Por Antonio Muro
DSALUD.COM
Un champiñón de origen brasileño, el Agaricus Blazei Murill -también conocido como «El champiñón del sol» ha demostrado tener un potente efecto anticancerígeno. Sus propiedades antitumorales y antimutagénicas además de su actividad inmunomoduladora permiten acelerar los procesos de mejoría y en no pocos casos conseguir recuperaciones sorprendentes. Además, el champiñón posee en sí mismo un alto valor gastronómico. Japón y otros países están invirtiendo miles de millones de dólares en su desarrollo y comercialización.
Estamos en pleno siglo XXI y seguimos sin conocer las inmensas posibilidades de la «farmacia de Dios». Y es tanto lo que aún ignoramos de la naturaleza que no es extraño encontrarnos de vez en cuando con productos de enormes capacidades terapéuticas en el tratamiento de numerosas enfermedades, incluidas algunas tan graves como el cáncer.
En nuestro país, por ejemplo, son muy pocas las personas que han oído hablar del Champiñón del Sol -cuyo nombre científico es Agaricus Blazei Murill- a pesar de que en muy pocos años ha centrado la atención de decenas de estudios científicos que avalan sus capacidades antitumorales y antimutagénicas así como su actividad inmunomoduladora. Y no hablamos de un medicamento sino de un hongo, de un champiñón procedente de Brasil cuyo estudio científico, paradójicamente, se ha efectuado sobre todo en Japón.
LA IMPORTANCIA DE LOS HONGOS
Los hongos están presentes en nuestra vida desde hace miles de años. Tanto en el Antiguo Egipto como en las culturas precolombinas y en la medicina tradicional oriental han jugado un importante papel nutritivo, simbólico y medicinal. Y es que está demostrado que todo hongo comestible es beneficioso para el organismo humano al aportar proteínas, minerales, aminoácidos, carbohidratos, tiamina y una gran variedad de enzimas. En todo caso, son los polisacáridos presentes -en mayor o menor cantidad- en prácticamente todos los hongos comestibles los que por su capacidad de combatir una gran gama de afecciones les convierten en un gran remedio terapéutico. No es pues de extrañar que la búsqueda de nuevos productos antitumorales y otras sustancias medicinales basados en ellos se haya vuelto una cuestión de gran interés a la que se dedican cada vez más recursos dada la gran dificultad que supone definir y tratar de reproducir la mayoría de las sustancias activas presentes en el hongo.
En todo caso, los hongos mundialmente más conocidos hoy son el Shiitake, el Reishi y el Kombucha (a éste se le denomina «el hongo de la longevidad»); y, sin embargo, es el Agaricus Blazei Murill el que lleva camino de convertirse en el rey de los champiñones. Y no por sus cualidades gastronómicas -que son muy apreciadas- sino por sus posibilidades curativas.
UN CHAMPIÑÓN SORPRENDENTE
La primera referencia que se conoce del Agaricus Blazei Murill es del profesor Joaquim Monteiro quien ya en 1877 describió sus posibilidades curativas refiriéndose a él como se le conocía siglos atrás: Cogumelo del Sol (Hongo del Sol), Cogumelo Dorado y Cogumelo de Dios por sus bondades terapéuticas. Original de una pequeña comarca montañosa del estado de Sao Paulo llamada Piedade fue rescatado para el mundo por los japoneses cuando estaba a punto de extinguirse, tanto para su consumo gastronómico como para la investigación científica. Y es que la colonia japonesa en Brasil es históricamente numerosa, especialmente en el Estado de Sao Paulo donde viven alrededor de 1.400.000 nipones primordialmente dedicados a la agricultura.
Al parecer un japonés descubrió el hongo cuando crecía salvaje cerca de la casa de un granjero de su misma nacionalidad y lo envió para su estudio terminando en diversas instituciones académicas del mundo. Siendo entonces cuando mereció el interés del Dr. Inosuke Iwade, profesor de Bioquímica Forestal y Ciencia de los Hongos Aplicada de la Facultad de Agricultura de la Universidad de Mie en Japón, quien lo «presentaría» oficialmente a la comunidad científica en 1965.
Posteriormente, en 1980, el Dr. Shoji Shibata -profesor de Farmacología de la Universidad de Tokio- y el Dr. Tetsuro Ikegawa -miembro del Instituto Nacional de Investigación contra el Cáncer de Japón- realizarían un primer estudio científico para constatar si los polisacáridos del hongo fortalecían el sistema inmune. Y el resultado fue sorprendente: el Agaricus Blazei Murill obtenía unos resultados mucho mejores que los hongos Reishi, Shiitaké y Maitaké tanto en cantidad de polisacáridos betaglucanos -tiene más que ningún hongo conocido- como en los resultados de distintas pruebas. Por ejemplo, más del 90% de los animales a los que se había inducido un sarcoma en el fémur remitieron por completo.
También el Dr. Takashi Mizuno, ex Jefe del Departamento de Farmacología de la Universidad de Shizuoka, manifestó en una entrevista concedida a The Study of Inmunocompetence su convicción sobre la efectividad terapéutica de este hongo en casos de cáncer.
Y ya en 1995, durante el 9º Congreso Internacional de Inmunología que se celebró en San Francisco, el Dr. Ghoenum -profesor en la Universidad Drew de Medicina y Jefe de Servicio en el Hospital King Charles- presentó el caso de una paciente que tuvo una remisión completa de cáncer de ovarios sin otro tratamiento terapéutico que una sustancia aislada del Agaricus Blazei Murill.
Y se trata sólo de algunos testimonios ya que existe una amplísima literatura científica de reconocimiento de sus propiedades Es más, se asevera que la remisión total del melanoma que padecía el ex presidente norteamericano Ronald Reagan tuvo lugar tras haberse sometido a un tratamiento coadyuvante con este hongo. Así lo recogió el prestigioso rotativo japonés Asahi -diario con una tirada de 8 millones de ejemplares-, noticia que confirmaría el ya citado Dr. Mizuno.
Cabe añadir que la información sobre este hongo ha pasado de manera extraoficial por muchos despachos oficiales -sobre todo de la Sanidad andaluza- sin que hasta hoy se hayan hecho intentos serios -al menos conocidos- de investigar en España sus propiedades o de buscar algún tipo de aplicación terapéutica de lo que ya se sabe.
Los médicos más abiertos se han limitado a consentir su consumo a sus pacientes dado que se trata de un mero alimento carente de toxicidad pero los demás no quieren ni oír hablar del champiñón como posible terapia para tratar el cáncer. Ni siquiera como coadyuvante. Y mucho menos como sustitutivo de los fármacos convencionales. Tan sólo en una ocasión se estuvo muy cerca de poderse hacer un estudio riguroso pero una vez más los argumentos del poderoso caballero Don Dinero primaron y la investigación fue aparcada sine die.
LOS INGREDIENTES ACTIVOS DEL AGARICUS BLAZEI MURILL
Las investigaciones realizadas durante los últimos 25 años indican que el gran secreto del Agaricus Blazei Murill parece estar en los polisacáridos que contiene, en cantidad y calidad no conocida en otros hongos. Concretamente en los betaglucanos Beta (1-3) glucan y Beta (1-6) glucan, sustancias que potencian los mecanismos naturales del sistema inmune en su lucha contra todo tipo de enfermedades infecciosas… y en el cáncer.
Los betaglucanos activan los macrófagos siendo así posible su utilización como coadyuvante de la quimioterapia. En uno de los estudios realizados se probaron los efectos al inyectarlos en ratones infectados con células tumorales agresivas que se extendieron a sus hígados. Mientras, a otro grupo se le inyectó sólo las células tumorales. Pues bien, los investigadores encontraron que los animales tratados con betaglucanos habían disminuido la metástasis de hígado. Además, todos los animales del grupo de control murieron antes de los 42 días siguientes mientras un 28% de los ratones tratados con betaglucanos sobrevivieron Este resultado -como los de muchos otros estudios- indican que activan el sistema inmune y reducen la capacidad metastásica de las células cancerosas.
PROPIEDADES DEL CHAMPIÑÓN DEL SOL
Resumiendo, los distintos estudios efectuados indican que el Champiñón del sol tiene las siguientes propiedades:
-Efecto preventivo. El hongo contiene grandes cantidades de fibra dietética no digerible que absorbe los materiales cancerosos presentes en nuestro cuerpo y los expulsa con las heces.
-Reduce la glucosa en sangre. Las proteínas ácidas presentes en el hongo tienen efectos positivos a la hora de disminuir la glucosa en sangre. Son abundantes las referencias a sorprendentes mejorías de casos de diabetes en Japón.
-Reduce la tensión arterial, el colesterol y la arteriosclerosis. La ya mencionada fibra dietética y los ácidos grasos insaturados -como el linolin- contenidos en el hongo permiten reducir la tensión arterial, el colesterol y prevenir la arteriosclerosis.
-Efecto compensatorio de otros tratamientos. Al reforzar la respuesta inmune, restaura valores suprimidos por la quimioterapia y la radioterapia.
-Efecto anticancerígeno. El hongo contiene esteroides naturales conocidos por sus efectos anticancerígenos (diferentes de los esteroides producidos químicamente que a menudo son señalados como causa de enfermedades).
-Efecto antitumoral. Los betaglucanos del hongo refuerzan la actividad de los macrófagos, anticuerpos que destruyen e impiden la proliferación de células cancerígenas. El Agaricus Blazei Murill estimula, entre otros, los linfocitos T y B, la producción de interferón y las interleuquinas. Se ha constatado que cuando alguien ingiere el hongo aumenta en sangre un 3.000% la producción de células NK -las llamadas células asesinas del sistema inmune- a los 2-4 días.
En resumen, y en palabras del doctor Takashi Mizuno, «el Agaricus Blazei Murill ha demostrado poseer actividades antimutagénicas, bactericidas y antoangiogénicas, y ser un poderoso estimulante sistémico del sistema inmunitario promoviendo los mecanismos de defensa natural para combatir una variedad de agentes infecciosos además del cáncer».
Cabe agregar que otro de los efectos beneficiosos de los betaglucanos es la reducción de las infecciones postoperatorias.
LA PREPARACIÓN DEL PRODUCTO
No debemos dejar de señalar que, como en el caso de otros productos naturales, cuando se extractan los principios activos del hongo para sintetizarlos de forma aislada y así fabricar fármacos comercialmente… pueden modificarse las propiedades terapéuticas del hongo en su forma natural. Y es posible que entonces no funcione o lo haga peor. Entre otras cosas porque puede haber otras sustancias activas aún no identificadas en él. La investigación, pues, está lejos de haber terminado. Por eso la FDA tiene la intención de financiar un estudio sobre las propiedades antitumorales del Agaricus Blazei Murill dentro del llamado Programa RAPID (Rapid Access to Preventive Intervention Development) este mismo año. Un estudio que bajo el título «Producción a escala de un potente agente quimiopreventivo, 1SY16, para estudios clínicos y preclínicos»» será desarrollado por el doctor Insu P. Lee en la Kanazawa University de Japón. Algo a lo que se ha hecho acreedor porque «los estudios preliminares han demostrado que extractos micoquímicos extraídos de champiñones parecen poseer propiedades antiproliferativas e inmunomoduladoras así como una potente actividad quimioterápica en modelos animales»». El 1SY16, que lleva extracto de Agaricus Blazei Murill, es una mezcla de componentes con prometedoras actividades quimiopreventivas.
Hay que decir que con estudios de este tipo quizás se resuelvan algunas de las dudas que hay sobre el hongo. Por ejemplo, el hecho de que la respuesta no sea idéntica en todos los casos, algo que parece natural sobre todo si tenemos en cuenta que su función está directamente relacionada con el estado previo de nuestro sistema inmunitario.
Lo que sí parece claro es que no existe relación entre la cantidad tomada y el resultado obtenido. Es decir, el hecho de ponerse a comer champiñones como un loco no garantiza mejores efectos que en caso de una ingesta moderada. El profesor Mizuno, como referencia, habla de 15 gramos diarios. La experiencia indica que con esa dosis se obtienen magníficos resultados. En el caso citado anteriormente de cáncer microcítico, por ejemplo, el paciente tomó 12’5 gramos diarios.
LA BÚSQUEDA EN EL LABERINTO
El Agaricus Blazei Murill parece constituir, en suma, una gran contribución terapéutica al tratamiento del cáncer. Y, sin embargo, su consumo supone una aventura que uno tiene que estar dispuesto a afrontar al no estar debidamente apoyado por las autoridades administrativas. De ahí que para saber cuál comprar y cómo consumirlo se deba estar dispuesto a buscar apoyo en las personas que ya lo han tomado y seguir unas pautas aún no completamente definidas porque no todo lo que se vende bajo el nombre de Agaricus Blazei Murill es igual de valioso. La cantidad de principios activos depende de dónde, con qué y cómo se cultive.
En Piedade (Sao Paulo), su lugar de origen, las temperaturas oscilan entre 35 y 38º C durante el día disminuyendo hasta 20-25º C por la noche con una humedad que promedia el 80%. Asimismo, las características de su suelo constituyen un aspecto decisivo para que el hongo alcance su máxima eficacia. Una realidad de la que son conscientes las propias multinacionales farmacéuticas e instituciones que han apostado fuerte para tratar de producir fuera de Brasil el hongo.
El Iwade Institute of Micology de Japón tardó 14 años en lograr la adaptación del hongo en Japón. Quizás por eso otra gran empresa, la Kyowa Hakko -la farmacéutica más antigua de Japón-, acapara hoy el 60% de todo el Agaricus Blazei Murill natural brasileño que se vende en Japón y espera poder contar en el futuro con un macro complejo de estudio y producción en el estado brasileño de Matto Grosso.
Es más, a pesar de la dificultad de conseguir que crezca fuera de su entorno natural el descubrimiento de las propiedades terapéuticas del Agaricus Blazei Murill ha provocado la proliferación de sus cultivos en Estados Unidos, China, Japón, Corea, Hawai… dando como resultado la presencia en el mercado de distintas variedades comerciales que no llegan al nivel «excelso» de calidad del brasileño.
Además, en un mercado de miles de millones de personas no podían faltar tampoco los especuladores. Por eso el mercado japonés acapara ya cerca del 80% de la producción del Agaricus Blazei Murill natural. China se lleva alrededor de un 10%, Corea del Sur alrededor del 7 % y al resto del mundo le queda del hongo brasileño tan sólo un 3%. Como puede el lector imaginar, esta escasez es aprovechada por los intermediarios que acaparan por adelantado las cosechas en un movimiento puramente especulativo. El resultado es que su precio se ha disparado. Y que hongos producidos de forma masiva fuera de Brasil en grandes instalaciones y que no alcanzan por tanto todas las virtudes del original brasileño son cobrados al mismo precio. Incluso hay quién ha decidido hacer pasar por «natural» hongo producido «industrialmente» en el propio Brasil.
Como referencia, sepa que el precio del hongo originario de la región de Piedade puede costar entre 750 y 1.400 dólares el kilo deshidratado. El genéricamente brasileño de cierta calidad puede llegar a 900 dólares por kilo. El japonés cultivado en Okinawa por el Iwade Mushroom Institute -con plantaciones en todo el sudeste asiático- de 600 a 1.000 dólares el kilo. Y el de origen chino en torno a los 250 dólares/kilo.
Claro que sigue siendo mucho más barato que cualquier tratamiento quimioterápico. Por otra parte, además de por kilos en Internet puede encontrarse un amplio número de extractos, pastillas, suplementos, etc. Son, en definitiva, los vericuetos de un laberinto comercial similar al de muchos otros productos -naturales o no- que los interesados deben estar dispuestos a recorrer. Quienes lo han consumido afirman que merece la pena.
COMER PARA SANAR
Evidentemente, en España lo ideal sería facilitar el acceso al producto autorizando la importación del hongo como alimento porque además de sus propiedades terapéuticas resulta ser «un manjar de dioses». De hecho, cuando fue «redescubierto» en 1965 se consideró ya una de las mejores setas del mundo por su calidad gastronómica y se la denominó con el nombre japonés oficial de Himematsutake (Hime-matsutaké significa literalmente Princesa Matsutaké, nombre que habla bien a las claras de su consideración por los especialistas). Por eso aunque es una de las setas más caras del mundo su consumo es tradicional en Japón si bien sólo se tome en ocasiones significativas en razón de su alto precio.
Terminamos explicando que todos los hongos o setas basidiomiceto que se consumen habitualmente en España, aunque sea en proporciones mucho menores, son también antitumorales una vez extractadas. Incluido el champiñón común.
Comer hongos es pues, además de nutritivo, muy saludable.
Cómo prepararse una infusión de Agaricus Blazei Murill
La forma de preparación y administración de la infusión de Agaricus Blazei Murill que recomienda el Dr. Takashi Mizuno, profesor de Farmacología de la Universidad de Shizuoca, es la siguiente:
-Caliente dos litros de agua en un recipiente, preferiblemente no metálico (y jamás en uno de aluminio).
-Retírelo del fuego cuando hierva y eche en él 30 gramos de champiñón deshidratado. Tape bien el recipiente y deje que se hidrate el producto durante 20 minutos.
-Destápelo de nuevo y póngalo otra vez al fuego -destapado- hasta que hierva. Manténgalo hirviendo entre 30 y 40 minutos (perderá por evaporación entre una cuarta y una tercera parte de su contenido original de agua).
-Apague el fuego, déjelo enfriar y guarde la infusión líquida en el frigorífico para conservarla adecuadamente (eso sí, nunca durante más de 3 días ya que a partir de entonces se apreciará claramente el proceso de oxidación normal que hará ineficaz la infusión). Tampoco debe estar a temperatura ambiente mucho tiempo.
-En cuanto a su ingesta, beba unos 100 mI. (un vasito) de la infusión 3 o 4 veces al día, con preferencia antes de las comidas y antes de dormir. Si le resulta amarga puede endulzarla. -Cabe añadir que los champiñones que quedan flotando al hacer la infusión se pueden aprovechar como acompañamiento de otras comidas.
Enlace: https://www.sieteluces.com/las-propiedades-anticancerigenas-del-champinon-del-sol/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.