LONGEVIDAD ESPIRITUAL
por Licerio Moreno
La clave está en el “ser evolutivo”, es decir,” la fusión de la ciencia, la inteligencia y el humanismo, unidos a la evolución del conjunto planetario”
Entre los antiguos mitos budistas figura un paraíso perdido, conocido como Chang Shambhala, la fuente de la sabiduría eterna donde vivían seres inmortales en armonía perfecta con la naturaleza y el universo. En la India se ubica oculta entre los Himalayas y se llama Kalapa.
Algunas fuentes consideran este paraíso como una proyección de nuestros deseos. Otros aseguran que la ciudad vive en un plano astral, incluso existen fuentes que la ubican en la cordillera del Himalaya. Lo cierto es que en el Norte de la india en las altas cumbres de estas gigantescas montañas habitan ermitaños que mediante la contemplación y la motivación consiguen vivir más de cien años. Es posible por tanto que esta leyenda pueda tener su fundamento en la existencia de estos anacoretas capaces de vivir tantos años en una actitud de recogimiento y de renuncia mundana.
UNA HISTORIA
…La mirada fija en un punto indefinido de la nieve, mirando pero sin ver. Respirando a un ritmo perezoso. El corazón latiendo tres o cuatro latidos por minuto. Sentado en loto en el umbral de su cueva. El anciano de edad indefinida se abstraía en una contemplación perfecta. Su cuerpo en los Himalayas, pero su espíritu omnipresente en un espacio-tiempo, sin horario, sin principio y fin. Horas, días y semanas moviéndose al ritmo terráqueo, con la conciencia de Gaia. Despersonificado, sin identidad propia.
– ¡Maestro… Maestro…!
El joven monje, observaba en silencio, esperando que el anciano le concediera una simple mirada. Pasaron horas. Se hizo la noche. El adepto no había podido resistir y yacía dormido a los pies del anciano. Con los primeros rayos del alba el monje volvió a la carga:
– ¡Maestro…Maestro!
– No grites, muchacho; no grites, ya te he oído…
El anciano ermitaño estiró las piernas y ajustó la túnica sobre su cuello. – ¿Qué deseas? ¿Por qué turbas mi meditación?
– He venido a aprender, a buscar tu sabiduría.
– El libro de la sabiduría no está en mi sino en tu interior. Solo tu y nadie más puede leer sus páginas, pues para cada uno de nosotros el libro de su destino está en clave personal e intransferible.
– Dicen en el valle, que tienes doscientos años. ¿Es verdad?..
– Solo los seres finitos, preocupados o con miedo cuentan el tiempo. El tiempo está unido a la conciencia. Si estas gozando, el tiempo es corto, si estás sufriendo el tiempo se te hace interminable.
– Maestro deseo aprender a ser perfecto. Deseo alcanzar la máxima sabiduría. Quiero superar el dolor y el encadenamiento del Karma.
– Ciertamente tu narcisismo es tremendo. Tu ego además de joven es jerárquico, inestable y combativo. Solo deseas cosas para ti. Y precisamente la clave del ser evolutivo es no desear, matar el ego, fundirse con el todo.
Esta contestación dejó un poco avergonzado al joven adepto. El anciano prosiguió:
– Te explicaré el secreto de mi gurú. La clave que él mismo recibió de los hijos de las estrellas:
– La Tierra, el planeta, las plantas, los animales y las rocas; todo cuanto existe bajo tus pies tiene conciencia. Todo cuanto acontece en el planeta es registrado por la conciencia de Gaia. Por el alma colectiva de esta esfera celeste que nos contiene. Pero la Tierra no tiene espíritu. Por el contrario, el ser humano resume en su identidad física la misma naturaleza que el planeta que lo contiene. Cada célula de tu cuerpo asimila al instante cada acto insignificante de la naturaleza pero tu espíritu, puede volar con la imaginación, vivir estados de conciencia. MI gurú me enseñó a meditar poniendo mi espíritu al servicio de Gaia. Cuando yo medito, el planeta mira a las estrellas a través de mi espíritu, ama y goza de lo que imagino y creo en mi mente. Yo recibo de Gaía, su fuerza, su plenitud, su naturaleza física y su longevidad.
– Esta es la clave de la longevidad: únete al planeta. Dale tu espíritu y de la Tierra recibirás la fuerza de la vida, la salud, la longevidad. Deja tu ego aparte. No desees nada para ti. Déjate llevar en una sola identidad con Gaía.
Los ojos del anciano se encendieron de gozo al recordar:
– Yo he podido viajar con mi cuerpo luminoso a miles de años luz de la Tierra. He visto a seres cuya composición es de cristal sublimado. He visto como al final de su tarea se funden con la roca de su planeta. Por un momento todos los habitantes y el planeta que les contiene vibran al unísono en un mismo latido. Luego el ser se separa de la roca con más vitalidad, siendo más longevo y las rocas del planeta son ahora más cristalinas, más sabias y más puras. Es un maravilloso romance de dependencia. Estos seres han comprendido que nada ni nadie puede separarse del conjunto, y que la evolución depende de la fusión y de la integración, nunca del ego, del deseo personal y de la separación del conjunto. Estos seres han comprendido hace millones de años, que si un niño se muere de hambre o un simple árbol se rompe, todos mueren y todos se rompen en sus propias identidades retrocediendo instantáneamente. Estos seres consiguen vivir en una sola vida, veinte mil años de nuestro tiempo. Estos seres mueren a voluntad para comenzar en otra morada cósmica y en otro vehículo diverso.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.