En Noche Lunar Azul.
Que siempre es el desafío de la abundancia, la visión de los mundos invisibles a los ojos físicos…
Segundo día de mi onda encantada del Viento.
Acariciando el aire
II
José Antonio Iniesta
Luna Galáctica
Este regalo de Dios debe ser compartido, esta franja de luz arco iris que atraviesa mi frente y me saca de mí mismo desde mi plexo solar.
Este manantial de luz inabarcable que me es dado sin pedir nada a cambio sólo puede convertirse en una ofrenda del Espíritu que a todos nos pertenece.
No soy quién para guardarme ni siquiera una chispa de esta eternidad luminosa contenida en un instante del Eterno Presente.
A ti me debo,
ser que presiento al otro lado de cualquier parte,
retazo místico de lo más hermoso de mí mismo,
para quien mi destino fue trazado,
para darme y darme y darme…,
enteramente, a la medida
de cuanto necesitas
para emprender tu propio vuelo…
Y qué importa si nunca conozco a quien mis palabras rozan el corazón allá en el último rincón del mundo, confundidos, unos y otros, con el espejismo de eso que llamamos el espacio, las fronteras y las distancias. Y qué más da que nunca se crucen nuestros caminos, si siempre hemos estado juntos y así lo estaremos por siempre, en esa creación constante en la que todo es al mismo tiempo…
Me conmueven las lágrimas ajenas,
esa sensación que tienen tantas personas
de haber desperdiciado por completo sus vidas…
Ay, si cada uno descubriera que todo es válido,
que ni un suspiro es ajeno a la voluntad divina,
que somos el fruto interminable
del proceso elegido que nos mueve…
Por eso mi amor inalterado hacia el que maldice, al que se tortura, al que se golpea el pecho lamentándose de la pérfida vida que ha tenido, pues esa congoja realmente es pesada, como una montaña de plomo cayendo sobre la debilidad de su conciencia. Quién fuera viento milagroso para arrancar las espinas de tanta alma vencida…
Habrá entonces que respirar con ganas,
y llenar los pulmones de luz encendida,
para afrontar el desafío de sanar
la llaga abierta de todo un mundo.
Y abrirse el pecho con sinceridad,
para que los que siempre se sintieron olvidados,
comprendan de una vez por todas
que nunca estuvieron solos.
Quiera Dios que el vuelo de las mariposas nos siga ayudando en esta difícil tarea, que las montañas se sostengan para reclamar en los que han caído una mirada. Quiera la voluntad del Cielo, que traza nuestro destino, que las flores sigan tiñendo de colores la pupila triste de quienes no entienden de resplandores. Quiera el alma colectiva de la humanidad que los más débiles sean ayudados por los más fuertes, que los más fuertes comprendan la alegría que produce ayudar a los más débiles.
Acariciando el aire se toca lo invisible, y se convierte en sinfonía musical un simple movimiento de una mano, y se descubre que todo lo que nos envuelve nos influye a cada momento.
El peregrino sin nombre dibuja un hexagrama en el algodón en rama de las nubes, y presiente, o pretende, o imagina, o cree, que la fuerza de sus líneas elevará la conciencia de los hombres y de las mujeres, de los niños y de los ancianos, para que entre todos podamos ver la brillante luz de las joyas verdaderas de la Red de Indra, donde el tiempo y el espacio se unen, donde el ser humano, acurrucado, como adormecido, sueña y madura el futuro que merecidamente le ha sido concedido…
Y el laberinto es un sendero,
que asciende buscando el infinito,
hasta acabar en un plumón del ala de un ángel,
para ampararnos y reclinar la cabeza
después de un largo viaje…
Enlace: https://www.sieteluces.com/acariciando-el-aire-ii/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.