ACARICIANDO EL AIRE XIII

En Mago Cósmico Blanco.



El Mago del No Tiempo es el que descubre el engaño de la Ilusión y se encuentra consigo mismo.

Décimo tercer día de mi onda encantada del Viento.

Acariciando el aire

XIII

José Antonio Iniesta

Luna Galáctica

Sabía al mirarse en las aguas del manantial que se había convertido en un mago de la Tierra, aquel que era capaz de desentrañar los misterios de la lengua de los pájaros, de la eterna espiral en movimiento, de los sonidos del silencio y de la vida que agita hasta la última fracción de la materia.

Se sentía en paz, sereno, en calma, apaciguado en el estanque de agua de vida de su alma. Ya no importaba dónde mirara, pues al estar en su interior, en todas partes encontraba paz y gloria. Él era un reflejo de su mirada, y sus ojos le mostraban lo más hermoso que había sido transmitido a la Creación.

Ahora sabía que no podía ser apresado por un concepto engañoso del tiempo, que sus manos, sin moverse, podían acariciar, con la ayuda del pensamiento, cualquier brizna de hierba del último rincón del planeta.

¿Dónde quedaban las distancias  y las limitaciones de las que le habían hablado si todo él era Uno con lo existente? ¿Dónde la diferencia si en su cuerpo de caminante habían crecido ramas de sauce, hojas de limonero y pétalos de rosa? ¿Acaso no se movían ahora sus manos suavemente, como la brisa, después de tanto acostumbrarse a acariciar el aire? ¿No eran sus ojos un espejo en el que se reflejaba la luz del sol y los rostros de tantos seres que había encontrado en su camino? ¿No era su aliento la palabra que tenía que dar en cada momento para llevar consuelo, transmitir conocimiento, serenar el ánimo, amar, amar siempre y en cada momento?

Había ganado en ese instante el tesoro de la mansedumbre. ¿Qué importaba ahora que el impulso de la vida se detuviera y le alcanzara la muerte, que siempre lo haría mientras durmiera en el sueño de los justos?

No hay magia más bella que la del corazón,

que las alas que nos llevan en el viento,

para encontrarle a la vida su sentido.

Todo responde a una causa primera,

y a ese origen nos conducen cada uno de nuestros pasos.

Cada semilla que había entrado por sus oídos y por sus ojos había germinado. Todo había sido sencillo después de todo. Parecía que habían pasado mil años desde que comenzó su aventura, y al mismo tiempo, había sido tan corta como un suspiro.

Llega la paz y se arrebuja y calla,

y te deja apaciguado como un niño que acaba de nacer y tiene sueño.

Llega el amor y teje con hilos de oro

el tapiz divino donde se reflejan los recuerdos.

Llega el momento que siempre fue añorado

para descubrir que nunca estuvimos solos.

Es entonces cuando los ojos se cierran y la vida entera se desdibuja,

cuando la quimera sucumbe y el espejismo se desintegra.

¿No es Dios, de nuevo, más que nunca, el que se manifiesta?

¿No es la entera Creación la que muestra su rostro,

en el que todo se contempla?

¿No es el cielo prometido el que ahora despliega sus escaleras,

para ascender y acabar con la espera?

Viene la certeza que no se expresa con palabras.

Llega la Luz que te envuelve con el dorado de la aurora.

Por fin se nos permite regresar a casa…

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.