Jesús Callejo
En cierta ocasión preguntó un maestro a sus discípulos si sabrían decir cuándo acababa la noche y empezaba el día y uno de ellos especuló que sería cuando se ve un animal a distancia y no se puede distinguir si es una vaca o un caballo. El maestro negó con la cabeza y otro discípulo se aventuró a decir que podría ser cuando al mirar un árbol en la lejanía no se puede distinguir si es un roble o una encina. Viendo que sus discípulos no acertaban con la respuesta correcta, guardó silencio. “Dinos cuándo termina la noche y comienza el día”, le insistieron y el maestro comentó lo siguiente: “Cuando miras a un hombre el rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara de una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, para ti aún es de noche”.
La vida entera es arte, pero es el arte de vivir en armonía como hermanos. Y qué difícil parece eso, a veces. Son muchas las lecciones que debemos asumir con el paso del tiempo, muchas las experiencias que debemos afrontar en nuestro propio cuerpo, muchas las heridas que recibiremos en nuestra alma y muchos los engaños que sufriremos para darnos cuenta del papel que ocupamos en este universo. Para saber, en suma, que venimos a experimentar la oscuridad con el objetivo de descubrir que somos seres de luz.
Si sabemos las reglas del juego de este Arte de Vivir, las claves de Matrix, los secretos del Tonal y del Nagual, los entresijos de la percepción de la Realidad y las falacias de esa ilusión cotidiana que los hinduistas llaman Maya… entonces ¿por qué nos complicamos la vida? Mucho de lo que nos sucede son simples apariencias, engaños de los sentidos, argucias de nuestro ego y prácticamente todo se puede solucionar con pequeñas dosis de una sustancia inmutable, infinita y contagiosa llamada Amor.
Aquí os presento algunas de mis “pequeñas verdades”; son diez como podrían ser cien, si bien muchas son fruto de las reflexiones de otras personas, todas ellas son asumidas por mí porque creo sinceramente que hay certezas universales, las diga quien las diga. Ahí van:
1.- Hemos venido a este planeta para aprender a amar; que lo consigamos o no depende exclusivamente de nosotros.
2.- Disfruta de lo que tienes y no compares nunca tus riquezas o tus miserias con las de otras personas porque siempre habrá quien tenga muchas más y muchas menos que tú.
3.- Todos tenemos una misión que cumplir en esta vida y un destino que afrontar. Cuanto antes sepamos cual es esa misión antes entenderemos los guiños de ese destino.
4.- Somos tan despistados que en ocasiones olvidamos que allí donde hay errores, intransigencia, sufrimiento y odio es la consecuencia de una evidente falta de amor.
5.- Después de un tiempo aprendes que incluso aquellas personas que han intentado hacerte daño están cumpliendo su misión en esta Tierra y que en realidad nadie puede hacerte sufrir salvo que tú lo permitas.
6.- La vida está hecha de momentos. La verdadera alegría está en disfrutar con aquello que se hace en cada uno de esos momentos, participando en la esencia de cada acto y viviendo plenamente cada instante. En otras palabras, recogiendo la flor que cada día nos regala.
7.- Cada aroma, cada objeto, cada sustancia, cada forma y cada ser vivo cumple un papel fundamental en el Universo, en una escala e importancia que no siempre somos capaces de comprender.
8.- Muchos místicos nos han repetido que amar es percibir con claridad las cosas y una vez que se está en esa sintonía armónica, sobran los amuletos, las creencias, los sistemas y las doctrinas. Ya no se es budista, ni cristiano, ni musulmán, tan sólo se ES.
9.- Para apreciar lo maravilloso de cada instante hay que verlo a través de unos ojos llenos de ternura. De lo contrario, lo que para unos es una sublime y rutilante amapola, para otros tan sólo será una vulgar planta de campo.
10.- Lo dijo mejor que nadie Baden-Powell: “El camino verdadero para conseguir la felicidad pasa por hacer felices a los demás. Intentad dejar este mundo un poco mejor de como os lo encontrasteis y, cuando os llegue la hora de morir, podréis morir felices sintiendo que de ningún modo habréis perdido vuestro tiempo”.
Epílogo: No hace falta que creáis en estas diez reflexiones. Las cosas son o no son, con independencia de nuestra creencia en ellas.
Ah, se me olvidaba: no nos tomemos la vida demasiado en serio porque no saldremos vivos de ella. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan nada en el desarrollo de la vida; es la vida la que importa y ella sigue siempre su curso. Sólo cuando comprendes esto, tu vida cobra sentido. Y tampoco nos preocupemos demasiado por la muerte porque es tan sólo un tránsito a otras apasionantes aventuras…
Enlace: https://www.sieteluces.com/mi-decalogo/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.