Extraído de “El Enigma de la Vida”, de Nils A. Amnéus.
Cuando contemplamos las estrellas y nuestra mente se satura con la grandeza del Universo, y luego pensamos en nuestra propia y diminuta Personalidad, nos damos cuenta de la insignificancia e intermitencia de esa Personalidad, y podemos apreciar su papel nada importante que juega dentro del Universo.
Esa parte de nuestra naturaleza, la cual de esa manera es capaz de hacerse a un lado y darse cuenta de lo intermitente de su vehículo, no es parte de ese vehículo. Esa parte pertenece al lado permanente de nuestra naturaleza.
Tenemos noción de nuestra propia existencia como Yo soy Yo, o Ego Humano, cuya identidad ha permanecido invariable durante toda nuestra vida. Sabemos que, aún en nuestro estado de alerta, ese Ego es diferente del cuerpo físico, de la mente-cerebro, memoria y sentimientos, porque puede separarse, observar, dirigir y dominar a todos esos otros aspectos. Por lo tanto, puede aún tener una existencia independiente de todas esas corrientes cambiantes internas, y si lo hace mientras está corporificado, también puede tener esa misma existencia independiente después que los aspectos variables han desaparecido con la muerte.
Cuando advertimos los vínculos que nos unen a nuestros prójimos, es porque existe algo de ellos dentro de nosotros.
Cuando nos fascinamos con las maravillas del Universo y nos proyectamos hacia el Infinito, no importa cuán débilmente sea, tratando de formarnos algún concepto de él, es sencillamente porque existe algo del Universo y del Infinito dentro de nosotros.
Los pensamientos no pueden alcanzar un nivel más alto que su fuente, lo mismo que el agua no puede subir a un nivel más alto que el de la fuente de donde fluye. Los pensamientos e intuiciones que se relacionan con intereses mucho más allá de nuestro Ego Personal, no pueden tener su origen en ese Ego. Ellos deben proceder de una fuente desde dentro de nosotros, la cual es similar con los asuntos con los que se relaciona, y esa fuente es el Rayo de Conciencia Universal, el que actúa en la Mente Superior o Espiritual. Este lado superior de nuestra naturaleza con todos sus vehículos, existe en planos superiores del plano físico-mental, y es independiente del cuerpo físico.
Esa fuente superior ya existe dentro de nosotros, y no necesita ser «desarrollada.» Es el Ego Humano el que tiene que evolucionar a un nivel más alto de conciencia, para que pueda alcanzar una unión consciente con su fuente superior.
Este levantamiento y refinamiento del Ego Humano se lleva a cabo al poner por hechos y palabras, aquí y ahora, mientras se tenga cuerpo físico, esos impulsos superiores que nos llegan desde dentro de nosotros. Sencillamente, así como nos acostumbramos y aprendemos a usar nuestro cuerpo físico al vivir dentro de él, y a ejercer sus variadas funciones, así debemos de llegar a conocer y a aprender a usar nuestro vehículo mental-espiritual, al concebir esa clase de pensamientos y al practicar esos hechos que le son tan familiares a nuestra Naturaleza Superior, y que solamente se dan en el plano en la cual ella existe.
En el plano espiritual, nuestros prójimos son en realidad, otros aspectos de la misma Vida Universal, de la cual todos somos parte. Por lo tanto, las acciones que pertenecen a este plano siempre afectan los intereses y el bienestar de los demás. Cuando sacrificamos un interés personal o ventaja, a fin de prestar servicio a la causa común, cuando damos en lugar de tomar; cuando tratamos de esparcir felicidad e irradiar luz en lugar de buscar comodidad egoístamente, en esa forma, nosotros — la parte humana nuestra – estamos viviendo y haciendo uso de la parte más universal nuestra, la cual es ese vehículo mental-espiritual nuestro. De esta forma, nos convertimos en una realidad para nuestros «otros egos,» para nuestros prójimos – somos la verdad para todo, somos altruismo. Al hacer uso consciente de nuestro vehículo mental-espiritual, entramos en el sendero que conduce a la Unión consciente con nuestro Ego Superior.
Como este es el vehículo en el cual nuestra conciencia tiene que vivir después de la muerte, es necesario que entendamos la importancia que tiene el acostumbrarnos a vivir en ese vehículo, mientras todavía estemos en el cuerpo físico. Esto también nos habilita a ver el por qué las enseñanzas éticas han sido siempre tan fuertemente enfatizadas por todos los grandes profesores religiosos. Esas enseñanzas tienen más de un propósito. Ellas no solamente nos ayudan a vivir en armonía con nuestros prójimos, sino que también conducen al individuo dentro de una Unión más cercana con su Ego Superior, y gradualmente prepara a la persona a vivir conscientemente en su vehículo mental-espiritual.
Esa parte del Ego Humano que responde a la mayor de las dos corrientes interiores, y toma interés por el bienestar de los demás, y en asuntos más grandiosos que en él mismo, es en realidad, un aspecto del Ego Superior. Esto, juntamente con los centros de atención superiores del Rayo de Divinidad, existe en planos superiores que el físico-mental; y por lo tanto, no es afectado por la muerte del cuerpo físico. Ellos constituyen el polo altruista de nuestra naturaleza, y como ellos no están divididos por la muerte, se les puede identificar colectivamente como la Individualidad (*)del Hombre.
(*) No confundir con la Personalidad.
Enlace: https://www.sieteluces.com/una-fuente-superior-dentro-de-nosotros-textos-para-un-cambio-de-conciencia/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.