¿EL MONTE SINAÍ EN ARABIA? (QUINTA PARTE)

CONCIENCIA PLANETARIA



Esta conversación ocurrió al pie de la “montaña de Dios”. Incluso se le pidió a Moisés que se quitara los zapatos, pues estaba en “tierra santa” (vers. 5). Ahora sabemos que Moisés estaba en Madían, “en el otro extremo del desierto” que pensamos se trata del área opuesta a la parte principal del desierto o el otro lado de la montaña, que servía para delimitar el desierto. Asumimos esto porque para que haya sido “el otro extremo del desierto” debía haber habido algo que marcara una separación entre un extremo y el otro.

Cuando Ron estudió el relato bíblico notó estas referencias—que la montaña a la que Moisés llevó a la gente estaba en Madián, y que el lugar a donde Moisés habló con Dios en la zarza ardiente estaba claramente ubicado “en el otro extremo del desierto”. Con esta información, y el descubrimiento de partes de carros egipcios en el Golfo de Aqaba, buscó una montaña en el lado oriental del golfo que cumpliera con toda esta descripción. Había solo una candidata en su opinión, y esa era Jebel el Lawz.

Sus mapas aéreos mostraban esta montaña casi en un rango semicircular con una vasta área desértica a su alrededor, y espacio más que suficiente para por lo menos un par de millones de personas con sus rebaños.

Además, también había un gran oasis a unas diez o quince millas de distancia. Esta área pudo haber sido el hogar de su suegro Jetro, el pueblo de Al-Bad.

Notó que había un área desértica alrededor de Jebel el Lawz, entre Al-Bad y el pico más alto de esta cadena montañosa. También habían cauces secos o wadis en medio de las montañas por donde Moisés pudo haber guiado al pueblo, llevándolos al “otro extremo del desierto”. Ron estaba convencido de que esta montaña debía ser la que buscaba.

En 1978 compartió su teoría con el autor Rene Noorbergen, quien escribió lo siguiente en su libro de 1982 “Tesoros de las razas perdidas”, en las páginas 163-165:

«La teoría en la que Ron Wyatt fundó su viaje exploratorio al medio oriente se basaba en dos puntos obvios dados por Flavio Josefo y registrados en la Biblia. Ambos mencionan que los hebreos atravesaron el sur de Egipto por el desierto y terminaron en la costa del Mar Rojo en un área donde “las montañas se cerraban con el mar”. El hecho de que el Mar Rojo se extendía en esos tiempos (al menos en nombre) tan lejos como Eilat, en la parte más norte del Golfo de Aqaba, puede leerse en 1 Reyes 9:26: “El rey Salomón también construyó una flota naviera en Ezión Guéber, cerca de Elat en Edom, a orillas del Mar Rojo”. Wyatt razonó, por lo tanto, que los israelitas habían cruzado el Sinaí de oeste a este, alcanzando finalmente un área en la costa oriental (Golfo de Aqaba), donde una cadena montañosa se encuentra con el mar. De acuerdo al registro, los egipcios habían tomado las montañas cerca del área para prevenir que los hebreos se escaparan. También se menciona que después que cruzaron el mar Rojo, Moisés los llevó al “Monte Sinaí, a fin de ofrecer sacrificios a Dios”.

Un examen cuidadoso de la costa oriental de la Península del Sinaí solo muestra un lugar donde dos millones de personas junto a sus manadas pueden haberse reunido, ¡la amplia playa cerca de Nuweiba, cuyo sur está cerrado por montañas escarpadas!

Cerca hay una amplia e inhóspita garganta montañosa conocida como lecho Watir, un antiguo cauce seco que forma un camino natural hacia el desierto del Sinaí, mientras que la Biblia y Josefo indican que Moisés se llevó a los hebreos al Monte Sinaí después que cruzaron el Mar Rojo en lo que se conoce como Arabia Saudita. Curiosamente, no lejos de la otra costa hay una montaña escarpada de nombre Jebel El Lawz, un pico prohibido. ¿Es posible que este sea el Monte Sinaí del que habla Moisés?

Existen muchas teorías en cuanto a la posible ubicación del verdadero Monte Sinaí, y la de Ron Wyatt no suena nada descabellada…”

El Monte Sinaí tradicional en la Península del Sinaí

La ubicación tradicional en la Península del Sinaí no “vio luz” sino hasta casi dos mil años después del éxodo:

“El origen del presente monasterio de Santa Caterina en la cuesta noroeste de Jebel Musa data del año 527 d.C, cuando el emperador Justiniano lo estableció en el lugar en donde Elena, la madre de Constantino el Grande construyó una iglesia pequeña dos siglos atrás” (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, 1962, p. 376).

«No hay tradición judía sobre la ubicación geográfica del Monte Sinaí. Parece que su ubicación exacta ya era oscura en los tiempos de la monarquía… los cristianos y los monjes ermitaños, mayormente de Egipto, quienes se establecieron en el sur del Sinaí desde el segundo siglo de la era moderna, se esforzaron repetidamente en identificar la ruta del éxodo con lugares en los que los creyentes pudieran hacer su ruta como peregrinos. La identificación del Monte Sinaí, bien sea con Jebel Sirbal, cerca del Oasis de Firán… o Jebel Musa, puede ser trazada hasta el cuarto siglo de la era moderna” (Enciclopedia Judía, T 14, p. 1599).

En 1761-1767, Von Haven, un miembro de una expedición danesa, escribió, según se reporta en “Arabia Felix: una expedición danesa de 1761-1767, por Thorkild Hansen:

«He observado con anterioridad que no hay posibilidades de que estemos en el Monte Sinaí. El monasterio [de Santa Caterina] fue construido en un angosto valle, que no es ni siquiera lo suficientemente grande para albergar el campamento de un ejercito mediano, mucho menos los 600 mil hombres que acompañaron a Moisés, quienes con sus esposa e hijos, deben haber alcanzado los tres millones de personas”.

La Península de Sinaí = territorio egipcio

Es claro el hecho de que la Península del Sinaí siempre fue considerada territorio egipcio. Hay abundante evidencia de que los egipcios controlaron la Península del Sinaí durante el tiempo del éxodo a causa de las operaciones mineras en el lugar. Esta evidencia arqueológica está aún presente y es evidente hoy en día. La península actualmente no está poblada excepto quienes viven alrededor de unos cuántos oasis, en los que hay estaciones de gasolina que atienden a los viajeros que viajan tanto a la costa del Golfo de Aqaba a practicar submarinismo como a aquellos que acuden a visitar el Monte Sinaí tradicional.

En “Arabia y la Biblia”, por James Montgomery, leemos en la página 311:

“…La tierra al oeste de la línea del cauce seco de Egipto hasta el Golfo Elianitico [Golfo de Aqaba] siempre ha pertenecido a la esfera política egipcia, y actualmente es el límite de Egipto… los árabes del sur llaman a la misma región Msr, por ejemplo, Misraim, Egipto.»

Descripción bíblica del Monte Sinaí y actividad volcánica

«El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente» (Éxo. 19:18).

«Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia» (Éxo. 20:18).

«Temblaron las montañas al ver al Señor, el Dios del Sinaí;
al ver al Señor, el Dios de Israel» (Jue. 5:5).

“La tierra tembló; También destilaron los cielos ante la presencia de Dios; Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel» (Sal. 68:8).

Aquí vemos cómo la Biblia describe claramente cómo la presencia de Dios en el Monte Sinaí causó que la tierra temblara y echara humo, muy parecido a la actividad volcánica. Muchos hombres en el pasado han reconocido este hecho.

Charles Beke, en el siglo XIX, estaba convencido de que el Monte Sinaí era un volcán. Viajó hasta la Península del Sinaí con la esperanza de encontrar la montaña, aduciendo que esta debía mostrar evidencias de actividad volcánica. Sin embargo, su viaje fue frustrante al ver que no solo el Monte Sinaí no era un volcán, ¡sino que tampoco lo eran las otras montañas del Sinaí! Procedió a viajar entonces al noroeste de Arabia en donde descubrió que todo hacia este lado occidental estaba lleno de “harras” o vastos campos de lava y cenizas.

Si el área del Monte Sinaí/Horeb era volcánica, o si la presencia de Dios resultaba ser parecida a la actividad volcánica no importa. La descripción bíblica habla de acontecimientos que resultarían en que el área experimentara estas cosas—y el “fuego consumidor” de la presencia de Dios dejaría una marca indeleble en la montaña.

Tradiciones locales sobre Moisés y Jetro al noroeste de Arabia

También es importante resaltar que los pocos exploradores de esta región encontraron que el área noroeste de Arabia (Madián) tenían una vasta cantidad de tradiciones locales sobre Moisés y Jetro, según cuenta H. St. John Philby acerca de su extensiva exploración del área en su libro “La tierra de Madián” p. 222:

«Desde aquí, mi guía y yo subimos por el acantilado para visitar los “círculos de Jetro” en la cumbre del pico Musalla, desde donde pudimos bajar fácilmente a nuestro campamento en el otro extremo… un montón de piedras marcaban el punto donde se supone que oró y a su alrededor hay numerosos círculos…”

Charles Doughtery recorrió el área completa y en su crónicas “Viajes por el desierto de Arabia”, escribe lo siguiente:

“…Una tradición entre sus ancestros [los habitantes de esta región del noroeste de Arabia] cuenta que ‘muy antiguamente ellos ocupaban todo el país hasta Maan, en donde también Moisés alimentó los rebaños de Jetro el profeta’”.

La investigación de Philby sobre Jebel el Lawz

Si retomamos el relato de Philby donde lo dejamos, leemos:

«Desde aquí [el borde que tenía los ‘Círculos de Jetro’] tuve una vista maravillosa de toda la cadena montañosa de Madián, con Lauz [Lawz] y sus picos hermanos en el noreste y un poco al norte del este de Maqla, con el valle de al-Numair separando el último del canto inferior de All Marra, extendiéndose de este a sudeste, en donde los dos picos de Hurab se yerguen frente de la gran cadena de Zuhd, que llega hasta un punto no lejos del mar, en dirección al sur… pero el punto que más captó mi atención fue un delicado afloramiento bifurcado de granito que se convierte en un candidato obvio para ser identificado como el Monte Horeb del Éxodo… el único candidato para el honor que puede reclamar haber preservado el nombre… de acuerdo a Hasballah, el nombre Hurab se aplica principalmente al lecho seco [el cañón], mientras que él llama a la montaña Al Manifa (que significa simplemente ‘alta’)”.

¡Al examinarla en el mapa, este lecho Hurab puede verse extenderse directamente hasta el pie de Jebel el Lawz la montaña más alta de la región! Continuemos con la narrativa de Philby:

«…El pico principal de Lauz, parcialmente escondido entre las nubes, se levantaba hacia el sureste de nuestra posición… la parte más alta del valle variaba entre 500 y 1500 yardas de anchura, con valles más anchos que permiten vistas hermosas de las grandes montañas, incluyendo la cumbre de Lauz, en la que parece haber un parche de nieve. El guía confirmó que se trataba de nieve. De ser así, era la primera vez que yo veía nieve en Arabia Saudita… Burton nunca había examinado los canales de Lauz o de las otras montañas de la cadena de Madián, por lo que no se descarta que puedan contener minerales de varios tipos. La pirámide de basalto de Maqla lucía relativamente fácil de ascender, pero el escarpado de granito de los picos de Lauz necesitarían de más tiempo y energías de los que tengo a mi disposición. Hasta donde tengo entendido, estas nunca han sido ascendidas por ningún ser humano”.

Comentarios bíblicos acerca de “Madían” y “el Sinaí”

Todas estas citas solo confirman que en el siglo pasado los hombres se sintieron motivados a investigar las evidencias de la ubicación real del Monte Sinaí, ya que el sitio tradicional sencillamente no encajaba con la descripción bíblica. Por alguna razón, muchos eruditos bíblicos simplemente ignoraron el hecho bíblico de que el Monte Sinaí estaba en Madián. Una revisión rápida de varios comentarios bíblicos muestra que la ubicación de Madián es aceptada generalmente como en Arabia Saudita.

“Madián, un hijo de Abraham y de Cetura (Gén. xxv.2; 1 Cró. i.32); progenitor de los madianitas o de los árabes que habitan principalmente en el desierto al norte de la península de Arabia. Hacia el sur, se extendieron por la costa este del Golfo de Eyleh [Golfo de Aqaba]…» «Diccionario Bíblico de Smith», bajo el término «Madián».

Sin embargo, en el mismo libro encontramos bajo el término “Monte Sinaí” la ubicación tradicional en la Península del Sinaí.

¿Ha notado alguien la referencia de Pablo al Monte Sinaí?:

«Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud» (Gál. 4:25).

El “Comentario Bíblico de Peake” lo nota, según se explica en el texto acerca del pasaje:

«Sus madres representan igualmente las dos dispensaciones. Agar representa la que fue dada en el Monte Sinaí, que Pablo resalta que está ubicado en Arabia, la tierra hacia la que Madián se llevó a su hijo”.

Tenemos numerosos comentarios que ubican a Madían en Arabia Saudita, pero muy pocos que ubican al Monte Sinaí allí. ¿Por qué? En nuestra opinión, Dios permitió que la verdadera localización no se conociera hasta que vio propicio que fuese revelada. Si estudiamos cuidadosamente las evidencias que ha revelado la arqueología, veremos que la vasta mayoría comenzó a salir a la luz pública a partir de 1800, la época en la historia del mundo en que estas cosas podrían ser presentadas a través de libros y publicaciones. De haber sido conocidas durante cualquier período de tiempo, no habría quedado evidencia disponible.

“Las evidencias bíblicas que conectan al Monte Sinaí con el Monte Seir, Edom y la tierra de Madián parecen ubicar claramente esta región al este del Golfo Aelanitico (g. de Akaba); según lo señalan Beke (1834), Walhausen (1886), Sayce (1894), Moore (1895), Shede (1897), Gall (1898),Gunkel (1903), Edward Meyer (1906), Schmidt (1908), Gressmann (1913), Haupt (1914) y Alois Musil en `The Northern Hegaz» (1911)» «On the Track of the Exodus» por C.C. Robertson, p. 87.

JEBEL EL LAWZ – LA EVIDENCIA EN LA MONTAÑA

Lo primero que Ron notó al ver Jebel el Lawz en 1984 fue que el pico más alto de la cadena montañosa lucía distintivamente negro. Cuando uno se para en la base de la montaña—justo afuera de los marcadores de los límites de los que hablamos anteriormente, el pico más alto que puede verse parece como si estuviera cubierto de carbón. Cuando «Abu Hesham»

Escaló la montaña un poco al norte de este pico y miró al sur, pudo apreciar todo este parche “negro” en su totalidad. Luce exactamente como si el tope de la montaña Lawz se hubiese chamuscado.

«El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego» (Éxo 19:18).

Los “límites” establecidos por Moisés

«Pon un cerco alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte» (Éxo. 19:12).

El área del “precinto sagrado”, la sección que Moisés estableció bajo dirección divina para demarcar los límites al pie de la montaña, está rodeada de unas inmensas columnas de 18 pies de diámetro (5,4 m). Estas no pueden verse sino examinando detalladamente el lugar, ya que después de 3400 años de polvo y rocas acumulándose sobre ellas se ha elevado mucho el nivel del suelo.

Hoy solo pueden verse los topes de algunas de ellas sobresaliendo del suelo unas pocas pulgadas. Una de estas columnas fue parcialmente excavada cuando Ron y Dave estuvieron allí en 1985. Su construcción es como sigue: la pared o “capa” exterior, construida con rocas del tamaño de un ladrillo tiene 18 pies de diámetro, similar a las grandes columnas egipcias.

Adentro de esta pared externa hay otra pared interna varios pies más pequeña, y entre estas dos paredes están colocadas verticalmente otras piedras del mismo tamaño. Su ubicación puede verse fácilmente pues el suelo solo cubre unos veinte pies (6 m) de su superficie.

La evidencia muestra que se extienden de norte a sur en una línea casi recta, terminando en el lecho seco de un río que comienza en la montaña, baja por un lado y se extiende en dirección este (ver Deu. 9:21).

Las columnas limítrofes comienzan de nuevo por el lado sur del lecho, recorren el este, luego al sur y después al oeste, desde donde se extienden por todo el lado sur de la montaña.

El altar en la base de la montaña

Entre estos límites, cerca del punto donde la base de la montaña alcanza el nivel del suelo, se encuentran los restos de un gran altar hecho de piedras no esculpidas.

El precinto santo

Cuando se mira hacia el oeste, el área del precinto santo puede apreciarse. Inmediatamente hacia la derecha está una parte de la montaña que presenta dos “picos”. Justo debajo de estos picos, en la base de la montaña, se ve una cueva. En el pico de la derecha hay dos peñones extremadamente grandes con un árbol solitario en medio de ellos.

Este extraño árbol que aparentemente crece en medio del granito, fue una de las primeras cosas que Ron notó cuando vio la montaña por primera vez, y sirve para identificar positivamente la montaña.

En un área con millas y millas de montaña, este sitio particular es inconfundible. Al ver el árbol, sabemos que estamos allí. ¡De hecho, «Abu Hesham» le contó a Ron que él se dio cuenta de que estaba en la montaña correcta cuando levantó la mirada y vio el árbol entre los dos peñascos de granito!

En arqueología hay tres cosas que suelen presentarse en un sitio arqueológico importante: primero, obviamente, la evidencia física. Segundo, se encuentran inscripciones antiguas en el área que identifican o conectan el descubrimiento con el lugar. Finalmente, y muy importante, el estudio de las tradiciones locales que ha pasado de generación en generación entre los nativos de la región.

Como mencionamos anteriormente, el beduino Ibrahim Frich les habló a Ron y a Dave de «Jebel Musa Henna» cuando ellos estaban en Jebel el Lawz. En otras palabras, las personas locales se referían a esta montaña como la “montaña de Moisés”.

Pero hay una referencia en un libro escrito cerca del 650 d.C. que habla de un árbol en Sinaí, escrito por un hombre que vivió y conocía el oeste de Arabia Saudita. Ese libro es el Corán. Quien habla en ese pasaje supuestamente es Dios o Alá, quien se refiere a sí mismo en plural:

«Creamos para vosotros… un árbol salido del monte Sinaí, que produce aceite y condimento…» (El Corán, capítulo (Sura) «los creyentes», vers. 20).

Sabemos de por sí que Mahoma, el autor del Corán, visitó el área al menos una vez. Cerca del año 631 d.C., concluyó el tratado de paz con el jefe cristiano de Aqaba y de las tribus judías en el oasis de magna. Esta es el área inmediata al norte y al sur de Jebel el Lawz –en el área circundante que puede recorrerse a pie.

En la cara de la montaña, como mirando el precinto santo desde afuera, se extiende la evidencia de un antiguo río o arroyo que se originaba en lo alto de la montaña. Las aguas fluían hacia la parte sur de este precinto religioso, tomando hacia el este, siguiendo el borde de los marcadores del límite, para dar la vuelta y regresar al norte. Su ruta es aún visible hoy en día. La Biblia nos habla de esto:

«Luego agarré el becerro que ustedes se fabricaron, ese ídolo que los hizo pecar, y lo quemé en el fuego; lo desmenucé y lo reduje a polvo fino, y arrojé el polvo al arroyo que baja de la montaña» (Deu. 9:21).

De nuevo leemos en el Corán, donde según parece, la gente de esta área conocía muy bien la ubicación del Monte Sinaí y este arroyo.

“Moisés… dijo… Puedo distinguir un fuego… cuando se aproximó a él, exclamó una voz desde la ladera derecha del lecho del río, desde el árbol  en tierra bendecida: «¡Oh Moisés! ¡En verdad, Yo soy Dios…” (El Corán, capítulo `La Historia’, vers. 29-30.)

¡Esta es una descripción asombrosa de una escena que encaja perfectamente con la evidencia hallada en el lugar! La “tierra bendecida” es el área al pie de la montaña con el tope quemado, la cual está protegida en tres lados por las montañas. El árbol está justo a la derecha del río, algo que también encaja con la descripción.

Igual de interesante, tomando en cuenta de que se trata de una tradición árabe según se registra en el Corán, es lo siguiente:

“Y no estabas en la ladera de poniente [del monte Sinaí] cuando impusimos la Ley a Moisés, ni estabas entre quienes fueron testigos…” (Ibid, vers. 44).

¡Este lenguaje ilustrativo indica que la persona a la que se le habla no estaba al “poniente” o lado oeste de la montaña; ni en el lado este, en donde estaban los testigos!

El altar del becerro de oro

Como dijimos, la evidencia que hizo que los arqueólogos sauditas dijeran que este era un descubrimiento arqueológico importante fueron los petroglifos en el altar que se encuentra al este del precinto sagrado. De hecho, cuando se mira hacia el área sagrada desde el tope de la montaña, este altar está casi al frente. Esta ubicado aproximadamente a una milla (1,5 Km.) o más de la base de la montaña. Al leer la descripción bíblica de este acontecimiento, nos damos cuenta que el lugar encaja perfectamente con ésta:

“Moisés volvió entonces del monte. Cuando bajó, traía en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por sus dos lados. Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios. Cuando Josué oyó el ruido y los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: Se oyen en el campamento gritos de guerra. Pero Moisés respondió: Lo que escucho no son gritos de victoria, ni tampoco lamentos de derrota; más bien, lo que escucho son canciones. Cuando Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira y arrojó de sus manos las tablas de la ley, haciéndolas pedazos al pie del monte. Tomó entonces el becerro que habían hecho, lo arrojó al fuego y, luego de machacarlo hasta hacerlo polvo, lo esparció en el agua y se la dio a beber a los israelitas (Éxo. 32:15-20).

Podemos imaginarnos a Moisés y a Josué contemplando el área desde las alturas, preparándose para su descenso final. Observan más allá del precinto sagrado y justo afuera de las columnas que marcan sus límites. El pueblo está en gran conmoción, cantando y danzando. Más allá de la gran multitud, cerca de una pequeña colina, se encuentra el altar del becerro de oro.

Mientras caminan por el precinto sagrado, cerca del campamento, justo por dentro de sus límites, pueden apreciar claramente el becerro de oro sobre el altar. Moisés arroja las tablas de piedra, justo adentro del precinto sagrado, pero a la vista del pueblo. Continúa caminando hacia adelante, directamente hacia Aarón y el altar. Tomando  el becerro de oro, lo echa en el fuego que Aarón usó para derretir el oro en su fabricación (ver versículo 24).

Con el becerro derretido y convertido en una materia amorfa, se sube al altar y lo muele hasta convertirlo en polvo. Se lleva entonces la gran pila de polvo de oro al riachuelo que fluye hacia las afueras del precinto sagrado. Como nadie puede aventurarse afuera de los límites de este, quienquiera que beba de sus aguas no puede escapar de la contaminación del oro vertido en ella. Probablemente el campamento completo experimentó terribles problemas estomacales a causa del oro.

¡Hasta aquí, las evidencias de Jebel el Lawz encajan en la descripción bíblica perfectamente!

El altar al pie de la montaña

Si nos paramos afuera de las columnas y miramos directamente al oeste, hacia el precinto sagrado, cerca del pie de la montaña a la izquierda está un altar hecho de rocas no labradas. El tamaño del altar es de aproximadamente el alto del hombro de Ron, pero si se le da la vuelta, la inclinación del terreno detrás de este hace que su altura disminuya hasta el alto de la rodilla.

«Si me hacen un altar de piedra, no lo construyan con piedras labradas, pues las herramientas profanan la piedra. Y no le pongan escalones a mi altar, no sea que al subir se les vean los genitales» (Éxo. 20:25).

Nuevamente, el altar encaja perfectamente con la descripción bíblica. Las piedras están en su forma natural y no hay escalones. Moisés pudo haber hecho fácilmente las ofrendas sobre este entrando por detrás del altar, de frente a la congregación.

Extendiéndose desde este altar, a un ángulo de 90 grados, hay una especie de pared de aspecto no natural. Tal vez allí era donde se sacrificaban los animales o quizá era la fundación de alguna especie de edificación o de tienda.

Los doce pilares

«Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho. A la mañana siguiente, madrugó y levantó un altar al pie del monte, y en representación de las doce tribus de Israel consagró doce piedras» (Éxo. 24:4).

Con esta información y los doce pilares, analizamos la palabra aquí traducida como “piedras”, que es “matstsebah». ¿Acaso es esta el origen de la palabra «massebah», que es un término que define un pilar de una sola pieza?

Si es así, asumimos que estos pilares eran simples piedras levantadas y no columnas construidas con varias rocas apiladas. Pero hay otro ejemplo que podemos analizar:

“Los israelitas hicieron lo que Josué les ordenó, según las instrucciones del Señor. Tomaron las piedras del cauce del Jordán, conforme al número de las tribus, las llevaron hasta el campamento y las colocaron allí. Además, Josué colocó doce piedras en el cauce del río donde se detuvieron los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Esas piedras siguen allí hasta el día de hoy» (Jos. 4:8-9).

Sin duda alguna estas eran piedras individuales. De esta manera, podemos esperar que los “pilares” que Moisés erigió no estaban construidos de numerosas piedras juntas. Hacia la derecha del precinto sagrado, y cerca del frente (mirando hacia el este del área) hay un semicírculo de doce piedras de granito grandes de unos seis pies de ancho por nueve de alto (2 x 3 m) según cálculos realizados basados en el desnivel del piso. Estas, al igual que las columnas de cinco metros de diámetro, están también cubiertas de suelo aluvial que ha sido depositado en el área por las lluvias anuales, por lo que solo se ven sus topes.

El tabernáculo de mármol blanco

Cerca del altar en la base de la montaña se encuentran los restos de algún tipo de tabernáculo construido de mármol blanco puro y pulido. Su estilo indica que es de una fecha muy posterior. Era redondo, con ocho juegos de columnas dobles en intervalos pares. Su techo era un domo pulido. Las piezas de las columnas tienen unas 21 pulgadas de diámetro (53 cm.), con una medida equivalente a 20,6 pulgadas (52,3 cm.)—el codo real usado en el Arca de Noé y en la fabricación del Tabernáculo y de su mobiliario. Este no es el único existente en el área, y fueron vistos por Ron en su primer viaje al lugar en 1984.

Cuando Ron y Dave exploraron la región de forma separada como lo dispuso el equipo de interrogaciones, Ron encontró un pedazo de mármol blanco con una inscripción en hebreo arcaico, que tuvo que encomendar a la memoria y enterrarlo, sin mencionar nada a los sauditas. Ron cree que podría probar con esa pieza que Salomón erigió esos tabernáculos si tuviera la posibilidad de volver y recuperarla.

Rephidim

Justo en el lado oeste de la cadena montañosa, opuesto al precinto sagrado, hay un área que presenta una roca impresionante de seis pisos de alto ubicada sobre una colina de unos 200 pies de altura (60 m). Esta roca tiene una profunda grieta o hendidura en todo su centro y muestra señales inequívocas de erosión por agua y evidencia de que numerosas fuentes salieron de ella en varias direcciones.

A unas doscientas yardas (182 m) de esta roca hay otro altar, similar en construcción al del precinto sagrado. Éxodo 17:25 dice: “Moisés edificó un altar…” Esta área también presenta una inmensa planicie en donde pudo haber ocurrido la batalla contra los amalecitas.

La evidencia arqueológica es arrolladora, y solo hemos tocado una pequeña parte de ella. Cuando podamos hacerlo sin comprometer la seguridad de la familia de «Abu Hesham», todo se hará público y estará disponible en video y en publicaciones. ¡Por ahora debemos seguir siendo pacientes!

http://www.anclasdepiedra.com/content/view/17/27/

¿EL MONTE SINAÍ EN ARABIA?
¿EL MONTE SINAÍ EN ARABIA? (SEGUNDA PARTE)
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¿EL MONTE SINAÍ EN ARABIA? (CUARTA PARTE)
¿EL MONTE SINAÍ EN ARABIA? (QUINTA PARTE)

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.