VIAJE EN EL TIEMPO DEL NO TIEMPO

Viaje en el Tiempo del No Tiempo



José Antonio Iniesta

Más allá, infinitamente más allá, de lo comprensible, en la búsqueda constante y apasionante de la esencia profunda del Tiempo, resulta que el Tiempo no existe. Es una paradoja, y sin embargo es fruto de la coherencia. No alcanza el sentido último del mensaje la mente lógica, sino el cuerpo de luz de la metalógica. Tiempo llamamos a la secuencia de instantes. Si buscamos espejismo, espejismo encontramos, así que a un instante sucede otro, y aparece un tiempo lineal ante nuestra engañada mente. Pero esto no existe, aunque lo parezca, igual que nadie ha tocado a nadie realmente desde que el mundo fue creado, por más que lo parezca, pues un átomo jamás toca a otro, ni aunque cada uno de los átomos lo quiera. Una mentira aceptada sigue siendo una mentira, o engaño, o confusión, o ilusión, o quimera. Todo, en la conciencia suprema, que es la única visión que no es relativa, todo, sucede al mismo tiempo, en la sopa cósmica en la que todo es a la vez, con el revoltijo inmenso de todas las probabilidades matemáticas.

En el pasado, el futuro ya es. En el futuro, el pasado sigue siendo. Se entienda o no se entienda, así es. Lo que para algunos es un regalo gozoso, la entrega del milagro por quién sabe qué motivo desconocido, para otros, los suprahumanos, supone la práctica de la consciencia de la multiplicidad de todo lo existente, en la conciencia del Infinito. Así, sólo con desearlo, o ni eso, habitan en todos los momentos que nosotros llamamos la secuencia de Tiempo. Son, están, sin embargo, en el centro último y primero, en el No Tiempo.

El salto siempre lleva a un nivel más elevado. Ocho es siete más uno. Trece es doce más uno. La clave de lo que buscamos del Tiempo está en el No Tiempo. Los pares antagónicos sostienen el equilibrio de la danza, la danza del equilibrio. En el Vacío está la Totalidad, la Totalidad es el Vacío. La realidad de todo lo que es concebible es el fruto de un sueño. Si Dios nos sueña y existimos, ¿por qué no habríamos de soñar otros sueños concebidos, que ya existen antes de que sean soñados?

Ahora sé en la práctica, como intuí hace tanto tiempo, que puede ser sanado el pasado. ¿Cómo sanar algo que parece inalterable, que ya ha sido? ¿Cómo puede transformarse algo que ya ha sucedido? Pues sencillamente porque todavía está sucediendo. Si lo fue, está siendo. ¿Perece, desaparece, el instante que lo será por siempre?

Bendita la percepción de cada uno de los instantes, porque son únicos e irrepetibles, por su manifestación sagrada en lo más profundo de nuestra conciencia. ¿Y sin embargo, cuántas versiones pueden crearse de ese instante? Cada vez que lo recordamos, cada una de las veces que lo interpretamos, cada vez que podemos regresar para vivirlo con distintas emociones.

¿Cambia la manifestación del pasado el hecho de alcanzarlo? Es obvio que en la visión de un futuro, el futuro hizo posible la experiencia del pasado. De no haber visto ese futuro no hubiera existido esa forma determinada de pasado.

El joven que se veía en el espejo anheló una señal en el futuro, y esperó durante años a que llegara ese momento. Sin ni siquiera darse cuenta de lo que estaba sucediendo, cuando llegó la señal, ya adulto, el hombre regresó al pasado y se encontró consigo mismo. Al fin y al cabo, era eso lo que siempre había sucedido en el pasado, el encuentro con lo que reconocía como futuro.

¿Pueden mirarse a los ojos dos seres que son uno solo? ¿Puede un ser coger la mano de otro, siendo él mismo? Aunque no lo comprenda del todo es cierto, lo afirmo.

No importa que no lo sepa del todo: me queda una eternidad para entenderlo…

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.