El multiverso de la imaginación XVIII
En lo más frondoso de una selva
José Antonio Iniesta
Me he “perdido” más de una vez para encontrarme a mí mismo en los más profundo y salvaje de una selva. Unas veces fue en México y otras en Brasil, esos lugares donde la naturaleza de la Madre Tierra está completamente viva, ruge, brama o suena como el canto almibarado de un pájaro que está escondido.
Una de las experiencias más grandiosas de toda mi vida tuvo lugar en el Amazonas, sin nadie que me acompañara, en completa oscuridad, en plena noche, sin que nadie supiera que había abandonado la cabaña de una comunidad cabocla donde me alojaba para enfrentarme a uno de los más grandes misterios. Y para rizar el rizo, y experimentar el prodigio y hasta el milagro en la pura expresión de la palabra, hice el recorrido en completa oscuridad, enfrentándome en cuerpo, mente y espíritu a los más grandes peligros como experiencia de pura catarsis, chamanismo en la expresión de la palabra, consciente, o no tanto, de que tenía una posibilidad entre un millón de encontrar lo que buscaba y encima regresar vivo para contarlo.
Lo hallé, me estremeció hasta lo más profundo de mi alma y volví con toda tranquilidad, aunque eso de recorrer la selva en completa soledad, sin brújula alguna, sin una mochila llena de algo que pueda ser útil, menos todavía tecnología, que no la usé ni en pintura, y encima apagar el único mecanismo que me podía dar luz en esa andadura, es jugarse el destino a la lotería. No lo quiso la Madre Tierra, no lo desearon los seres de luz que me protegían, y por eso estoy aquí, contándolo ahora, aunque ni por asomo estoy narrando lo que verdaderamente sucedió aquella apasionante noche en la que comprendí que todo lo más mágico que han contado los chamanes durante miles de años es cierto, que existe la verdadera magia y que los árboles tienen conciencia y hasta capacidad y necesidad de comunicarse con los seres humanos.
Yo lo hice con una ceiba de seiscientos años, uno de los seres más entrañables que he conocido en mis viajes por medio mundo y parte del otro, y tanto de esta tercera dimensión como de las que permanecen invisibles a los ojos de los seres humanos. La añoro, la recuerdo con inmenso cariño, y trato de no olvidar todo lo que me enseñó aquella noche. Sabía que era imposible encontrarla en ese laberinto de la floresta brasileña que se traga vidas por docenas, así que dejé que ella me llamara y me encontrara…
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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.