A lo largo de Australia, se dice que hay más de 200 lenguas aborígenes y 600 dialectos, pero al parecer no existe ningún sistema de escritura para la transcripción de la palabra. Entonces, ¿cómo transmitieron los mensajes entre los diferentes grupos indígenas, a través de la enorme masa continental de Australia? La solución radica en los ‘palitos mensajeros’: una antigua forma de comunicación utilizada durante miles de años, que todavía sigue en uso hoy en día en algunas partes de Australia.
Los tradicionales palitos mensajeros estaban hechos de madera y eran trabajados a mano, generalmente de tamaño pequeño y fáciles de transportar (entre 10 y 30 cm). Eran tallados o pintados con símbolos y diseños decorativos que transmitían mensajes e informaciones. Además, dichos símbolos constituían la prueba de que los mensajes eran auténticos. Algunos eran preparados rápidamente, mientras que otros se preparaban con más tiempo para dejar marcas nítidas y bien decoradas. Siempre hubo marcas distintivas para el determinado grupo o nación que enviaba el mensaje y otras para identificar la relación del portador con el grupo receptor. Así, cuando el palito mensajero tenía que recorrer largas distancias y pasar de una tribu a otra, podría ser identificado y autenticado por los grupos vecinos y gracias a los traductores.
Los palitos mensajeros eran objetos que concedían a su portador una especie de inmunidad diplomática, así como garantizaban un pasaje y una entrada segura en tierras de otras tribus, incluso en «territorio enemigo». Cuando alguien que llevaba un palito mensajero entraba en el territorio de otra tribu, se anunciaban a sí mismos con señales de humo y luego eran acompañados y llevados hasta los ancianos para comunicarles su mensaje verbal. Posteriormente, el mensajero volvía a ser acompañado hasta la frontera al tiempo que llevaba con él la respuesta para su tribu.
Los mensajes transmitidos por estos palitos incluían anuncios de ceremonias, noticias, solicitudes, disputas, avisos, convocatorias de reuniones, arreglos matrimoniales, notificaciones sobre fallecimientos de familiares, solicitudes de objetos y negociaciones comerciales. Sorprendentemente, el mensaje contenido en estas herramientas de comunicación podía ser entendido por aborígenes de diferentes regiones de Australia, a pesar de que poseyesen diferentes lenguas y dialectos. Por ejemplo, existe uno de los palitos mensajeros en la Dandiiri Maiwar Exhibition del Museo y Centro de Ciencias de Queensland sobre el que el obispo White de Carpentaria describió cómo se lo entregó un niño aborigen en Darwin a un chico en Daly Waters. El obispo White pidió al chico de Darwin la traducción del mensaje. El niño dijo que los símbolos del mensaje solicitaban vendas y boomerangs de Daly Waters. El obispo entregó el palito mensajero y pidió al destinatario que le dijera cuál era el mensaje. El niño interpretó el palito mensajero exactamente como el precedente chico de Darwin había explicado.
Por último se ha observado que, mientras el sistema de mensajería se desarrolló mucho en algunas regiones, también existen algunas tribus que no utilizaron jamás dicho sistema de comunicación. Esto no debería ser demasiado sorprendente teniendo en cuenta el tamaño de Australia y la gran cantidad de diferentes tribus existentes. Además, debemos recordar que la ‘Cultura Aborigen’ no debe considerarse como una entidad rígida, sino con variaciones de una región a otra.
Los palitos mensajeros han jugado un papel importante en la comunicación entre los grupos indígenas a través del inmenso paisaje australiano durante miles de años y han sobrevivido como parte de las celebraciones culturales australianas.
Fuente: https://www.ancient-origins.es/lugares-antiguos/palitos-mensajeros-002597
Enlace: https://www.sieteluces.com/los-palitos-mensajeros-de-los-aborigenes-un-antiguo-sistema-de-comunicacion/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.