ARTÍCULOS DE SIETELUCES.COM: ¿QUIÉN ES DIOS, CÓMO ES, DÓNDE ESTÁ?

12 Libros de la Vida Verdadera



FRAGMENTOS

Ahora os sentís muy distantes de la paz, y de la armonía, y tenéis razón, porque es muy diferente en cada hombre el concepto sobre Dios, sobre la vida, y la verdad, que tal parece que son muchos dioses y que existe un Dios para cada hombre.

El verdadero concepto de Dios no es conocido aún, a pesar de haber enviado a Jesús para que a través de Él me pudierais conocer.

¿Cómo podréis lograrlo si vivís eternamente tras una cortina de misterio? Hoy vengo a descorrer el velo de mi arcano, para que conozcáis algo más de vuestro Padre.

Veréis entonces, cómo ese Dios que los hombres creen inaccesible, misterioso e incomprensible, desaparecerá para que en su lugar surja el Dios verdadero, cuyo corazón está eternamente abierto para sus hijos.

Dios no es complicado, misterioso, ni confuso, porque lo perfecto es simple y sencillo.

Os digo esto, porque muchos me representan en la forma de un anciano, y Yo no lo soy, porque estoy fuera del tiempo, mi Espíritu no tiene edad. Si vuestro espíritu siendo limitado es esencia, y luz ¿qué forma podrá tener el Espíritu Universal de Vuestro Padre, que no tiene principio ni fin?

No existe forma precisa bajo la cual podáis imaginar a vuestro Dios, porque si la tuviese, sería un ser limitado como lo es el ser humano y entonces ya no sería Dios.

Es necesario que apartéis de vuestra mente cuantas imágenes habéis forjado sobre la vida espiritual, porque ni Dios tiene forma de hombre, ni está en un trono como están los reyes de la Tierra.

No me imaginéis con corona y ostentando un cetro, no, mejor recordadme humilde y sencillo. El trono de Dios, es la perfección, la justicia, el amor, la sabiduría, la fuerza creadora y la eternidad.

¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuís? La corona que visteis en mi cabeza no la puse Yo, sino los hombres, y fue de espinas.

Debo deciros que os estoy hablando del conocimiento que de Dios debéis tener, porque abarcarlo todo, penetrar y conocerlo como quisierais, eso no podéis alcanzarlo. Sólo Dios conoce verdaderamente a Dios.

La verdad absoluta no la posee ningún hombre ni está contenida en ningún libro. Esa divina claridad, esa fuerza omnipotente, ese amor infinito, esa sabiduría absoluta, y justicia perfecta está en Dios. ¡Él es la única verdad!

El ideal de muchos es llegar a conocer a Dios, pero aun no lo han visto realizado, porque no han sabido buscarme en donde verdaderamente habito, en vuestro espíritu.

¿Cómo es que estando yo en vosotros, no sabéis sentirme? Unos me buscan en la naturaleza, otros sólo me sienten más allá de todo lo material, mas de cierto os digo, que en todo y en todas partes estoy.

¿Habéis pensado alguna vez en que procediendo todo de Dios, Él está en vosotros? ¿Y por qué y para qué? ¿Acaso para permanecer sin manifestarse? No sería Dios, puesto que Él doquiera surge, habla, ilumina, se hace sentir y se manifiesta. No supongáis entonces que Dios está en vuestro espíritu para permanecer oculto. Sabed que Dios quiere manifestarse por vosotros en plenitud.

Unos dicen que Dios está en los cielos y otros, que habita en el más allá; pero no saben lo que dicen, ni conocen lo que creen. Ciertamente que habito en los cielos, pero no en el lugar determinado que habéis imaginado; Yo habito en los cielos de la luz, del poder, del amor, de la sabiduría, de la justicia, de la felicidad y de la perfección.

Yo estoy en el más allá, sí; pero Más Allá del pecado humano, más allá del materialismo, de la soberbia y de la ignorancia. Os hablo en tal forma que vuestra mente pueda comprenderme, no porque llegue de otros mundos o moradas, porque mi Espíritu habita en todas partes.

¡Cuán pobre es aún la mente humana al buscar la verdad en las doctrinas complicadas que ella misma se forja!

¿Podríais decirme qué forma o volumen tiene la conciencia? ¿De que forma es el amor o la inteligencia? Pues así como no tiene forma la conciencia, ni la inteligencia, ni el amor, tampoco podéis comparar las cosas terrenales con la vida espiritual. Sin embargo, nada hay más bello en los atributos del espíritu, que es un conjunto de dones y virtudes que no necesitan de forma alguna para poder existir.

Ya descubriréis en vuestro ser algo más que los órganos de vuestro cuerpo, y ellos son los dones, facultades, potencias y atributos del espíritu, los cuales han dormido en el hombre por muchos siglos. Ni sustancia ni forma les encontraréis, por lo que os digo que no será vuestra ciencia la que descubra esto que llamáis misterio.

Conocedme para que vuestro concepto sobre Dios esté fundado en la verdad y sepáis que donde se manifieste el bien, ahí estoy Yo. El bien es verdad, es amor, es caridad, es comprensión. El bien es preciso, exacto, determinado, conocedlo para que no os equivoquéis.

Estudiad la Naturaleza y ved cómo todo obedece a un solo principio, y sigue un mismo orden y todo armoniza en una sola Ley. Contemplad al Universo que os habla también con voz de Maestro, ya que en todo estoy presente. Observad con amor o al menos con interés, y comprobaréis que todo señala el camino de la verdad. En todo está mi amor, como sello indeleble del Autor de la Vida.

Yo no os digo: Venid al Padre para que le conozcáis, sino: Conoced al Padre para que vengáis a Él. Quien no le conozca, no podrá amarlo, y quien no le ame, no sabrá ir a Él.

Soy el Dios de la humanidad, de las religiones de las ciencias, y de todos los mundos.

Con mi presencia espiritual en este tiempo, vengo a haceros comprender que ni los que creen en la vida espiritual, ni los que proclaman que la única verdad es la que se tiene en la vida material a través de su ciencia tienen razón; los primeros han pecado de fanáticos y los segundos de necios; no se han dado cuenta de que unos y otros llevan una parte de esa verdad, pero que no han sabido armonizarlas, conciliarlas ni unirlas con amor.

Cuando vuestra inteligencia os lleve al principio de la vida y descubráis ahí cómo nacen y se transforman las criaturas, os maravillaréis al comprender la explicación de muchas de mis lecciones. Ahí descubriréis que Dios está manifestado en todo, desde los seres imperceptibles a vuestra mirada, hasta los mundos y astros mayores.

Buscad mi presencia en las obras llevadas a cabo por Mí y comprenderéis que mi voz, surge de todo lo creado, porque no encuentro dificultad alguna en manifestarme a través de los seres de la Creación. Lo mismo lo hago en un astro, en el furor de una tempestad, que en la dulce luz de una aurora o en el melodioso trino de una ave, que me expreso por medio del aroma de las flores. Y cada expresión mía, cada obra os habla a todos de amor, de cumplimiento a las leyes de justicia, y de sabiduría.
Hablo de estas maravillas que os rodean para que en ellas miréis mi poder y mi amor, desde las criaturas menos perceptibles hasta el majestuoso astro rey. Mas no os digo que Yo soy la Naturaleza ni que ella es Dios. No os digo tampoco que el sol es mi Espíritu Divino, porque ellos son apenas átomos en la Obra del Creador.

Quiero que me améis como Padre y me miréis en la obra perfecta de mi Creación. En el agua cristalina de los arroyuelos, en el verdor de los campos, en el aire que acaricia vuestras mejillas, en el firmamento sembrado de estrellas.

El Espíritu del Padre es invisible, pero se manifiesta en una infinidad de formas. Todo el Universo es tan sólo una manifestación material de la Divinidad. Todo lo creado es un reflejo de la verdad. Yo estoy manifestado en todo como Creador, como fuerza, como vida, perfección y armonía. ¿Y quién puede mantener esa armonía en el universo sino Dios?

Soy vuestro Padre y he venido para que me conozcáis, para que sepáis que no estáis solos. Os amo, y si un paso os alejáis de Mí, ese mismo doy para acercarme a vosotros. Si me cerráis las puertas de vuestro templo, Yo llamaré a ellas hasta que abráis para penetrar en él.

Soy el necio peregrino que llama incesantemente a vuestra puerta y no os deja dormir. Soy la sombra que os sigue por doquier. ¿Qué queréis? Mi amor es infinito.

Ni uno solo de vuestros sollozos y oraciones, deja de escucharse en el Cielo. Ninguna de vuestras aflicciones o pruebas difíciles pasan desapercibidos para mi amor de Padre. Todo lo sé, lo escucho y en todo estoy. Entregadme vuestras penas, dadme vuestras tristezas y no os acordéis más de ellas.

¿Os extraña que vuestro Señor se interese tanto por vosotros que aún sois imperfectos? Es que me pertenecéis; os amo y por eso he llegado en busca vuestra.

He ahí que vosotros nacisteis por amor, existís por amor, sois perdonados por amor y seréis en la eternidad por amor.

¿Creéis acaso que contemplando al mundo y a sus moradores en la altura de perversidad en que se encuentran y necesitándome como me necesitan, los abandonase? Pensad en esto, porque os he sorprendido hablando y pensando así.

Humanidad: Yo sólo sé deciros que lo que es mío no lo dejaré perder; y vosotros sois míos. Os amo desde antes que fueseis y os amaré eternamente.

Buscadme en todas las formas en que me necesitéis, ya sea como Dios; como Padre, Maestro, hermano, amigo, o como doctor, lo que quiero es vuestra paz y salvación, humanidad amada.

Nadie os obliga a creer en Mí ni a seguirme, la luz de la fe se encenderá por sí misma y ella hará brotar vuestro amor.

Aquel Dios a quien los hombres creyeron vengativo, cruel, rencoroso e inflexible, será sentido en lo más profundo del corazón, como un Padre que perdona a cambio de las ofensas, como el Padre que persuade con ternura al pecador y como el juez que en vez de condenar al que ha faltado gravemente, le proporciona una nueva oportunidad de salvación.

La idea equivocada que de mi justicia se formó el hombre en los primeros tiempos, desaparecerá definitivamente para dar paso al verdadero conocimiento de ella. La justicia divina será al fin comprendida como luz que brota del amor perfecto que existe en vuestro Padre.

¡Cuántas imperfecciones me atribuían los hombres en su ignorancia, creyéndome capaz de sentir ira, siendo ésta sólo una debilidad humana! Si los profetas os hablaron de la ira santa del Señor, ahora os digo, que aquella expresión la interpretéis como justicia divina.

El amor de Dios es inalterable, inmutable y eterno, por eso quienes crean que el Espíritu Divino puede verse poseído por la ira, o por la cólera, cometen grave error; esas flaquezas sólo son concebibles en los seres humanos cuando les falta la elevación del espíritu y el dominio sobre las pasiones.

¿Creéis que sea necesario para Mí, ver vuestras lágrimas y en vuestro corazón el dolor, para apiadarme de vosotros? Eso sería atribuirme dureza, insensibilidad, indiferencia, egoísmo, y ¿concebís estos defectos en el Dios que amáis?

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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.