Guerra en Ucrania, invadida por el ejército ruso. ¿Habrá alguien que tuviera todavía una legítima duda de que se iba a producir? Yo no la tuve nunca, nunca… Así que más allá de geoestrategias, de movimientos de tropas, de causas políticas y militares, de buenos y malos, me declaro en contra de los malditos activadores del terror planetario, los que sin necesidad de quitarse las máscaras se ven todos los días en las pantallas de televisión. ¿Qué más da el partido político al que sirvan, el remoto lugar del planeta en el que se manifiesten, si el carnaval en el que viven eternamente sirve al único y verdadero propósito de crear miedo y bloquear la conciencia humana, la necesidad de paz que todos tenemos?
¿No os sirvió, malditos servidores de los arcontes, la pandemia de un virus mortal para poner de rodillas a la especie humana? ¿No tuvisteis bastante con cubrir de cadáveres la faz de nuestra amada Madre Tierra? ¿No os basta con provocar un ecocidio en el Amazonas, para ir acabando sistemáticamente con el gran pulmón del planeta, con el apoyo de un genocida declarado cuando manifiesta públicamente que va acabar con los verdaderos guardianes y herederos de estas tierras desde la oscura noche de los tiempos? ¿Os parece todavía poco matar a tiros, a palos, o hundirlos en la más vergonzosa miseria, a los líderes de las comunidades tribales, los únicos que realmente guardan en su corazón la sabiduría ancestral que algún día nos permitiría ser libres.
Ya no me vengáis con dualidades de buenos y malos, porque sois los mismos perros con distintos collares, y lo escribo porque es una expresión popular que se puede entender, pero no porque os compare con perros, que sería desmerecer y humillar a esos grandiosos aliados de la especie humana. Podría decir que sois chacales, y hasta sería difamar a una especie animal que obra con coherencia, siguiendo su propósito evolutivo, el instinto que le dio la evolución natural. Y me gustaría decir que sois buitres carroñeros, y tampoco sería justo con los buitres, que desarrollan la misión de limpieza de animales muertos para la que fueron creados.
No, vosotros sois auténtica piel de demonio inspirados por demonios sin piel, etéricos, invisibles, salvo cuando se empeñan en materializarse, que también lo hacen a su antojo y a destajo.
Malditos creadores todos de realidades paralelas, sanguinarios depredadores de la esperanza humana, fabricantes del miedo a destajo en cadenas de producción que trabajan veinticuatro horas al día. Y todo para que no tengamos sueños de un mundo mejor, para que borremos de nuestro diccionario la palabra fraternidad, para que nos olvidemos de creer en eso que se llama amor.
¿Quién os puede perdonar la muerte de un ser humano que tenía una familia, unos proyectos de futuro, un cuento de hadas en una estantería, una muñeca o un camión para jugar? ¿Qué medida tiene nuestro hartazgo de que seáis tan absolutamente miserables? Nada me dice ya sobre nombres de países como Rusia o Estados Unidos, o siglas como la OTAN. Todo es vuestra estructura visible de poder en el mundo, que nada tiene que ver con abrazar árboles, acariciar las flores, escribir poemas o pintar un lienzo lleno de colores.
Sois la miseria humana, la vergüenza humana, sois la escoria de este planeta y de toda la galaxia, con una historia de terror que va más allá de la propia historia de la humanidad. Qué empeño, Dios mío, en crear miedo. Ayer era el miedo a un virus, hoy es a una guerra en Europa y en el mundo, y mañana será lo que vosotros queráis, porque os da la gana sembrar terror por la mañana, por la tarde y por la noche. Porque disfrutáis viendo cómo los seres humanos tiemblan y se encogen, lloran y pierden la esperanza.
Pues no, todavía quedamos personas que podemos y queremos quitar las máscaras de los verdaderos artífices de tanto terror planetario, ahora que estamos a punto de celebrar el carnaval, porque vuestro carnaval de las bajas pasiones es cada día del año.
Hoy escribo con rabia, pero con inmenso amor. Escribo por el primero de los seres humanos que ha muerto por vuestros inmundos juegos de guerra, y por todos los que han venido después, y por todos los que morirán a partir de ahora. Desprecio vuestro intento, os desprecio a los humanos y a los arcontes que formáis parte de este plan maligno contra nuestro mundo, el mundo de tantos seres humanos, inocentes y desvalidos.
Hoy lloro por los que sufren, lloro por mi propio llanto, pero mis lágrimas nunca me arrebatarán mi dignidad y mi legítimo derecho a defenderme, y lo haré con esperanza, después con esperanza y más tarde con más esperanza… Hasta que llegue el momento en el que vuestra pesadilla sea un mal sueño olvidado…. Que Dios nos ayude, porque a vosotros sólo os quedará la miseria más abominable de la perdida de conciencia.
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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.