ACARICIANDO EL AIRE IV

En Serpiente Auto-Existente Roja.



El instinto nos permite recobrar la memoria de la naturaleza animal por la que tantas veces hemos pasado. Porque sobrevivir es parte de la fuerza vital, del misterio de la vida.

Cuarto día de mi onda encantada del Viento.

Acariciando el aire

IV

José Antonio Iniesta

Luna Galáctica

El peregrino se miró en el espejo del agua y se sintió tan confundido al verse que tuve que preguntarle al junco qué ser era aquel que se miraba en la superficie transparente del agua.

Y siguió al ciervo para que le respondiera, y esperó la respuesta de un cuco empeñado en engañar a otras aves.

¿Quién soy yo, cuando escucho al viento llamándome por tantos nombres,

confundido en esta visión de los seres que he sido?

¿Cuál de los hombres y mujeres que nacieron y murieron

es más yo mismo?

¿Cuál de esos rostros será el que verá Dios

cuando alcance a encontrarme con Él

en la mansión de la Luz inabarcable?

Y el lucero del alba se apiada de tanto devaneo y susurra:

¿Qué importa el paso de los días, si un solo segundo es en sí efímero y eterno al mismo tiempo? Cambian los rostros y los surcos de las manos, el brillo de los ojos y el movimiento de los pies cansados, pero un mismo espíritu va viajando de un cuerpo a otro.

El alma que transita por los senderos enredados de la vida y de la muerte siempre es la misma, inalterable y transformada, inquieta y apaciguada, silenciosa y sonora, dualidad por siempre manifestada, pero una sola en su más profunda esencia…

No te angustie el rostro que contemplas, pues al fin y al cabo es la forma que adquiere la quimera.

Como la llama de una vela

es, y será por siempre, mi alma,

espíritu de luz incandescente,

que alumbra en la oscuridad y parpadea,

moviéndose al ritmo

del más leve soplo de aire.

Llama de luz que ilumina

en la oculta dimensión de la noche oscura.

Y vendrá el tiempo de las flores, y se marchitarán dando paso a la ceniza. Las nubes perderán su forma y hasta las montañas más grandes verán que su carne de piedra se desmenuza. ¿Hay alguien que pueda parar la transformación de todo cuanto existe? ¿Acaso la mariposa conserva eternamente su condición de oruga?

Así vendrán las nieves y el calor la convertirá en agua,

y la arena de la playa será engullida por el mar,

y hasta el viento morirá enredado entre las hojas de un enebro.

Mas el misterio de la vida,

que siempre se guardará un enigma,

le hará resurgir de nuevo.

Quizás para llevar el diente de león volando por los aires,

buscando la tierra fértil en la que germine la semilla.

Porque toda muerte siempre precede a la vida.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.