Aquel mes de enero era el más frío que recuerdo de los tiempos modernos, al estilo de los que tantas veces sufrí en mi infancia.
En esta ocasión me dirigía a Sevilla viendo los témpanos de hielo en los edificios de Hellín, con temperaturas que llegaron hasta los 18 grados bajo cero. Me iba a tierras de Andalucía, a la bellísima Sevilla, para participar en distintas actividades relacionadas con la presentación de tres libros al mismo tiempo: “Senderos de luz”, “Voces del amanecer” y “Cruzando el arco iris”, de la trilogía “La biblioteca de las maravillas”, que con todo entusiasmo había editado un gran investigador del misterio y de los seres mágicos Jesús Callejo, director por aquel entonces de la editorial “Corona Borealis”.
Maravillosa fue aquella tarde recorriendo los recónditos lugares de tronío y salero, de gracejo andaluz, alegría y humor que se respira allá donde uno ponga la vista. Como si recorriera el cielo me sentía caminando por el barrio de Santa Cruz, empapándome como en cada viaje del paso de la historia por la calle Judería. Allí soportan como pueden el paso del tiempo los restos de la muralla del Alcázar, con sus dos torreones. Fue tarde de misterio a lo grande, cuando viví una de las experiencias más extraordinarias de mi vida, y de las más impactantes a nivel emocional, en los Jardines de Murillo, antiguamente conocido este paradisiaco lugar como Huerta del Retiro, que formaban parte de los Reales Alcázares de Sevilla hasta que en 1862 fueran cedidos a la ciudad para disfrute y solaz de sus habitantes. El diseño de este gran espectáculo de la naturaleza se debe a Juan Talavera, en 1915, y recibieron el nombre de Murillo porque el gran pintor fue enterrado en la iglesia que estuvo en la plaza de Santa Cruz. Amante como soy de los árboles centenarios, nada más tocar a un gigantesco magnolio sentí la emoción más indescriptible que alguien pueda imaginar, que en el estremecimiento de algo que en ese momento escapaba a mis sentidos supe después que tenía que ver con la explosión de un artefacto terrorista que allí mismo se había producido tiempo atrás. Esta experiencia, junto con unas seiscientas de las más espectaculares que he vivido a lo largo de mi vida en los más remotos lugares del planeta, verá la luz en una colección de libros ya escritos (catorce tomos en una primera fase), que será el proceso más atrevido de mi existencia como escritor e investigador al revelar lo más prodigioso que he experimentado desde que nací.
Con esa sensación indescriptible de lo que supe de aquel gigantesco árbol llegué a la sala semicircular de la sede de Radio Televisión Española en Sevilla para dar una conferencia sobre todos estos misterios que he investigado a lo largo de mi vida, y para mi estupor, para mi más absoluta perplejidad, sin haberme recuperado ni por asomo de lo que viví con el magnolio, experimenté de una forma absolutamente descarada, sin que al parecer nadie más que yo se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, uno de los más apabullantes fenómenos de alteración del espacio-tiempo que he vivido en mi vida. Es inolvidable lo que experimenté aquella tarde por partida doble, con tanta intensidad que todavía se me eriza el vello al recordarlo: estas historias que parecen de ciencia-ficción, de otro mundo, de dimensiones paralelas, pero que se manifestaron con total claridad en una de las ciudades más hermosas y con más historia de España.
En el viaje interminable siempre hay algo que te espera a la vuelta de la esquina y lo hace sin avisar, por sorpresa, dejándote de puntillas al borde del abismo de la razón, que siempre se tambalea y se disgrega cuando surge lo que es absolutamente incomprensible.
Enlace: https://www.sieteluces.com/presentacion-de-la-trilogia-de-la-biblioteca-de-las-maravillas/
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.