Será que viene un viento de destino inconfesable hasta que se manifiesta e hinca el diente en nuestro presente, y nos remueve como hojas marchitas de otoño o como semillas de diente de león en primavera. Porque todo lo que trasciende debe moverse en nuestra conciencia, acariciar o arañar nuestro corazón, según se entienda, provocando la dulzura o la amargura, para que no quede aburrimiento alguno que habite en nuestra mente, y siempre estemos entretenidos en aprender o desaprender, amontonar lastre que nos impide caminar y evolucionar, o soltarlo con desprecio cuando queremos desplegar las alas de los sueños para salir volando y cruzar el horizonte, el firmamento y la raya invisible que nos lleva de uno a otro universo.
Viajeros empedernidos somos, descifradores de runas o de arañazos en la piedra, o en el alma, que de todo hay en la viña del Señor y en las cuadrículas amorfas, pero significativas, del calendario de la cocina, el que nos dieron en navidad y nos acompañará un año entero entre el almirez y la ristra de pimientos para recordarnos que todo, absolutamente todo, es caduco y perecedero.
Hay nostalgia del Infinito en mi espíritu a cada momento, y tal vez por eso me viene en tromba a cada momento el misterio de lo inescrutable, de lo que no puede ser conocido, lo que queda siempre al otro lado de una línea invisible. Aquí está el conocimiento humano, al otro lado la interrogación candente, las preguntas sin respuestas, los sueños inaprensibles.
Y mientras, viene abril y se arropa con flores multicolores, y nos deja la fragancia de una Madre Tierra olorosa, que se vierte sobre nosotros con fragancia de jazmines, de pétalos sedosos de rosa y un murmullo prodigioso que parece que es la voz de todo cuanto ha existido, que sigue siendo, aunque invisible, y nos reconoce por nuestro rostro y por nuestro nombre. Y es cuando se abre la puerta a ese Infinito y surge lo que nunca creímos que pudiera suceder, pero sucede, porque el milagro está siempre a flor de piel para verlo con ojos diferentes. Entonces aparece, existe para nosotros, y hay un suspiro que nos desgarra por dentro, como si hubiéramos nacido de nuevo…
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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.
