MAXIMÓN. SANTO NATIVO DE AMÉRICA

MAXIMÓN



SANTO NATIVO DE AMÉRICA

Como me lo contaron lo cuento; porque cuando le pregunté a don Pascual si se podía contar, me dijo que todo lo podía decir., pero lo difícil era que me lo creyeran.

Después de muchas veces de llegar con los cofrades de Maximón allá en Santiago Atitlán, en la casa del guardián del santo, tras varios rituales pregunté por la historia del abuelo, y así me develaron el misterio:

“Hace muchos años, entre los finales de la invasión española (mal llamada ‘la conquista’) cuando ya se empezaban a repartir nuestras tierras y los principios de la colonia, cuando este reparto se institucionalizaba, hubo un varón Chi-Mam (sacerdote Maya), mago poderoso que indignado por el despojo descarado que se estaba realizando, violando incluso los tratados establecidos por cédulas reales, se rebeló contra los usurpadores de las posesiones de los pueblos del altiplano Guatemalteco. Habló corno corresponde con el consejo de Principales para que se tomaran medidas para evitar estos hechos, pero no fue escuchado porque el saqueo estaba escrito y no se podía evitar, porque cualquier medida en contra de las predicciones sólo llevaría a un mayor derramamiento de sangre.

Pero un guerrero de su talla no pudo aceptar estos razonamientos e hizo uso de su autoridad y la dignidad de su cargo para denunciar el saqueo que los extranjeros estaban efectuando a los habitantes de los pueblos que estaban siendo sojuzgados. Estos hechos indignaron a los invasores, que comenzaron a perseguirlo. En una de sus arengas en la plaza de uno de los pueblos, fue capturado por las autoridades españolas, quienes para escarmentar al pueblo lo encadenaron públicamente y fue conducido a los calabozos más oscuros de la prisión. Pero al día siguiente, cuando lo fueron a buscar, había desaparecido, mostrándoles así su gran magia y poderes sobrenaturales.

Dos veces más fue vuelto a capturar y dos veces más escapó de sus captores, sin que pudieran descubrir cómo efectuaba sus desapariciones. Por lo cual, convencidos de que se encontraban ante un ser que los superaba gracias a sus conocimientos sobrenaturales, decidieron acudir a aliados que poseyeran esas mismas virtudes pero que no fueran de la zona para que no tuvieran que traicionar a sus compatriotas; así pues mandaron a traer grandes ‘Hechiceros’ tlaxcaltecas para que los auxiliaran en su empresa.

La figura del gran Chi-Mam continuó apareciendo por los pueblos de la zona en los días de plaza, creando un gran desconcierto entre los peninsulares y arengando a la población indígena para detener el abuso que éstos estaban cometiendo. Por eso cuando se acercó un día de plaza mayor en el pueblo de Tzunil, le prepararon una emboscada con las mejores fuerzas de la guardia, y en el momento que encendía con su palabra a los naturales que lo escuchaban, indignados salieron de la iglesia y de las calles que rodeaban la plaza para capturarlo haciendo ostentación de su gran fuerza.

Nuevamente encadenado y fuertemente apaleado, fue conducido a un calabozo en donde fue custodiado por los poderosos hechiceros de Tlaxcala, que lo velaron toda la noche en una potente lucha, en la que contrarrestaron sus poderes. Al día siguiente y siempre rodeado de los hechiceros, lo condujeron a la plaza en donde lo habían capturado y lo descuartizaron frente a toda la población que contemplaba en completo silencio y con la cabeza baja en señal de derrota.

Para que este hecho sirviera de escarmiento y fuera recordado para siempre, ensartaron la cabeza en un palo muy alto para que fuera vista incluso desde las montañas que rodeaban el pueblecito ensangrentado.

Los españoles, rodeados de sus hechiceros aliados, contemplaban orgullosos su sangrienta hazaña, seguros de que el pánico iba a correr como el agua de un río, cuando escucharon un rumor del otro extremo de la plaza y ante sus incrédulos ojos vieron que el gran ChiMam volvía a aparecer con toda su figura humana frente a la sorprendida población elevando nuevamente su voz y apremiando a todos a sublevarse; de nuevo intentaron capturarlo pero esta vez sus poderes superaron hasta a los hechiceros vecinos que desconcertados veían cómo desaparecía y volvía a aparecer en otra esquina de la plaza, ocupando los cuatro puntos cardinales de ésta, para luego desvanecerse frente a sus frustrados captores.

Cuando el pueblo quedó en calma, por la noche y en los días siguientes, fueron llegando mensajeros que informaron que al mismo tiempo había sido visto en las poblaciones de Nahuala, Atitlán, ltzapa y otras.

Días más tarde, se reunieron los grandes principales y Chi-Mames de la región, a solicitud del más anciano de estas parcialidades y cuando empezaron a comentar lo ocurrido apareció ante ellos el poderoso Chi-Mam. Hablaron los ancianos para recordarle que nada se podía hacer en contra del destino que ya estaba escrito, por lo que el gran varón se vio obligado a aceptar estos designios, pero se negó por completo a abandonar a la gente de los pueblos que tanto amaba, les solicitó que fueran al bosque y preguntaran entre los árboles cuál estaba dispuesto a recibir su espíritu.   Así lo hicieron; y consultando a los árboles mayores, les fue indicado que en los bosques en donde se encuentra la población que hoy se llama Chicacao había un gran árbol de Tzité (palo de pito) —árbol mágico de la más antigua tradición de los Chi-Mames— que fue cortado y luego se llevó sin que tocara el suelo hasta la población de Atitlán, en donde después de varias ceremonias especiales el espíritu del gran varón pasó a morar en este sagrado árbol.

Se determinó que éste sería dividido en cuatro partes para que el espíritu auxiliador permaneciera en las cuatro regiones, las cuatro esquinas del mundo, y así ayudar a todos los pobladores de esta nación. Se trasladaron las partes a las poblaciones en donde había aparecido el día de su sangrienta ejecución, desde allí se convertiría en el guía, guardián de la espiritualidad y justicia del pueblo maya. Es por eso que permanece hasta la fecha en esas cuatro regiones desde donde contempla y apoya el resurgimiento de la tradición de sus abuelos, hasta el nuevo amanecer.

Durante ese tiempo se le conoció como el gran abuelo, el Laj Mam, y fue venerado mucho tiempo en la clandestinidad. Con el correr de los años y habiendo olvidado los descendientes de los conquistadores este episodio, se repitió a finales del siglo XIX otra situación similar, aunque el país ya se había liberado del dominio español; si bien se había abolido la esclavitud, la opresión a que era sometida la población indígena era cruel y despiadada, y el despojo de tierras y propiedades comunales a que eran sometidos nuevamente era aun mayor que antes, amén de los exagerados tributos que les obligaban a pagar, así como los trabajos forzados de los que ni los niños se escapaban, por lo que hubo en esos días muchas rebeliones y motines.

En medio de este caos surgió un defensor del pueblo indígena; un mestizo, hijo de un hacendado y una indígena, él no pudo permanecer insensible ante estos vejámenes. Dada su posición e influencias logró llegar al cargo de juez en el occidente del país. Desde ese Puesto pudo corregir muchas injusticias y devolver los terrenos usurpados a sus legítimos propietarios, así como evitar los abusos en contra de los indígenas, convirtiéndose en el protector de su pueblo.

Este personaje era muy peculiar, pues sus rasgos eran los de un ladino (español-criollo), usaba largos y acicalados bigotes, fumaba grandes habanos y tenía fama de mujeriego empedernido; además le gustaba pasar largas horas en los estancos (cantinas) bebiendo sus ‘tragos’ de licor, en especial criollo. Don Francisco Ximón, como se llamaba, pronto pasó a ser una leyenda, pues además de los favores que dispensó a la población, sobrevivió a tres emboscadas que le tendieron los terratenientes y así se convertiría en un santo encarnado.

Luego de estos acontecimientos en la población comenzó el rumor de que el Laj Man, el gran abuelo Chi Mam, y don Francisco Ximón eran una misma persona, y que había retornado para salvar y ayudar a su pueblo; a partir de ese momento la figura de éste se agrandó, llegando a tener un prestigio que derivé en un culto que fusionó a los dos personajes al gran Laj Mam y don Ximón.”

La representación del Maximón resultado de esta sincretización es la de Francisco Ximón, por lo que su figura está vestida con su traje de alcalde y juez, con su vara (bastón) que lo acredita como tal en su mano derecha, símbolo éste de máxima autoridad. Usa sombrero  de copa, o un tzute (pañolón con insignias) de Chi-Mam, y permanece sentado en su silla-trono.

Si se quiere obtener su intermediación o favores ante los problemas que uno tiene se le ofrendan sus traguitos” de guaro’ (licor), tabaco (puros o cigarrillos), también candelas e inciensos  (sahumerios).

Maximón es famoso por arreglar de inmediato todos los problemas, en especial males de amor, curar la salud y problemas económicos, legales. Su fama y culto se han extendido a lo largo y ancho del mundo siendo ahora el Santo Nativo de América”.

Es un santo muy especial, poderoso, que entiende la naturaleza del ser humano y gusta de las cosas de los hombres.   Extractado de KAM WUJ: libro del destino, Carlos Barrios y Ludovica Squirru. Editorial Suramericana. Buenos Aires. 2000. páginas 45 a la 49.

Este relato es un preámbulo de lo que les quería comunicar. El día 24 de noviembre (7 Ajmaq en el Cholquij, el sagrado calendario maya de 260 días) entre 9:20 y 9:30 PM. , hora colombiana (-5 GMT),  en conversación telefónica de alrededor de 10 minutos con Gerardo Kanek Barrios, hermano de Carlos Barrios y también AjQuij Maya de la tradición de los Abuelos o Ancianos Mayas, estuvimos hablando sobre el desastre que ocasionó las intensas lluvias causadas por el huracán Stan en la región del altiplano,  que era indeterminada la cantidad de muertos, porque para el gobierno guatemalteco, solo cuentan como muertos los que estén registrados en notarías , archivos civiles y electorales, y los que no estén ahí no existen legalmente como muertos o desaparecidos, como ocurrió tristemente en la guerra civil de 36 años (1960 – 1996), y que es una situación muy común en las comunidades indígenas, sobre todo en las mas aisladas y tradicionales. Pero Gerardo me dijo que ocurrió una situación mágica: la noche en que ocurrieron los desastres, en Santiago Atitlán, muchas personas se salvaron de morir, porque un abuelo indígena tocó a las puertas de las casas para avisarles del peligro, y que corrieran a la montaña a refugiarse, y muchas de las personas que murieron no hicieron caso de esta advertencia, pensando que era simplemente un loco o un borracho. Después de esto, se dijo, y lo creo sinceramente, ¡que el abuelo milenario, el Laj Man o Maximón, había tomado cuerpo físico para prevenir a su pueblo de esta tragedia!

Esta nota fue una colaboración de su amigo Jaime Fernando Gutiérrez.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.