ARTÍCULOS DE SIETELUCES.COM: LOS ESPLENDORES DE TIPHÉRET. EL SOL

Por Omraam Mikhael Aivanhov



Capítulo I

Surya-yoga

El sol, centro del universo.

Todo lo que existe en la tierra

está contenido en estado etérico en el sol.

Sin duda lo habéis observado, mis queridos hermanos y hermanas: cuando el sol aparece, la naturaleza está silenciosa, atenta; se recoge como si quisiera recibir algo del sol. Durante unos minutos, la tierra, los animales, los insectos, los árboles, todo se serena y se calla, incluso los pájaros… Los pájaros se despiertan antes de la salida del sol, están contentos, vuelan, cantan, pero, cuando el sol empieza a salir, se paran un momento… Sólo los hombres siguen haciendo ruido; son los únicos que no han comprendido nada. Toda la naturaleza se calla, pero ellos siguen dando golpes, hablando, gritando, como si este acontecimiento que afecta al universo entero no tuviese ninguna importancia. Ahí es donde se ve qué irrespetuosos e ignorantes son, porque no saben aprovechar todos los beneficios que aporta esta presencia del sol…

Y vosotros, que venís cada mañana a la salida del sol a la Roca*, ¿por qué venís? Algunos, para hacer como los demás; otros, para admirar un bello espectáculo… ¿Pero cuántos vienen para hacer un trabajo grandioso y comprender, por fin, lo que es el sol?

Muy pocos. Por eso, me gustaría hablaros del significado y de la importancia del sol, de las posibilidades y de las riquezas que nos da, para que tengáis nociones claras que os ayudarán a hacer un gran trabajo espiritual.

* En el Bonfin, toda la Fraternidad se reúne en un promontorio rocoso para meditar viendo la salida del sol (Nota de los editores).

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Actualmente, se habla mucho del yoga. Ya os hablé algo sobre él, al presentaros las diferentes clases de yoga que existen y que proceden, sobre todo, de la India y del Tibet, pero también de China, Japón, Egipto, Persia… Porque todas las religiones tienen su yoga, incluso el cristianismo. Sí, los cristianos han practicado siempre la adoración, la oración, la contemplación, la abnegación, el amor para con el Creador, éste es el aspecto predominante de la religión cristiana, y, en la India, a esto se le llama Bhaktiyoga, el yoga de la devoción, de la adoración, del amor espiritual. Sólo que este yoga conviene a ciertos temperamentos, mientras que otros tienen unas cualidades y unos dones diferentes y hay que darles, por tanto, otras posibilidades. Numerosos son los caminos que llevan al Señor. Los cristianos se han limitado a una sola vía, que es, por otra parte, maravillosa, no hay que criticarla; pero los hindúes, en cambio, son más ricos, han dado muchos otros métodos.

Para aquéllos que están más bien hechos para el estudio, la reflexión filosófica, el trabajo del pensamiento, han dado el Jnani-yoga, el yoga del conocimiento, para que puedan unirse al Señor por la vía de la inteligencia.

Hay otros que no tienen esta inclinación por la ciencia y la filosofía, ni ninguna gana de arrodillarse, de contemplar y de adorar: tienen una voluntad poderosa, energías que gastar, una gran abnegación. Quieren servir a los demás, quieren trabajar. El Karmayoga está hecho para ellos, es decir, el yoga de las obras, de las realizaciones, de los deberes que hay que cumplir sin esperar pago ni recompensa. El Karma-yoga es el yoga de la acción gratuita y desinteresada.

Para aquéllos que quieren dominarse, controlar sus instintos, sus impulsos y sus tendencias inferiores, existe el Radja-yoga: gracias a la concentración y al autodominio, también ellos llegan a alcanzar al Eterno, a fundirse con El, y se convierten en “reyes” (radja significa rey) de su propio reino.

El Kriya-yoga es el yoga de la luz: pensar en la luz, conocerla, comprenderla, rodearse de colores, introducirlos dentro de uno mismo y proyectarlos a su alrededor. Este es un trabajo magnífico, es el yoga de Babadji.

El Hatha-yoga es para aquéllos a los que les gusta hacer ejercicios físicos, realizar toda clase de posturas, de âsanas como se les denomina: doblarse, retorcerse, hacerse un ovillo, estirarse, ponerse boca abajo, levantarse, hacer pasar las piernas por detrás de la cabeza, etc… Estos ejercicios, que están basados en el conocimiento preciso de los centros que ponemos en funcionamiento al tomar tal o cual postura, exigen mucha voluntad y perseverancia. El Hatha-yoga es el más propagado en occidente, pero los pobres occidentales no tienen el temperamento y la constitución de los orientales, ni las condiciones de calma y de silencio para practicarlo, y muchos acaban desequilibrándose físicamente y psíquicamente. ¡Cuántos me han confesado que habían abandonado el Hatha-yoga porque sentían que se estaban desequilibrando! Hay que ser muy prudentes. Yo nunca he aconsejado a los occidentales que practiquen este yoga.

El Agni-yoga es el yoga del fuego: pensar en el fuego, trabajar con el fuego, despertar el fuego en uno mismo. Puesto que el fuego es el origen de toda la creación, el Agni-yoga es también un camino que conduce hacia el Creador.

El Chabda-yoga, el yoga del Verbo, consiste en pronunciar ciertas fórmulas -o mantras- en tal momento, tantas veces, con tal o cual intensidad… El Verbo es un poder, y aquél que sabe cómo actuar con este poder obtiene grandes resultados.

Me gustaría hablaros ahora de un yoga que supera a todos los demás: es el yoga del sol. Ya era conocido en el pasado: los griegos, los egipcios lo practicaban, así como los persas, los aztecas, los mayas, los tibetanos… Ahora ha sido abandonado, sobre todo en occidente. Puesto que en sánscrito sol se dice “surya”, le damos a este yoga el nombre de “Surya-yoga”. Este es mi yoga preferido, porque reúne y resume por sí solo a todos los demás yogas. Sí, ¿por qué no juntar todos los yogas en uno sólo?

El discípulo de la Fraternidad Blanca Universal no puede seguir siendo un ser estrecho, limitado, porque representa al hombre de la nueva vida que debe desarrollarse en todos los terrenos. Debe actuar con un desinterés absoluto, y esto es hacer Karmayoga.

Debe buscar a Dios, amarle, adorarle, y esto es hacer Bhakti-yoga. Debe meditar, concentrarse, para llegar a dominarse, a gobernar todo el pueblo de sus células, y esto es hacer Radja-yoga. Cuando está sentado en meditación en la Roca, o cuando ejecuta los movimientos de nuestra gimnasia por la mañana, o los de la Paneurritmia, hace, si queréis, ¡Hatha-yoga!… Proyecta luz y colores, se rodea con un aura luminosa: hace Kriya-yoga. Se concentra en el fuego, y éste le da la posibilidad de quemar todas las impurezas que hay en él: hace Agni-yoga. Procura, sin cesar, ser dueño de su palabra, no pronunciar palabras que separen a los seres, que introduzcan en ellos la duda o el desánimo, y se esfuerza, al contrario, en ser un conductor de la nueva vida, lo que es hacer Chabda-yoga. Finalmente, se concentra en el sol, lo ama y lo busca, lo considera como una puerta que comunica con el Cielo, como la manifestación de Cristo, el representante de Dios: y esto es hacer Surya-yoga. El discípulo que lo practica no rechaza ninguno de los otros yogas, al contrario, es un ser completo, vive en la plenitud.

Os muestro el ideal nuevo, el nuevo modelo de la humanidad que se crea en la Fraternidad Blanca Universal: el de unos seres cuyo ideal es desarrollar todas las cualidades y virtudes. Porque, en el Surya-yoga están comprendidos la adoración, la sabiduría, el poder, y también la pureza, la actividad, la abnegación, la luz, así como el fuego sagrado del amor divino. Por eso voy a ocuparme los próximos días de presentaros este yoga del sol, para que sepáis lo que es y qué beneficios recibís viniendo cada mañana a ver la salida del sol.

Con los otros yogas sólo desarrolláis una parte de vosotros mismos, mientras que, con el Surya-yoga, ponéis en actividad todos los centros que hay en vosotros, porque os conectáis con el poder que dirige y anima a todos los planetas de nuestro universo, el sol, y, así, obtenéis obligatoriamente resultados. Por eso puedo deciros que todos estos yogas, que eran considerados en el pasado como magníficos, y que siguen siendo magníficos, cederán el sitio al Surya-yoga que los supera a todos, porque, a través del sol, trabajamos con Dios mismo. Algunos, que lo han experimentado, han tenido resultados, y no podéis imaginaros todo lo que han ganado, ¡en qué luz, en qué claridad, en qué maravilla viven! Hasta os diré que lo que nadie ha podido enseñarme me lo ha revelado el sol, porque ningún libro puede daros lo que el sol os dará si aprendéis a entrar en relación con él.

Esto es muy fácil de comprender, y os daré un ejemplo muy sencillo. Imaginaos que leéis un libro, el mejor: la Biblia, o los Vedas, o el Zend-Avesta, pero es invierno, no tenéis calefacción, y cogéis frío y tenéis que acostaros. Sí, ¡el mejor libro no puede calentaros! Y si os habéis vuelto anémicos, porque habéis leído o trabajado demasiado, tampoco el libro puede volver a daros vitalidad. Mientras que el sol, en cambio, os da calor, luz y vida: es, pues, el mejor de los libros.

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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.