EL FRACASO DE COPENHAGUE IMPULSA LA NUEVA CONSCIENCIA
EMILIO CARRILLO
(http://emiliocarrillobenito.blogspot.com . Lunes, 21 de diciembre de 2009)
Vaya por delante que todo es perfecto. Y que para que la luz brille se precisa no sólo de un polo positivo, sino, igualmente, del negativo. Tenerlo en cuenta es esencial para ponderar lo acontecido en Copenhague y otras muchas cosas que marcan la sociedad y el mundo actual.
Fracaso absoluto
La Cumbre del Clima de Copenhague ha concluido con un fracaso absoluto, sin paliativos ni concesiones a la galería.
Veinte años de trabajos previos han sido simplemente tirados por la borda. Con descaro. Según lo pactado, cada país hará lo que le venga en gana, pues los objetivos de reducción de emisiones serán voluntarios y la medición, declaración y verificación las realizará él mismo en el marco de un sistema de “consultas y análisis internacionales bajo unas guías claras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional”. Esto es, nada de nada. Ni siquiera algo que sirva de excusa para los discursos huecos y las proclamas retóricas que tanto gustan a los dirigentes internacionales. No hubo ni “foto de familia”, sino auténtica desbandada. Descalabro completo.
Eso sí, era de prever que este fuese el resultado. Nadie puede alegar sorpresa. El fiasco ha sido preparado a conciencia desde las cancillerías de distintas naciones, con Estados Unidos y Obama a la cabeza, que ya en las reuniones previas de Bangkok y Barcelona habían mostrado abiertamente sus intenciones de que la Cumbre no sólo no fuera útil para avanzar, sino que sirviera para dar un paso atrás. Así ha sido.
Un nuevo sistema geopolítico mundial
Ahora bien, en la capital danesa no sólo se ha cerrado la puerta a cualquier intento mínimamente serio de coordinar actuaciones ante el cambio climático a escala mundial. Junto a ello, ha sucedido algo sumamente importante de lo que se habla menos: ha tomado cuerpo un nuevo modelo de relaciones internacionales, un nuevo sistema geopolítico y de reparto de poder mundial que sustituye al que, de una u otra manera, venía manteniéndose desde la Segunda Guerra Mundial.
Se trata de un modelo más acorde y ajustado a los deseos de la élite económico-financiera planetaria. Precisamente, el que los gobiernos de Estados Unidos y China llevaban tejiendo de modo discreto, aunque reconocido, desde hace meses. Sus pilares primordiales son dos: desprecio a Naciones Unidas y ninguneo a Europa.
El “Acuerdo de Copenhague”: el fondo y la forma
Desde luego y como ya se ha reseñado, el denominado “Acuerdo de Copenhague” –tres folios redactados con desgana y vacíos de contenido y compromisos- constituye en su fondo la enésima confirmación que, ante las causas y consecuencias del cambio climático, falta “voluntad política”. Zafio eufemismo para disfrazar el sometimiento de ésta a los fríos y calculados intereses de los grandes holdings multinacionales, financieros y empresariales.
Pero tan notable como su fondo ha sido la forma en la que el “Acuerdo” se ha gestado. Una forma que tiene y tendrá enormes implicaciones en el contexto mundial, que ha quedado redefinido con base en dos ejes fundamentales. Por una parte, radical menosprecio a Naciones Unidas, auténtico muerto viviente que sólo será sacado del ataúd cuando puntualmente convenga a los que manejan el cotarro. Y por otra, desdén e indiferencia hacia Europa, verdadero cero a la izquierda en el nuevo escenario internacional hasta el teórico día, pura quimera, que sea bastante más de lo que hoy es: mero espacio de tráfico monetario y mercantil revestido de falaces declaraciones de intenciones de tinte político y social.
Hay que subrayar al respecto que el Acuerdo se fraguó en una sala cerrada del centro de convenciones donde se desarrollaba la Cumbre. Había en ella poco más de 35 personas, entre dirigentes y asesores, de un puñado de países. El estadounidense Barak Obama y el chino Wen Jiabao llevaron la voz cantante, secundados por el brasileño Lula da Silva y el hindú Manmohan Singh, que apoyaron las propuestas de los dos primeros a cambio de diversas contrapartidas comerciales y económicas comprometidas por el presidente norteamericano. El resto de los “líderes”, entre ellos los de la Unión Europea, esperaban afuera, sabiendo que no les quedaría otra que hacer suyo lo que en dicha sala se estaba cociendo. Eso o el derecho al pataleo, que fue por lo que optaron cinco naciones (el llamado “bloque bolivariano”).
Al salir de la sala con el acuerdo bajo el brazo, Obama fue bien expresivo, señalando que se lo comunicaría a los “europeos” y luego a los 28 jefes de Estado y de Gobierno que coordinaban todos los grupos que preparaban el texto político. Por tanto, el mandatario norteamericano negoció encerrado con quien eligió, entregó después el acuerdo al pleno de la reunión y se marchó. Los delegados de los demás países, más de 180 estaban representados, continuaban enzarzados en discusiones bizantinas cuando el avión presidencial aterrizaba en Washington con los objetivos cumplidos.
Obama ha conseguido lo que Bush no logró
En su día, George Bush intentó sacar la negociación fuera del plenario de Naciones Unidas, donde cualquiera de los 193 países que lo conforman puede vetar un acuerdo; y propuso crear un foro paralelo en el que las grandes economías alcanzaran el consenso para afrontar el cambio climático de modo voluntario y en función de los requerimientos y agendas de cada cual. No lo logró.
Ahora, Obama sí lo ha conseguido. Es más, con el mismo cinismo del que hizo alarde al justificar la guerra recogiendo el Nobel de la Paz, ha llegado al extremo de montar el foro paralelo dentro de una Cumbre convocada por la propia Naciones Unidas. Ésta, maniatada por los poderes fácticos y los intereses creados, ha dado visto bueno al ultraje y ha refrendado lo pactado por unos pocos. Es exactamente el sistema imperante en la Organización Mundial de Comercio. Y es que estas son las nuevas reglas de juego del sistema mundial: las de la OMC, no las de la ONU.
Además, Obama ha excluido conscientemente a Europa del acuerdo. La élite bajo cuyo dictado actúa ha mandado así dos rotundos avisos a navegantes: el poder global ya no pivota en torno a las costas del Océano Atlántico, sino del Pacífico; y el modelo europeo de Estado del Bienestar no tiene sitio ni puede ser mantenido en un planeta comandado por la Economía-Mundo, la globalización y la banca internacional.
No a la frustración; sí a la nueva consciencia
No hay más cera que la que arde. El que quiera seguir perdiendo el tiempo y las fuerzas confiando en “líderes”, instituciones y organismos internacionales sólo topará con más decepciones. Pero lo sucedido, lejos de conducir a la frustración o la melancolía, hay que entenderlo como lo que realmente es: una gran oportunidad en el proceso de impulso de una nueva consciencia.
Otro mundo mejor es posible mediante ojos nuevos para un mundo nuevo. Y hechos como lo acontecido en Copenhague ayudan a que hasta el más dormido despierte y el más ciego recupere la vista. Estamos ante una colosal crisis de carácter multidimensional (económica, alimentaria, ecológica, cultura, social, de valores,…) que, usando la famosa metáfora maya que describe el momento presente como “Sala de los Espejos”, coloca ante el espejo a la Humanidad y a cada ser humano El que no se percate de la realidad no será porque se la estén ocultando, sino, sencillamente, porque no quiera verla.
Y los ojos nuevos sólo se alcanzarán con el cambio interior –espiritual y ético- de cada persona y el compromiso social que de ello deriva de forma natural. Será así como emanará una novedosa visión y una nueva consciencia que se abrirá paso en la Humanidad, lo está haciendo ya, a modo de red. Una auténtica red consciencial ajena a los usos y estructuras piramidales tradicionales, en total sintonía con la Madre Tierra y superadora de las fronteras políticas, étnicas y religiosas que hasta ahora han dividido y confrontado a los seres humanos. Una red en la que se contempla el mundo en clave de unidad e interdependencia y se conjuga el verbo compartir. Una red por la que fluye la solidaridad, la generosidad, la participación, la creatividad, el entusiasmo, la utilización de las tecnologías en beneficio de la mayoría y la capacidad para expandir nuestros sentimientos, intuiciones e inspiraciones y todas nuestras facultades físicas, mentales y espirituales.
Gracias, pues, a la élite económico-financiera, a Obama y a los “lideres” mundiales que con el fracaso en Copenhague nos vuelven a mostrar con nitidez el camino a seguir: el de una nueva consciencia. Siéntela en el fondo de tu corazón y en la profundidad de tu Ser. Nótala como energía electromagnética y vibratoria: una armonía de Paz infinita que resuena con potencia en la hondura de tu Silencio y se desborda hacia todo lo que te rodea como perfume de amor.
Todo es perfecto. La luz nace al armonizar lo negativo con lo positivo. La superación de la dualidad es la llave de acceso a la dimensión del Amor Incondicional. Abre tus ojos, llénalos de luz y vive en el ahora el mundo nuevo que construyes desde tu interior.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.