Al comienzo de la onda encantada del Viento…
Por tanto que hay que agradecer a Dios y a la vida, al amor y a los sueños…
Acariciando el aire
I
José Antonio Iniesta
Luna Galáctica
Mirando a los ojos de cualquier persona puedo hallarme a mí mismo, esa parte de mí, fragmentada, que viaja de un lado a otro, de alma en alma.
Soy feliz por saber que existen otros seres humanos en los que me reflejo, que siempre habrá alguien que me escuche, alguien a quien ofrecer consuelo.
Yo quisiera ser luz en su noche…
El doble de mí mismo, el que añora más que yo en mi cuerpo físico, el que viaja sin reserva alguna de billete, el que anida en todos los nidos de los pájaros, escribe con un dedo invisible en las ondas calladas del agua de un estanque, en el envés de las hojas, en la nieve sobre la que continuamente caen copos con diminutas estrellas en su entraña tan fría y tan blanca.
¿Quién quiere ese amor que de mí brota, que dejo en los aleros de los tejados, al lado de una acequia, en el pomo cobrizo de una puerta entreabierta?
Pregúntale al mendigo, que sabrá decirte con certeza lo que es realmente la vida, pídele a la alondra que entone la melodía del cántico divino que encontró grabado a fuego a la vuelta de una esquina del cielo.
Saldrá de mi corazón tanto fuego algún día, que seré capaz de quemar una brizna seca de hierba, y quizás, más tarde, el muro de amargura que han levantando los hombres…
Quién pudiera tejer un verso con el que sanar todas las heridas, componer una estrofa que devuelva la sonrisa a los niños que cayeron ahogados en el pozo de la tristeza.
Se fue el peregrino cruzando el horizonte, uno entre un millón y medio que aparecían reflejados en su cuaderno de viaje.
–Qué importa el camino –se dijo–, si al fin y al cabo es infinito. Siempre quedará la suela de un par de zapatos…
Y dejó caer unos versos en el aire, que siempre acariciaba con sus manos.
Mecidas por el viento van las palabras, que algún día llegarán a emocionar al alma enamorada, cayendo en el lecho necesitado de calor en una interminable madrugada, reposando en el oído de quien necesita por encima de todo la esperanza.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.