Entrevista a Jesús Callejo,
“el viajero del mundo de los duendes”
José Antonio Iniesta
Si algo puede definir a Jesús Callejo es que es un ser inquieto y curioso que aprovecha cualquier ocasión y cualquier medio, la prensa, la radio, las tertulias o los libros, para contarnos historias. Para hablarnos al oído de esos seres y lugares en los que nadie cree, de esas plantas mágicas que conservan intacta su leyenda y su poder, de esos cocos y ogros que tanto han asustado a generaciones enteras de niños, de esas rutas de misterio que aún perviven en España, de esos monstruos mitológicos que más que miedo nos producen ternura. En definitiva, de esas tradiciones que nos remontan a entes sobrenaturales y de leyenda que están deseosos de salir a la luz para contarnos su pequeña historia.
¿Qué parte de realidad o de ficción hay en el mundo de los elementales?
Cuando algo no se puede demostrar con el método científico entramos en el mundo de las creencias. Los elementales han sido relegados al mundo de los cuentos infantiles y por eso mucha gente cree que son irreales y que tan sólo habitan en nuestros sueños. Para mí son seres que tienen la misma naturaleza de los sueños, pero que existen en nuestro planeta, en otros planos de vibración y de existencia mucho más sutiles, tanto que están vedados para los limitados sentidos del ser humano.
¿Cómo son?
Las descripciones físicas sobre ellos varían tanto como las del reino vegetal, animal y el humano. Ni siquiera se puede decir que sean antropomorfos, pues no siempre adoptan esta figura. Pueden llegar a ser lo que nosotros queramos que sean. Juegan con nuestra percepción de la realidad. Además de sus individualidades físicas -que se las da su propia especie- suelen ser invisibles, transformistas, proteicos y entes energéticos, características que hacen que se presenten a nuestros ojos como seres de luz cambiantes en función del entorno en que se manifiesten y de nuestros estados de conciencia.
¿El que ve un duende es un ser con una gran sensibilidad o un loco de atar?
Seguro que las dos opiniones se barajarían. Ver un duende significa muchas cosas: el estar en el lugar y momento adecuados, el ser capaz de interpretar esa visión como un ser de la naturaleza y no como un producto de nuestra mente, el que el propio duende haya elegido a esa persona para dejarse ver… Lo cierto es que muchas partes del mundo estarían plagadas de duendes y otras criaturas élficas, pero el ojo humano es incapaz de percibirlos voluntariamente a no ser que tenga bien preparados y en sintonía sus canales de percepción.
¿Has visto alguna vez a un duende? ¿Crees que podrás verlo algún día?
Mis libros están aún en el plano de la investigación pura y dura y no en el plano de lo vivencial o testimonial. Aún no he visto físicamente a esta clase de criaturas, pero no descarto verlas en cualquier momento. Me imagino que será cuando esté preparado para vivir esta experiencia, ni antes ni después.
¿Cuál es la historia más extraña con la que te has encontrado?
Todas las historias que tienen que ver con los espíritus elementales de la naturaleza ya son, de por sí, bastantes extrañas. Pero de las más curiosas son cuando estos seres dejan pruebas o regalos de su presencia. De Chile me llegó hace años un “cuchillo capturado a un duende” para que lo analizara, y de Capafons (Tarragona) me escribieron unos lectores para contarme que habían visto, en un refugio, una figura con dos cabezas representado a sendos duendes, hecha de arcilla y que según les contaron, eran follets que un buen día dejaron esa figura a modo de obsequio a los dueños del refugio, follets que vivían en el interior de un árbol y que trabajaban limpiando y protegiendo el bosque.
¿En qué sueña una persona como tú que sigue el rastro de toda clase de seres mágicos?
Mis sueños son tan etéricos como los seres que persigo. Son sueños reparadores y luminosos. Muchas veces, cuando despierto, tengo la sensación de haber vivido increíbles aventuras en el interior de ese País Borroso que muchos llaman el reino de las hadas. También tengo la sensación de que estos seres me protegen y que a través de los sueños me inspiran temas para próximas obras. De hecho, mi casa parece un santuario dedicado a su memoria por la cantidad de objetos y figuras que tienen relación con ellos.
¿Cuáles de estos seres te son más familiares o queridos?
Todos ellos tienen su encanto, pero puestos a elegir me quedo con las “damas del agua” y con los “señores del bosque”, entes protectores de lugares concretos de la naturaleza que se camuflan y mimetizan a la perfección con el entorno, teniendo como misión preservarlos de inoportunas injerencias humanas. Se podría decir que son manifestaciones de la conciencia de Gaia, guardianes de los enclaves sagrados y protectores de los “tesoros” del subsuelo hasta que no llegue el momento oportuno de ser revelados.
¿Existen puertas dimensionales para acceder a los reinos que habitan?
La forma de acceder a su mundo, a esta especie de humanidad paralela, es muy difícil, de lo contrario no hablaríamos de leyendas sino de hechos. Yo sí creo en esas puertas o ventanas dimensionales que nos comunican con otra clase de realidades que poco tienen que ver con las tridimensionales de nuestro hábitat. Incluso sabemos dónde están algunas de estas “puertas inducidas”, pero no sabemos abrirlas porque nos falta la llave principal, que no es otra que el tiempo.
¿Dónde crees que están?
Están aquí, en nuestro planeta, en nuestro país, en nuestro jardín e incluso en nuestra propia casa, porque algunos son tan curiosos que quieren conocernos tan de cerca que se alojan cerca de las viviendas humanas. Otros se trasladan junto con la familia a la que han escogido y otros siempre permanecen anclados en el mismo lugar, custodiándolo y protegiéndolo, pero todos ellos en una frecuencia vibratoria que les hace invisibles al ojo humano.
¿Qué métodos se pueden emplear para atravesarlas?
Si supiéramos a ciencia cierta los métodos ya habrían tenido alguna invasión poco deseable. Puestos a encontrar un método de acercamiento, el primer requisito es creer que esos seres existen y que algunas entidades están deseando que entremos en comunicación con ellas. El segundo requisito es conocer los lugares y los momentos más propicios para entablar contacto, sabiendo que contamos con un elemento aleatorio que no controlamos, el factor tiempo, que depende de las estaciones, los días, los fenómenos atmosféricos y hasta de los instantes precisos. Y, por supuesto, como tercer requisito, es tener abiertos nuestros canales sensitivos, estar receptivos a la experiencia, dejarse fluir en paz y armonía ya que el miedo retrae.
Por cierto, hablando de atravesar puertas, ¿qué secretos ocultos hay detrás de tu novela “Los enigmas del País Borroso”?
Es una novela que está llena de guiños y de símbolos. Guiños para los amigos, para la gente que me conoce y símbolos y pistas para aquellos que quieran adentrarse de una manera lúdica en este apasionante tema de los elementales. Bajo el revestimiento de una novela juvenil y fantástica se esconde una serie de claves, fruto de mis experiencias y creencias, que pueden servir a los lectores sin prejuicios, deseosos de dejarse sorprender.
¿Qué relación existe entre los elementales y la Madre Tierra?
Para mi, toda. Los elementales son los espíritus de la Naturaleza, de la Pachamama o de la Madre Tierra. Son seres de luz que viven por y para manifestar su crecimiento, su desarrollo y su belleza. El comportamiento aparentemente hostil que han tenido algunos de estos seres con los humanos se ha debido a que éstos no han sido respetuosos con las reglas del juego que ancestralmente ha marcado la propia Naturaleza y que se basa en un respeto absoluto hacia todas las manifestaciones de vida que se albergan en el planeta. Allí donde hay contaminación, progreso tecnológico y agresividad mental acaban por desaparecer los guardianes mágicos de esos enclaves.
¿Si tuvieras que tener a uno en tu casa, a quién elegirías?
Yo ya tengo a mi duende favorito, a mi hijo Javier, que ahora tiene seis años. El llegó cuando yo estaba escribiendo el libro sobre Gnomos y sé que de alguna manera es un ser que, con su mirada infantil y sus juegos, me está abriendo muchas puertas que dan acceso al auténtico reino de la Gente Menuda.
Imagínate que has atravesado las fronteras que nos separan de su reino mágico y te permiten hacer un pregunta, ¿cuál harías?
Para mí, una de las más esenciales: “¿Ha llegado el momento de que os conozcamos?”
Vuelve a imaginar que estás con ellos y te conceden un don, ¿cuál pedirías?
El primer don sería el poder verlos y estar con ellos, pero puestos a pedir pediría que me enseñaran su archivo secreto, ese archivo donde nada está escrito y sin embargo, todo está guardado, el pasado, el presente y el futuro, de este mundo y de todos los demás mundos que seamos capaces de concebir e imaginar.
No te canses de imaginar y medita: si te regalaran un objeto mágico, ¿cuál preferirías?
No lo sé, porque la magia del objeto no está en su forma o su contenido sino en el mero acto de la entrega, en la carga psíquica y mágica que aporta a su poseedor y que es trasmitido directamente por el donante. Lo que sí estoy seguro es que sea cual sea ese regalo, sería el mejor para mí en esos momentos.
Y aunque te aburras de calentarte la cabeza: si te concedieran un deseo para el futuro de la Tierra y de la humanidad, ¿cuál sería?
Que todos fuéramos más amorosos porque el amor todo lo abre, todo lo da y todo lo legitima. Si hay amor entre nosotros podemos hacer cualquier cosa en este mundo en el que vivimos, sabiendo que absolutamente a nadie perjudicaremos con nuestro actos. Algún día los hombres mereceremos no tener gobiernos ni banderas.
Una última y extraña pregunta: ¿eres un duende?
Muchos me lo han dicho. Espero que no sólo sea por mi aspecto físico que algo de duendil tiene. El acercarse a ellos te hace ser un poco como ellos. Creo que en muchas ocasiones he sacado a relucir mi naturaleza élfica, que todos llevamos dentro de una manera u otra, y eso se nota al transmitir mis conocimientos sobre los habitantes luminosos de este Buen Pueblo.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.