Sin aliento estaba en aquella inmensa basílica a la que había llegado de la forma más extraña que se pueda imaginar, para descifrar un misterio que se me reveló sin buscarlo, sin saber que existía, sobre el oro que vino de América para construir ese templo.
Es una increíble historia que será para siempre una herida desgarrada en mi corazón. Y con ese enigma pegado a mi conciencia me encontré con una calavera alada, el mismísimo símbolo de la muerte en ese tétrico rincón, rodeado al mismo tiempo por incontables ángeles, que revoloteaban en pinturas y esculturas por todas partes. Miré aquel cráneo para recordar que todo es fugaz, transitorio. Memento mori…
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.