REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA. POR OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA

Por Omraam Mikhael Aivanhov



INSISTID MÁS EN LA PRÁCTICA QUE EN LA TEORÍA

Intentad comprender mejor la diferencia que existe entre el trabajo espiritual y el trabajo intelectual. Tenéis, por ejemplo, una naranja; intelectualmente podéis aprender cantidad de cosas sobre ella: su origen, su historia, su peso, su forma, sus propiedades, los elementos químicos que la componen, las diferentes formas de utilizarla, incluso su simbolismo. . . En una Escuela iniciática quizás no aprendáis nada de todo esto, pero aprenderéis lo esencial: i saborear la naranja! En eso consiste el trabajo espiritual. No se trata de acumular conocimientos teóricos, sino de «comer» la naranja, es decir, de aplicar, de practicar. Es más difícil, exige mucho esfuerzo, pero ese es el único sistema para transformarse.

Ciertamente no podemos negar que es interesante e incluso útil conocer las tentativas que los humanos han hecho desde hace siglos y milenios para penetrar en los misterios del universo y acercarse a la Divinidad, pero eso no es suficiente.

Puesto que estas religiones y estos sistemas filosóficos no hablan más que de nuestra divinización, de nuestro esplendor, de nuestra perfección, hay que hacer un esfuerzo para realizar este ideal. No imitéis a todas esas personas que se atropellan por ir a escuchar conferencias eruditas sobre la sabiduría y la ciencia de los Iniciados del pasado, sin darse cuenta de que ellos siguen siendo pequeños, mezquinos, débiles e incapaces de controlar razonablemente su vida. Es ridículo, la espiritualidad no es eso.

PREFERID LAS CUALIDADES MORALES AL TALENTO

Cuando un hombre o una mujer manifiestan grandes aptitudes para el arte, las ciencias o el deporte, todo el mundo se maravilla, todo el mundo los aprecia, no se ocupan de saber si es bueno, justo, honesto, generoso. No, lo que miran, admiran e intentan cultivar es el talento. Por eso la tierra está ahora poblada de personas dotadas, llenas de talento, lo cual es estupendo. Pero, ¿por qué todos estos dones, estas capacidades, estos talentos no pueden salvar al mundo? Ni más ni menos porque no bastan. Es magnífico haber recibido de la Providencia la capacidad de ser poeta, músico, físico, economista, nadador, etc., y desarrollarla, pero lo más importante es vivir de acuerdo con las leyes divinas, es decir, trabajar cada día para llegar a ser más sabio, más honesto, más generoso, más dueño de sí. El mundo tiene más necesidad de seres capaces de manifestar sus cualidades morales que de artistas, científicos o deportistas… Así pues, estad atentos y no os dejéis impresionar por esas personas dotadas y con talento, y no tengáis nunca por ideal llegar a ser como ellas. Vuestro ideal debe ser el más alto: estar cada día más cerca de la perfección.

Y la perfección consiste en volverse luminoso, cálido, vivificante como el sol, a fin de despertar, iluminar y fertilizar a todas las criaturas.

Estad contentos con vuestra suerte y descontentos con vosotros mismos Existen muchas formas de estar contento. La primera es la de los animales: están satisfechos con su suerte, no ven sus limitaciones y por consiguiente no intentan superarlas para progresar. Pero esta mentalidad, normal en los animales, no es la ideal para los seres humanos… aunque muchas personas se contenten con ella. Una segunda forma de estar satisfecho con su suerte es la aceptación. El hombre comprende que las pruebas que atraviesa son el resultado de sus pasados errores y las acepta. Pero no se detiene ahí: sabe que debe esforzarse para reparar estos errores, para colmar estas lagunas. Y ahí está la sabiduría. Tiene que aceptar su suerte como consecuencia de las faltas que cometió en existencias anteriores, pero sin estar satisfecho nunca de su grado de evolución actual, y queriendo siempre progresar.

Así pues el descontento consigo mismo es un sentimiento que puede estimularos, llevaros a ser mejores. Pero para que este descontento no se convierta en una obsesión destructiva, es preciso restablecer el equilibrio.

¿Cómo? Estando contento con los demás. Esta actitud interna impedirá que os sumáis en un estado demasiado negativo que podría llevaros al desaliento absoluto. Encontrad la belleza y el bien en todos los seres y particularmente en aquellos que han contribuido con su genio y sus virtudes a la evolución de la humanidad. Así siempre estaréis maravillados y no correréis el riesgo de desesperaros.

El trabajo espiritual nunca queda sin resultados Nada es más importante, más saludable, que el tomar gusto por las actividades espirituales, amarlas y no dejar pasar un solo día sin unirse al Cielo, meditando, rezando… Varias veces al día deteneos durante algunos minutos, y tratad de encontrar dentro de vosotros vuestro punto de equilibrio, vuestro centro divino. Comenzaréis a sentir entonces que, en todas las circunstancias de la vida, poseéis dentro un elemento eterno, inmortal, indestructible. . .

Aunque esto no se vea, aunque nadie aprecie vuestros esfuerzos, aunque en el plano material no obtengáis ningún beneficio, no dejéis nunca de atesorar riquezas espirituales, pues seréis más libres interiormente, más fuertes y entonces controlaréis los acontecimientos. Este trabajo espiritual es la única riqueza, el único bien que verdaderamente poseeréis. El resto os lo pueden quitar; sólo vuestro trabajo os pertenece para siempre.

LA REGENERACIÓN DE NUESTROS CUERPOS FÍSICO, ASTRAL Y MENTAL

Cada pensamiento, cada sentimiento, cada deseo, cada acto tiene la propiedad de atraer del espacio los elementos materiales que le corresponden. Los pensamientos, los sentimientos, los deseos y los actos luminosos, desinteresados, sostenidos por una voluntad firme, atraerán partículas de una materia pura, incorruptible. Si mediante la calidad de vuestra vida psíquica trabajáis cada día para atraer esta materia, ésta penetra, se instala en todo vuestro organismo, encuentra en él su sitio, expulsando todas las viejas partículas polvorientas, mortecinas, enmohecidas. Así, poco a poco, conseguís renovar vuestros cuerpos físico, astral y mental.

Contemplando el mundo divino bajo todas sus formas de luz, belleza, música y armonía, recogéis partículas nuevas; y puesto que cada una de ellas está viva, no viene sola, sino que trae consigo las fuerzas, los espíritus que le corresponden. Así pues, vuestra tarea consiste en trabajar todos los días para reemplazar vuestras partículas ya viejas por nuevas partículas celestes, radiantes.

Algunos dirán: «Pero, ¿por qué preocuparse tanto por resultados que no trascenderán más allá de esta existencia? ¿Vale realmente la pena?» Sí, pues en realidad es el único trabajo cuyos resultados son definitivos. Cuando abandonéis la tierra, las únicas riquezas que os llevaréis serán las riquezas internas adquiridas gracias a vuestros esfuerzos y cuando volváis en una nueva reencarnación las traeréis de nuevo con vosotros: desde el momento de la concepción, desde la gestación, la materia de vuestros cuerpos físico, astral y mental será modelada, formada exactamente de acuerdo a las cualidades y las virtudes que hayáis desarrollado durante la actual encarnación.

BUSCAD CADA DÍA VUESTRO ALIMENTO ESPIRITUAL

Por la mañana, cuando miráis el sol, pensad que esos rayos que llegan hasta vosotros son seres vivos que pueden ayudaros a resolver vuestros problemas diarios, pero sólo los de este día, no los del día siguiente. Al día siguiente deberéis ir a consultarles de nuevo, y también sólo para un día. Nunca os responderán con antelación para dos o tres días. Dirán: «No te preocupes. Ven de nuevo mañana y te responderemos». Ved que cada día, cuando coméis, no acumuláis provisiones en vuestro estómago para una semana, sino solamente para un día: coméis para hoy y al día siguiente comenzáis de nuevo. Pues bien, con la luz debe ocurrir lo mismo, pues la luz es un alimento que cada día debéis absorber y digerir para que se transforme dentro de vosotros en sentimientos, pensamientos, inspiraciones…

¿Por qué no usamos la misma lógica con la luz que con el alimento? Decimos: «Es verdad, comí ayer, pero eso no cuenta, también hoy quiero comer». Lo mismo ocurre con la luz: necesitáis alimentaros diariamente.

REVISAD PERIÓDICAMENTE VUESTRA VIDA

Es saludable para vuestro perfecto desarrollo el acostumbraros a revisar periódicamente vuestra vida. ¿Por qué? Porque con demasiada frecuencia, a causa de las actividades y de las preocupaciones con las que os enfrentáis, vuestra vida tiende a tomar una orientación que os aleja cada vez más de vuestro ideal espiritual. Os olvidáis de que permaneceréis sobre la tierra poco tiempo, que tendréis que dejar aquí todas vuestras adquisiciones materiales, así como vuestros títulos y vuestra posición social que tanto os preocupa conseguir. Diréis que esto todo el mundo lo sabe. Sí, todo el mundo lo sabe, pero todo el mundo lo olvida, y vosotros también os dejáis arrastrar por los ejemplos que veis a vuestro alrededor. Por eso es indispensable hacer de vez en cuando una pausa para mirar atrás, analizar la dirección que estáis tomando, las actividades en las que os estáis metiendo, y seleccionar cada vez para no conservar más que lo esencial.

CONCILIAD EL FIN Y LOS MEDIOS

Una de las razones por las que no progresáis en vuestro trabajo espiritual es porque os permitís realizar cantidad de actividades que no tienen ninguna relación con este trabajo, pensando que estas actividades no os apartarán de las cimas que queréis alcanzar. No; la realidad es que si os dejáis llevar experimentando esto, probando aquello, sin preocuparos de la calidad y de la naturaleza de estas experiencias, cuando queráis elevaros interiormente, no podréis liberaros. Desde el momento en que alimentáis un gran ideal de elevación espiritual, tenéis la obligación de renunciar de alguna manera a ciertas cosas para realizarlo. Si hemos pasado la noche enfrascados en toda clase de diversiones y efervescencias, ¿creéis que por la mañana estaremos en buena disposición para meditar?

Si algunos no llegan a progresar a pesar de las explicaciones y los métodos que continuamente se les muestran, es porque tienen todavía demasiadas preocupaciones y actividades ajenas a la vida espiritual: el dinero, las comodidades, los placeres, la posición social. . . No digo que deban suprimirse todas estas preocupaciones; no son absolutamente irreconciliables con la vida espiritual, pero para ello, hay que ajustar primero una cuestión: la de los fines y los medios. Fijaos en todas las facultades que poseen los seres humanos, ¿qué uso hacen de ellas?

Las han puesto al servicio de algo, pero ¿de qué? De su sexo, de su vientre, de sus pasiones. Pues bien, en lo sucesivo, debéis hacer lo contrario: poner todas vuestras facultades al servicio de un elevado ideal, al servicio del espíritu, de la luz.

Analizaos y veréis que muchos dones divinos que poseéis, los sacrificáis a los caprichos de vuestra naturaleza inferior. y después os quejáis: « ¡ No sé dónde estoy! » Lo cual es normal: cuando hemos deseado y acumulado demasiadas cosas extrañas, pronto nos encontramos hundidos hasta el cuello en las contradicciones.

Tomad el ejemplo del diamante: si el diamante es tan puro, es porque no está mezclado, es carbono puro. Añadidle otro elemento y ya no será un diamante.

Los discípulos que quieren probar, tocar, experimentar, conocerlo todo, pierden su condición de diamantes, no son más que piedras sin brillo. El verdadero discípulo debe dirigirse hacia un único fin, tener un único ideal, un único deseo, un único alimento. y entonces vivirá verdaderamente en la luz.

CORREGID RÁPIDAMENTE VUESTROS ERRORES

No permitáis nunca que vuestros malestares internos aumenten hasta el punto de no poder remediarlo. Supongamos que pusisteis los pies imprudentemente sobre cemento líquido, y después, pensando en otra cosa, olvidasteis retirarlos: ¿qué pasará? El cemento endurecerá, y quizás se volverá tan compacto que, para retirar vuestros pies, habrá que ir a buscar herramientas, romper el cemento y puede que resultéis heridos. Pues bien, lo mismo sucede en la vida interna si no pensamos rápidamente en corregir algunos errores, algunas deficiencias; luego es demasiado tarde, la reparación cuesta muy cara y encima puede ocasionar otros desperfectos.

CERRAD LA PUERTA A LAS ENTIDADES INFERIORES

Nuestras debilidades son como puertas por las que procuran introducirse entidades que quieren perjudicarnos. Cuando nos dejamos llevar por ciertas debilidades, les autorizamos a introducirse dentro de nosotros para atormentarnos. Si resistimos, si no sucumbimos, no tienen ningún poder sobre nosotros. Por eso os digo: las entidades negativas no tienen más que el poder que les dais. i Si no queréis tratos con ellas, no les abráis la puerta! No os fuerzan, sólo os hacen sugerencias y sois vosotros los que decís que sí. La mayor parte de las personas se imaginan que sus desgracias llegan de pronto, así, bruscamente. No; ellas las han preparado, las han invitado, les han abierto la puerta. ¿Cómo? Dejándose llevar por la codicia, por ciertas debilidades, cometiendo algunas transgresiones: en ese preciso momento los diablos encuentran la puerta abierta y entran. Así pues, estad atentos y tened vuestras puertas bien cerradas para ellos.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.