Siempre hay un enigma al otro lado de ninguna parte, allá donde se ocultan las miradas y uno mira de soslayo, porque cuanto más se fijan los ojos más se aleja aquello que buscamos.
Y hay una respiración entrecortada, prendado de la magia y el misterio de lo que no tiene forma, lo que no puede recibir un nombre, que forma parte de una utopía dormida en lo más profundo de nuestros sueños. ¿Cómo definir lo que es inasequible, lo que no se puede agarrar con las manos, lo que esquiva nuestro sentimiento y hasta el último de nuestros pensamientos? ¿Cómo saber si está vivo por sí mismo, o si no tiene vida, pero lo aparenta, si saca sus fuerzas de una fuente de la que no tenemos la llave. Si surge de una caja de Pandora que ni siquiera es presentida, que sabe desde siempre qué es lo que queremos hacer para aparecer por un lugar diferente y sorprendernos siempre por más que creamos que lo hemos aprendido todo?
El fuego del enigma que nos quema las manos, que ciega nuestros ojos y nos lleva de aquí para allá sin recordar que somos simplemente humanos, una fracción del Infinito perdida de alguna forma en lo que consideramos un cuerpo humano, siendo la estructura vulnerable de un cascarón como de nuez que navega atreviéndose a naufragar en el mar insondable de mil líneas de tiempo de un ignorado destino.
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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.