deben comenzar un trabajo, en seguida se crispan, se ponen nerviosos; otros, ante cualquier situación nueva, reaccionan primeramente mostrándose pesimistas, críticos o pierden la cabeza; otros se sublevan, otros se desaniman. . . Pero como son actitudes de las que no se dan cuentan, no pueden remediarlas, y en cualquier situación siempre encuentran un pretexto para mostrarse negativos. Así pues, lo primero que tenéis que hacer es estudiar os para conocer vuestra forma de reaccionar. Desde el momento que veáis claro en vosotros, ya tenéis los medios de afrontar las situaciones: en seguida recibís un impulso para movilizar todas las posibilidades que Dios ha puesto en vuestro subconsciente, vuestro consciente y vuestro supraconsciente: así es como progresáis cada día porque os habéis acostumbrado a estudiaros y a ser lúcidos sobre vosotros mismos.
Atención y vigilancia
La atención tiene varios aspectos. El aspecto más conocido es evidentemente la aplicación sostenida que se necesita para realizar correctamente nuestro trabajo, escuchar una conferencia o leer un libro.
Pero existe al mismo tiempo otra atención que se llama observación de sí mismo, introspección. Consiste en tomar conciencia en cada momento del día de lo que ocurre en nuestro interior, con el fin de discernir las corrientes, los deseos, los pensamientos que pasan por nuestra cabeza. Esta atención todavía no está suficientemente desarrollada. Por eso, cuando llega el momento de resolver un problema, de comprender una cuestión importante, el cerebro está fatigado, ofuscado, y nada resulta bien.
Para que vuestro cerebro esté siempre lúcido, a vuestra disposición, debéis estar atentos, ser prudentes y mesurados en todas vuestras actividades, de lo contrario aún cuando la Verdad en persona venga a presentarse ante vosotros, no comprenderéis nada. Para ser capaces de hacer frente razonablemente, inteligentemente, a todas las situaciones que se presentan, debéis mantener el pensamiento despierto y vigilante. El que no está vigilante, el que cierra los ojos, está expuesto a todos los peligros.
No hay nada peor que vivir con los ojos cerrados. Hay que tener los ojos bien abiertos para darnos cuenta constantemente de los estados de conciencia en los que nos encontramos. Sólo aquél que tiene los ojos bien abiertos posee la inteligencia de la vida interior, y no se deja atrapar por fuerzas o entidades extrañas. ¡ Cuando un hombre se adormece. . . está claro que cualquiera puede sorprenderlo!
Así pues, cuidad la atención interna, esta atención que debe mantenerse alerta, con el fin de que sepáis siempre lo que pasa dentro de vosotros. Ejercitaos. No basta con hacer de noche un examen de conciencia; debéis ser capaces de distinguir en cualquier momento del día cuáles son los deseos, los pensamientos, los sentimientos que pasan por vosotros, conocer su origen, su naturaleza, y ser capaces, si hace falta, de tomar precauciones o incluso de reparar los desperfectos producidos.
En la vida cotidiana, tan pronto como se produce un accidente, vemos que los bomberos o los militares salen enseguida para extinguir los incendios, reparar los puentes, despejar las carreteras, salvar a los heridos, etc. En el plano físico encontramos natural reparar los desperfectos inmediata mente. Pero en el plano interno no sabemos qué hacer, dejamos que se produzcan toda clase de destrozos sin reaccionar. Pues no, cinco, diez, veinte veces al día hay que mirarse a sí mismo, para ver qué hay que reparar y no demorarse en hacerlo.
De lo contrario, luego es demasiado tarde, porque entonces ya estamos desquiciados, anonadados.
Atenerse a una dirección espiritual
Para hacer un verdadero trabajo espiritual debemos atenernos a una filosofía, a un sistema, profundizándolo; si no, ocurre en el organismo psíquico exactamente lo mismo que ocurre en el organismo físico. Si absorbéis toda clase de alimentos extraños, enfermáis; de la misma forma el estómago psíquico puede sufrir una indigestión con todo lo que le hacéis engullir. ¿Qué queréis hacer con una mezcla de tradiciones egipcias, hindúes, tibetanas, africanas, chinas, hebraicas y aztecas? ¡Si por lo menos tuvierais una estructura mental suficientemente sólida como para desenvolveros en medio de todo esto! Si la inmensa mayoría apenas es capaz de hacerse una idea clara de un solo sistema filosófico, entonces, ¿a qué puede conducirles leerlo todo, conocerlo todo? A perder la cabeza, y luego, evidentemente, se acusará a la espiritualidad de desequilibrar a la gente! La espiritualidad no tiene la culpa de que los humanos se imaginen que es una especie de feria donde se encuentra toda clase de atracciones e incluso las atracciones más peligrosas, como la droga, la magia negra y una sexualidad desbordada. Ya es hora de que se comprenda que la verdadera espiritualidad consiste en que vosotros mismos lleguéis a ser la expresión viviente de la Enseñanza divina que seguís.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.