Amigos del misterio, bienvenidos a uno de los enigmas que más cabezas sapientes ha partido en dos, a lo largo de la Historia: el Manuscrito Voynich. Es un libro, raruno como él solo, que criptógrafos y lingüistas de todo el mundo y todas las épocas, desde que apareció en escena, han tratado de descifrar, sin conseguirlo. No sabemos en qué idioma está escrito, ni quién leches lo escribió, ni qué carajo nos quiere decir (1). Eso sí, por las ilustraciones que contiene, se ve que es curioso y enigmático a partes iguales. ¡Ala, ya os he puesto los dientes largos!
¿De dónde sale el Manuscrito Voynich?
Vayamos por partes. Primero, ¿por qué se llama Manuscrito Voynich? Pues porque un librero y tratante de antigüedades de Nueva York, Wilfrid Voynich, un bibliófilo empedernido, lo descubrió (2). Fue a finales de 1912 (3), en la antigua biblioteca de un convento de Mondragone (cerca de Roma) (4). Al toparse con un documento tan rarísimo, al librero, que era muy avispado, se le encendieron todas las bombillas. Así que lo compró en una subasta. Por eso, el manuscrito lleva su apellido (5).
Wilfrid Voynich y Ethel Lilian Boole: dos camaradas como la copa de un pino
Pero ojo, porque el amigo Wilfrid era todo un personaje, tan pintón como el manuscrito que nos ocupa. De origen lituano, se graduó en químicas, en la Universidad de Moscú, y después obtuvo una licencia como farmacéutico. Pero lo más interesante y destacable, de sus años de buen mozo, son sus firmes convicciones marxistas y anarquistas. En 1885, puso rumbo a Polonia (de donde remanecía su familia) y se unió a la organización revolucionaria Proletarjat, donde conoció a grandes figuras revolucionarias, como nuestra querida Rosa Luxemburgo (6).
Y el caso es que un amigo de su papi lo reclutó para una misión bastante peligrosa: liberar a dos prisioneros revolucionarios que el Estado Polaco había sentenciado a muerte. Con tal mala suerte, que un chivato traidor largó todo el plan de fuga y los delató. Por ello, Wilfrid Voynich acabó en prisión y condenado al destierro, en Siberia, donde, además de pelársele el culo de frío, hizo pandi con otros simpatizantes del bolchevismo (7). Finalmente, en 1890, logró escapar de Rusia y las pasó verdaderamente canutas hasta que consiguió llegar a Londres, donde conoció a la que sería su compañera de vida: Ethel Lilian Boole. Se casaron un año después (8) y ambos continuaron colaborando con los revolucionarios, hasta 1895. Por ejemplo, fueron los artífices de introducir en Rusia, de forma clandestina, traducciones del Manifiesto Comunista y de El capital (9).
Lo nuestro son los libros, cariño
Ethel, además de traducir obras a mansalva, tanto al ruso como al inglés, se convirtió en una escritora importantísima, que lo petó en la Unión Soviética. Su novela El Tábano, es todo un clásico (10).
Ethel Lilian Boole El tábano
En cuanto a Wilfrid, con tanto traducir y mover libros de aquí para allá, fue capaz de reunir la colección más completa de libros sobre los movimientos revolucionarios del siglo XIX. Así que fundó el Sindicato del Librero, con miras a que fuese una editorial del carajo. El proyecto fracasó, pero fue el primer contacto de Wilfrid con el oficio de librero y editor. Wilfrid empezó a interesarse por libros antiguos y raros y empezó a traficar con ellos. El vasto material político de su colección se encuentra actualmente en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas de Londres. Así, para 1897, Wilfrid ya se había convertido en un importante coleccionista, librero y vendedor de primeras ediciones y libros incunables. En 1902, ya era conocidísimo en Londres, donde tenía su negocio, en pleno centro de la ciudad (11).
En 1912, Wilfrid viajó a Italia en busca de libros raros, perdidos u ocultos en iglesias y monasterios, y encontró el Manuscrito que nos ocupa en esta ocasión (12). Cuando Wilfrid falleció, en 1930, Ethel heredó el manuscrito. Esta, justo antes de morir, en 1960, se lo legó a una amiga, quien, en 1961, se lo vendió a otro anticuario neoyorquino (13). Este, al no conseguir darle salida ni sacarle unos cuartos, en 1969, se lo regaló a la Universidad de Yale (Connecticut, Estados Unidos) (14). Allí se encuentra en la actualidad, en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos, donde lo tienen catalogado como “Manuscrito Cifrado” (15).
¿Cuál es la pista más antigua del Manuscrito Voynich?
Pero, ¿de dónde venía el dichoso librito? ¿Cuál era su pasado? Resulta que, en el siglo XIX, tras haber pasado de mano en mano, y haber desafiado a las mentes más lúcidas, como Athanasius Kircher, un jesuíta, erudito y criptólogo, fan de los jeroglíficos egipcios, que acabó hasta la coronilla de no conseguir descifrarlo, el manuscrito quedó depositado en el convento de Mondragone (16).
Pero esta no es la pista más antigua que tenemos del manuscrito. En 1586, el emperador Rodolfo II de Habsburgo, que se volvía loco perdido con las ciencias ocultas, la magia y otras extrañezas varias, se lo compró por una elevada suma de moniches (exactamente, 600 ducados de la época, un buen pastizal), a dos buenos pájaros ingleses. Uno de ellos era John Dee, un matemático, que decía ser mago y que, además, afirmaba que podía comunicarse con los ángeles, ni más ni menos, a través de unas piedras. El otro, era Edward Kelley, de oficio cara dura, embustero y timador (17).
¿Cómo llegó hasta Mondragone?
Cuando Rodolfo II falleció, el manuscrito pasó a manos de un alquimista: el director de los Jardines Botánicos de Rodolfo, en Praga. En 1622, lo custodió otro alquimista, que fue quien le envió copias a Athanasius Kircher y le dejó el manuscrito en herencia a su amigo, el rector de la Universidad de Praga. Este se lo envió directamente a Kircher. El Voynich quedó almacenado con las pertenencias de Kircher, hasta que otro jesuíta del Colegio Romano se hizo con él. Finalmente, la colección de este señor se trasladó a Mondragone (18). Y el resto del cuento, ya lo conocéis.
Con todas estas premisas, comprenderéis que el propio recorrido del libro ya da para una buena investigación. Pero es que su contenido, y la impotencia de no poder descifrarlo, no hacen más que añadir misterio y curiosidad a la ecuación.
El desafío de poder entender un texto
Al no poder reconocer el idioma en el que está escrito, se barajan dos hipótesis: que se trate de una lengua desconocida (el voynichés se ha llamado), o que se trate de un texto cifrado o encriptado (19).
Los textos cifrados no son algo inaudito, sino que han existido desde tiempos antiguos. Todas las civilizaciones, a lo largo y ancho del planeta, han encriptado textos, con códigos secretos, si contenían algo de relevancia que no debiese estar al alcance de cualquiera. ¿Quiénes podían acceder al contenido de esos textos? Pues un puñado de privilegiados, que eran iniciados en el código correspondiente. Es más, en la época en la que podemos situar la creación del Manuscrito Voynich (siglo XV), los libros encriptados estaban de moda. La cosa es que todos estos textos, más tarde o más temprano, han sido descifrados, pero en el caso del Manuscrito Voynich, no ha habido manera. De hecho, es el único manuscrito medieval no descifrado que queda en el mundo (20).
Y mira que, desde el siglo XVI, alquimistas, bibliotecarios, profesores y otros eruditos y expertos en lingüística y criptografía lo han intentado. ¡Incluso expertos de la CIA y matemáticos que descifraron los códigos nazis y japoneses de la Segunda Guerra Mundial! Pero, uno tras otro, fracasaron (21). Alguno hay que hasta acabó trastornado perdido, por la obsesión que le provocó no poder resolver el enigma (22).
Por eso el Voynich se presenta como un auténtico desafío, que parece no tener fin. Sobre él se han aplicado técnicas tradicionales de criptografía (como sustituir una letra por otra, o asignarles un valor numérico), tarjetas perforadas y programas informáticos de lo más variopinto, sin llegar a ningún resultado. Así que, si es un texto encriptado, sus claves son terriblemente enrevesadas. Tanto, que nadie ha logrado descifrarlas (23).
¿Qué narices contiene el Manuscrito Voynich?
El texto no tiene título, ni está firmado, ni fechado y tampoco está dividido en capítulos (24). Pero podemos situarlo en el tiempo, gracias a las pruebas del carbono 14. Según estas, pudo elaborarse entre 1404 y 1438 (25). Está escrito sobre un pergamino fino y se trata de 102 folios escritos e ilustrados por ambas caras. Algunos de estos folios son desplegables y se sabe que faltan (se han perdido) unos 28. Según la Universidad de Yale, consta de 252 páginas (el número de páginas varía según se cuenten los folios), que contienen alrededor de 40.000 palabras y de 19 a 28 caracteres (letras) diferentes. – Aunque un estudio reciente los reduce a 10 – (26).
El tipo de letra empleada en el manuscrito se ha identificado como cursiva humanística italiana o en caracteres latinos. Esta se usaba en Europa occidental, entre mediados del siglo XV y comienzos del XVI (27). Además, se demostró que, para escribirlo, se utilizó una pluma de ave y tinta de agallas de roble. – Ambas cosas, utilizadas comúnmente durante la Edad Media y el Renacimiento – (28). Según parece, fue escrito por un único autor (29), y la homogeneidad y regularidad de las letras – son prácticamente iguales, escritas de manera corrida y sin errores, algo muy poco común en un manuscrito – lleva a pensar que quizás pudo usarse una plantilla para trazarlas (30). – Si realmente fue así o no, lo desconocemos – (31).
Las «secciones» del Manuscrito Voynich
Pero lo que más llama la atención cuando se tiene el Voynich entre las manos – y la mejor pista que tenemos sobre de qué podría tratar el texto – es que está repleto de dibujos. De las 252 páginas, apenas 33 contienen solo texto. El resto de las páginas del manuscrito contienen ilustraciones. Y, según el tema de estos dibujos, podemos dividir el Manuscrito Voynich en cinco partes distintas (32).
1) Una sección botánica o herborística
Esta ocupa más de la mitad del manuscrito (unas 130 páginas) y contiene ilustraciones muy detalladas, acompañadas de texto, de 113 especies de plantas sin identificar (33). Aunque unos expertos en botánica y horticultura estadounidenses han encontrado similitudes entre estos dibujos y las ilustraciones de plantas utilizadas por los aztecas en los remedios herbales tradicionales, que se encuentran en los registros del siglo XVI de México. Así, han teorizado que el manuscrito podría ser mesoamericano (de la Nueva España colonial), y no europeo como se ha creído siempre (34). ¿Problema? La datación del Voynich que nos dio el carbobo 14, que no lo sitúa en el siglo XVI, sino a principios del XV (35).
2) Una sección astronómica o astrológica
Esta contiene 25 diagramas astrales, acompañados de poco texto, en forma de círculos, con diferentes símbolos astrológicos, soles, lunas y estrellas. Lo más curioso, son unas espirales que recuerdan a las galaxias (se desconocían en el siglo XV) y unas constelaciones que no existen en la realidad. Algunas de las páginas de esta sección, son desplegables (36). – Hay quienes consideran uno de estos desplegables, con nueve medallones extraños, rellenos de estrellas y formas similares a las células, con estructuras fibrosas que vinculan los círculos, otra sección distinta, “cosmogónica” – (37).
Algunos de estos diagramas tienen el sol o la luna en el centro. Otros, contienen estrellas e inscripciones. Y hay otros con los signos del zodiaco (38).
3) Una sección, quizás, biológica o médica
Dicha sección contiene pequeños dibujos de desnudos femeninos, la mayoría con grandes caderas y vientres voluminosos – las ilustraciones más misteriosas del Voynich –, que podrían representar la reproducción. También hay quien ha achacado la voluptuosidad de estas figuras al ideal de belleza de la época. Destaca, además, la enorme cantidad de cisternas o grandes piscinas que aparecen, conectadas unas con otras a través de cañerías o canales, donde se bañan estas mujeres desnudas o ninfas. Teniendo en cuenta el agua representada y las cañerías, también se ha especulado con que estas ilustraciones pudiesen representar el sistema cardiocirculatorio o el aparato digestivo (39).
4) Una sección farmacéutica
Contiene ilustraciones de más de 100 especies distintas de hierbas medicinales (con inscripciones identificativas y algo de texto) y de frascos (o vasijas) etiquetados, semejantes a los de la farmacopea tradicional . En este caso, dichas plantas medicinales sí están identificadas (40).
5) La última parte del Manuscrito Voynich, que se ha llamado Recetario
Consta de texto ininterrumpido, con estrellas en los márgenes (a modo de asteriscos, quizás) (41). La última página contiene, supuestamente, una “clave” cifrada, que hace referencia a Roger Bacon (filósofo y teólogo inglés), al que se le atribuyó la autoría del manuscrito (42). Sin embargo, Bacon vivió en el siglo XIII y el texto está fechado en el XV: otra conclusión incorrecta (43).
¿Un libro sobre medicina o, tal vez, un libro esotérico? ¡Vaya usted a saber!
Todos estos dibujos, a primera vista, dan la impresión de que el texto podría ser una guía de medicina y farmacia tardo-medieval o renacentista (44). Pero, dada la rareza de muchos de ellos (las plantas de la primera sección, y que no se le encuentra sentido a la sección biológica ni explicación sólida a la astronómica), se ha deducido que el texto podría ser esotérico y tratar sobre ritos ocultos, y que las ilustraciones de astros, plantas y mujeres podrían ser símbolos alquímicos (45). Aunque esto tampoco deja de ser una especulación. Porque, a fin de cuentas, todas estas conclusiones solo se basan en el análisis de las ilustraciones que contiene el manuscrito (46).
¿Quién escribió el Manuscrito Voynich?
Aparte de la teoría fallida de que el autor del Voynich fue Bacon, han existido otras especulaciones que darían para un buen best seller. Estas oscilan tantísimo, que mientras unos señalan a los cátaros, otros incluso nombran a algún alquimista (47). Los hay que dicen que fue Leonardo Da Vinci – porque era zurdo y el texto parece haber sido escrito por un zurdo. Bueno, y porque al amigo Leonardo se le atribuye casi todo – (48). También hay quienes sostienen que el autor fue Filarete (arquitecto de mediados del siglo XV) – porque en el texto aparece la traza de un edificio parecido a su torre del castillo Sforzesco (Milán) – (49). Lo cierto, es que no hay pruebas concluyentes que respalden ninguna de estas hipótesis y que no tenemos ni pajolera idea de quién escribió el Voynich (50).
¿Un fraude? ¿Es el Manuscrito Voynich la mejor broma de la Historia?
Así, ante la imposibilidad de descifrar el manuscrito, muchos expertos han sostenido que el Voynich es un fraude o, quizás, una broma. Y que, por lo tanto, no contiene ningún mensaje (51).
Se especuló que fueron John Dee y Edward Kelley quienes crearon el manuscrito para tangar a Rodolfo II de Habsburgo, y que el Voynich no sería más que eso, una estafa (52). De hecho, a Kelley ya lo habían trincado anteriormente falsificando documentos en Inglaterra (53). Sin embargo, el manuscrito está datado, recordemos, a principios del siglo XV, y estos dos mangarrianes se lo vendieron al emperador en 1586: no cuadran las fechas, pues hay más de cien años de diferencia entre la creación del manuscrito y estos dos tipejos (54).
Por otro lado, si el Voynich se tratase de una broma, su autor se tomó demasiadas molestias para que le saliese redonda. Porque el texto no está redactado al tuntún, sino que respeta algunas normas formales: está escrito de izquierda a derecha y cumple la ley de Zipf. ¿Y esto qué significa? Pues que está escrito en una lengua natural, no inventada. Para que se entienda mejor: el élfico de Tolkien o el Klingon de Star Trek no cumplen esta ley, pero el voynichés, sí. Además, se percibe que el Voynich está escrito de manera fluida y que sigue algunas reglas ortográficas y gramaticales (55). Aunque cierto es que en el manuscrito no aparecen signos de puntuación y que muchas palabras se repiten en la misma línea y en la misma página (56).
Estos estudios que se han hecho sobre el manuscrito, han sugerido que el voynichés no es europeo (57). En cualquier caso, lo que sí sabemos es que el Voynich no se trata de una falsificación (58).
Conspiranoicos en modo on
Por supuesto, como en toda buena historia de misterio que se precie, también han rulado las teorías conspiranoicas y demás idas de pínfano alrededor del Voynich. Hay quien dice que es indescifrable porque los “Hombres de Negro” se encargaron de ello, cargándose sus claves, pues su contenido es peligrosísimo – firmado: Jacques Bergier – (59). O que es imposible que lo entendamos, porque lo escribieron seres de otro planeta – el chiste se lo debemos a Erich Von Däniken – (60). ¿Credibilidad racional y científica? Pues ninguna.
Los últimos iluminados que han intentado descifrar el Manuscrito Voynich
Lógicamente, un texto con tanto salpichurri no deja indiferente a nadie. Pasan los años, y siguen apareciendo expertos de las más diversas y distintas ramas, empecinados en que ellos serán más listos que nadie y lograrán, por fin, descifrar el dichoso Manuscrito Voynich. A ver, pensad que el día que alguien lo logre, si es que se logra, la afortunada o el afortunado avispada/o se llenará los bolsillos que dará gusto. Y se colmará de fama, que oye, siempre atrae. Así, motivación a la hora de meterle mano al Voynich, pues nunca falta.
Inteligencia artificial Vs Manuscrito Voynich
Unos de los últimos aventureros que se han atrevido a meterle mano al Voynich, en 2018, han sido dos expertos en computación canadienses (61). Estos aplicaron sobre el texto la inteligencia artificial y sentenciaron que estaba escrito en hebreo (62). ¿Problemilla? Que estos amigos compararon – de manera muy forzada, pues asumieron que las palabras del Voynich eran anagramas (cuando las letras están cambiadas de posición) (63) – un texto escrito en el siglo XV con lenguas actuales, lo que es, cuanto menos, una osadía. Para que os hagáis una idea, según su estudio, el siguiente idioma que más se parecía al del Voynich era el malayo, que no tiene nada que ver con el hebreo… Vamos, que podemos desechar directamente esta investigación (64).
El… ¿“pre-romance”?
En 2019, Gerard Cheshire, investigador de la Universidad de Bristol (Inglaterra), revolucionó la prensa afirmando que había resuelto el enigma del Voynich. ¡Y en solo dos semanas! (65). ¡Qué tío!
Según Chesire, no es un texto encriptado, sino que está escrito en lengua protorromance. Cabe aclarar, de entrada, que no tenemos ningún otro documento ni evidencia de dicha lengua (66). Chesire, además, afirma que fue compilado por una monja dominica, para María de Castilla, reina de Aragón. Y que se dirige a la salud física y mental femenina, pues consiste en una serie de remedios herbales, baños terapéuticos y lecturas astrológicas (67).
Aunque hay investigadores que le han seguido el rollo, en general, la comunidad científica se le echó encima inmediatamente (68). Primero, porque es poco creíble que en un par de semanas el gachón haya sido capaz de resolver un misterio que lleva volviendo locos a los estudiosos desde el siglo XVI (69). Y, segundo, porque el protorromance no existe (70). Por no decir que el estudio de este hombre está repleto de errores técnicos y tiene muy poca base científica (71).
También existe un estudio de 2020 que afirma que el Voynich está escrito en gallego medieval (gallego-portugués) (72). Pero, de momento, la comunidad científica se mantiene en silencio.
El Manuscrito Voynich: un enigma sin resolver, le pese a quien le pese
Hay veces en la vida que hay que resignarse y admitir que no tenemos ni pajolera idea de qué narices es el enigma que tenemos delante de nuestros ojos. Y este es el caso del Voynich. Lo cierto es que, tras tantas investigaciones y tras tanto estudioso observando el manuscrito del derecho y del revés, seguimos como al principio. No tenemos ni puñetera idea de los secretos que esconde el Voynich. A día de hoy, seguimos sin poder traducirlo a ningún idioma conocido. Y, si es que el texto está encriptado, seguimos sin conocer la clave que nos de la llave para poder comprenderlo (73).
¿Que nos pica la curiosidad? ¿Que desearíamos descifrar por fin sus enigmas? Pues sí. Pero que esas ansias no nos lleven a aceptar cualquier teoría de turno que nos intenten colar. Paciencia y pensamiento crítico, amigas. Suelen ser la clave de la sabiduría. Además, puede que haya llegado el momento de admitir que quizás jamás podamos conocer el significado del Manuscrito Voynich (74).
Fuente: https://khronoshistoria.com/go/historia-medieval/medievo-europeo/manuscrito-voynich/
Enlace: https://www.sieteluces.com/el-enigmatico-manuscrito-voynich-un-misterio-sin-resolver/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.