2 y 3 de junio de 2001. Feria del Libro. Parque de “El Retiro”, Madrid, España. Qué satisfacción estar en la capital de España, para firmar ejemplares de un libro, y encima estar allí para hacerlo con dos obras al mismo tiempo, en dos casetas diferentes, en una pura experiencia de conexión vital con los lectores, escribiendo como hago, a destajo, a toda velocidad, dedicatorias de página entera, una tras otra, para satisfacción de los lectores que esperan en una interminable hilera.
Jesús Callejo me había ofrecido su casa para pasar ese inolvidable fin de semana en Madrid, el gran investigador de las tradiciones mágicas españolas y de cualquier rincón del mundo que se tercie, además de los seres mágicos de la naturaleza, tan fantásticos ellos para la creencia popular, duendes, gnomos, hadas y elfos, tan reales para la infinidad de seres que he entrevistado a lo largo y ancho de este mundo, que han tenido las más asombrosas experiencias con ellos. Los libros de Jesús han abierto infinidad de ventanas para reflexionar, para avivar la imaginación y conocer los grandes misterios que surgen en todas partes, sea cual sea la mitología, la cosmogonía, el lugar del planeta que se visite, el rincón más lejano donde el destino te lleve.
Con él había escrito “Testigos del prodigio”, compartiendo incluso un viaje a Andalucía, reuniendo ambos de nuestra investigación personal casos singulares de toda clase de personas con facultades asombrosas, cúmulo de prodigios y más prodigios a lo largo de los tiempos, en un libro que ya ha sido reconocido como un clásico de la investigación, una auténtica referencia a la hora de conocer la capacidad de los seres humanos para enfrentarse a los más dulces o aterradores enigmas, de la manifestación de facultades insólitas que, como ya avancé en esta obra, es sin duda el fruto de una mutación en curso, de un plan trazado para que la humanidad siga evolucionando constantemente, siempre con la guía, pues así lo he comprobado cientos y cientos de veces, de seres invisibles que están por encima de nosotros, o a nuestro lado, guiando como mentores a la especie humana desde la oscura noche de los tiempos, y que no avanza más porque sin duda hay otros seres que frenan esta evolución a cada momento, ponen palos en las ruedas y trampas, confusión y miedo a diestro y a siniestro.
El otro libro, “El enigma de las siete luces”, fue mi primera novela iniciática, otro más entre más de doscientos libros escritos que, pareciendo fruto de la más exaltada imaginación, no es más que el resultado de mi propia vida, de mis experiencias, que puedo asegurar que son más espectaculares y maravillosas que todo cuanto relato en lo que parecen puras alegorías.
Este libro, por cierto, había sido editado por Jesús Callejo tras crear la editorial “Corona Borealis”, y supo de él de forma sorprendente nada más conocernos, en una secuencia de encuentros con lo insólito, las sincronicidades y los escabrosos hilos del destino, de tal forma que tuvo el deseo de que se publicara antes incluso de que supiera que iba a crear una editorial, lo que así fue porque lo quiso este extraño juego que siempre se llevan entre manos el espacio y el tiempo.
Pero antes de aquellos momentos memorables en las casetas, de los que dan testimonio los dos carteles que tengo en una salita, nada más entrar a casa, tuvo lugar la presentación de “Testigos del prodigio” a cargo de uno de los más grandes investigadores que ha habido en España, el doctor Fernando Jiménez del Oso.
Se me ve tremendamente joven en las fotos, con grandes gafas de pasta, ilusionado y abierto a un mundo que se me antojaba lleno de posibilidades de descifrar en cada segundo de mi vida el misterio, como así ha sido antes de ese momento y desde entonces.
Recuerdo con inmenso cariño las palabras que me dijo uno de los grandes personajes de la radio de toda nuestra historia, Juan Antonio Cebrián, paisano, de Albacete, con el que, por los azares del destino, había colaborado por cierto en su programa nocturno “Turno de noche”, hablando de leyendas e historias mágicas relacionas con Hellín siendo mucho más joven todavía.
Parece una metáfora decir aquello de que empecé a vivir este vida de investigación antes de que me salieran los dientes, y sin embargo, hasta eso es cierto, pues como en ocasiones he referido, y dije una vez bien claro para Canal 49, la primera televisión que hubo en Hellín, apenas caminaba cuando en el hueco de la chimenea de mi casa, en el barrio de San Rafael, supe con certeza a qué había venido a este mundo, sintiéndolo en ese momento en el que buscaba entre los agujeros de los ladrillos del nueve las cajas de cerillas que me escondían para que las encontrara. Recuerdo, como si fuera ayer mismo, que mi propósito en la vida era meterme en los rincones más inexplorados, en cámaras viejas, sótanos, trasteros, laberintos, cuevas, todo aquello que apenas fuera conocido, para rescatar del olvido la memoria de nuestros ancestros. Y eso, con absoluta exactitud, es lo que llevo haciendo toda mi vida, lo que inicié, ya de forma constante, meticulosa y comprometida, desde que tenía unos siete años, haciendo una constante recopilación de piezas etnográficas y aprendiendo de la tradición oral hellinera gracias a mi madre desde entonces.
Y ahora estaba en Madrid, en la Feria del Libro, en el Retiro, para presentar dos libros en los que por una parte reflejaba una parte de las investigaciones realizadas a lo largo de mi vida y por otra, una historia en forma de novela en la que había encriptado mi propia existencia como buscador de enigmas y de las fuentes originales del conocimiento ancestral, una pura búsqueda espiritual.
Era como siempre, terminar un ciclo y empezar otro, la pura esencia de Uroboros y el viaje interminable, pues jamás he reconocido la palabra éxito en mi trayectoria, jamás, a pesar de haber realizado miles de actividades, pero miles, en el estricto sentido de la palabra, de la más variada condición, en una frenética persecución del infinito inalcanzable. Siempre he pasado página detrás de cada glorioso jalón en este caminar de peregrino, siempre tengo ante mí una página en blanco para escribirla con una nueva experiencia. Cuando alcanzo mi propósito, todo me conduce al inicio…
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.