Aunque las pruebas de la vida sean a veces casi insoportables, hay que respirar de otro modo, mirar más allá de lo que se considera la realidad, sabiendo que no es más que una forma de ilusión, para ver lo que hay al otro lado, que tantas veces está tan cerca. Y dejarse respirar por el aliento cósmico, escuchar la música de las esferas sin oídos humanos, más bien con el latido del corazón cuando se acompasa a la mansedumbre de un estado apacible, de los sentidos irreconocibles, los misteriosos, de los que reniega el común de los mortales.
Transmutar todo sufrimiento sabiendo que nada nos daña si no dejamos que lo haga, y esperar el momento del tiempo bondadoso para desplegar las alas y viajar tan lejos como nos lleven nuestros sueños.
Al fin y al cabo, un día moriremos, más tarde o más temprano, y entonces dejaremos de formar parte de este juego tan serio que es la vida, de esta partida de ajedrez en la que nosotros somos los dueños tanto de las piezas negras como de las blancas. Somos la realidad que percibimos, lo que aceptamos como bueno o malo. Somos aquello que creemos ser, por eso nacemos cuando nos recordamos…
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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.