MIRANDO A TRAVÉS DEL ESPEJO DE LA UNIDAD. Por KAI
Día a día al enfrentarnos a la vida cotidiana, a la rutina del trabajo y las responsabilidades propias de esta vida terrenal, solemos olvidarnos de las cosas más maravillosas que experimentamos en nuestros momentos de quietud y contemplación. Porque, Yo se que esto que estoy por decir, lo conocemos todos y cada uno de nosotros y sin embargo, es al llevarlo a la practica en donde titubeamos y olvidamos que eso ya lo experimentamos por lo menos una vez en meditación o reflexión.
Y es que, es tan común que nos dejemos llevar por la corriente de la cotidianeidad de esta realidad; y a lo largo del camino nos estanquemos en aquellos pequeños problemas, enfados y malos entendidos con las personas que nos rodean. No miramos mas allá de su ego, de su personalidad inflexible o de aquellas pequeñas costumbres y cosas que suelen molestarnos y dejamos de lado su divinidad.
Y es que, a quien no le ha pasado que en el calor de una discusión, o de un malentendido o simplemente en las presiones diarias del trabajo y la rutina miramos a nuestros semejantes como enemigos a vencer, como rivales en un mundo de competencia sin sentido, o simplemente como algo tan ajeno a nosotros que se nos hace molesta su simple presencia en la misma habitación. Es algo tan común que a quien no le haya sucedido por lo menos en una ocasión, se puede decir que no habita en la tercera dimensión. Aquel a quien no le haya sucedido esto alguna vez, es entonces un ser ascendido que ha terminado su aprendizaje en esta dimensión!
Mis hermanos, solemos olvidar que, mas allá de las caretas protectoras que las personas suelen colocarse, hay un ser divino, que forma parte de la misma energía amorosa que nos creo. Aquellos seres que nos rodean, todos y cada uno de ellos poseen esa mágica semilla divina vibrando en su interior. Si, a veces discutimos, no estamos de acuerdo, pero, estamos mirando solo la superficie de lo que en realidad son, porque, ahí en su corazón, esta latiendo permanentemente la vida que proviene de Dios, la misma vida que late en nosotros, late en todos los demás seres.
Es por eso que Jesús dijo “ama a tu prójimo como a ti mismo” El hacerlo, implica reconocer en el otro aquella magnifica divinidad, aun y cuando piense totalmente diferente a nosotros, aun cuando esa persona se comporte de forma grosera hacia nosotros, aun cuando surjan discusiones y desacuerdos.
Mas allá de todo eso, en su corazón, late la misma energía divina que late en el nuestro y eso, mis queridos hermanos nos convierte en UNO, indiscutiblemente!
Hay un lugar, en el centro de la tierra al que me gusta llamarle con cariño, “el corazón cristalino de Gaia”. En ese lugar, todas y cada una de nuestras esencias más puras permanecen flotando, UNIDAS unas con otras en perfecta armonía. Todos y cada uno de nosotros permanecemos ahí, la esencia de nuestro corazón se mueve y vibra en ese bello lugar de amor y ahí mis hermanos, somos todos UNO. Sin importar la nacionalidad, la religión y la raza, nuestros corazones permanecen ahí, en el corazón de Gaia formando una única conciencia, una única energía que vibra y vive permanentemente en amor.
Esa conciencia permanece ahí, esperando el día en que la humanidad decida mirar a través del ESPEJO DE LA UNIDAD y reconocer, que somos todos una misma esencia divina y que por lo tanto, no podemos pelear, ni dividir, ni odiar, porque al hacerlo, solo nos lastimamos a nosotros mismos a través del otro, al hacerlo, lastimamos el corazón de nuestra amada madre Gaia.
Miremos con los ojos de la compasión, de la verdadera hermandad.
Compasión no significa sentir pena por el otro o lastima, el concepto de la compasión suele ser mal entendido y mal aplicado. Compasión significa amar y respetar al otro sin importar el pensamiento diferente que pueda tener. Compasión es, amar esa parte divina y reconocer que cualquier cosa que el otro haga o piense, lo hace desde su total libertad divina, como creador que es.
La verdadera hermandad, es permitir que el otro aprenda y viva de acuerdo a su deseo, sin juzgarle. Permitir que piensen diferente y que a través de esa diferencia aprendamos nosotros también. Porque, por eso mismo Dios ha creado una infinidad de verdades y caminos, para facilitarnos el aprendizaje y la diversidad. No tenemos porque ser iguales, pero si podemos ser tolerantes y valorar a las demás personas, por todas y cada una de sus decisiones así sean buenas o malas a nuestros ojos, pues nuestra opinión y conceptos terminan donde comienzan los de nuestro prójimo. Debemos ver más allá y aceptar que nuestras ideas y verdades son validas para nosotros nada más y para quienes gustosamente las compartan. Sin embargo, no tienen por que ser la vara que mida a los demás, ni el motor que nos impulse a juzgar y a raíz de ello molestarnos y enfadarnos con los demás.
Mi querido hermano, te invito a que inicies tu día con este pensamiento en mente “TODOS SOMOS DIOS; TODOS SOMOS UNO MISMO” y así, a medida que caminas por la calle o manejas tu auto, mientras hablas con tus compañeros de trabajo, te invito a que mires a todos aquellos con quienes te topes en tu día a través del ESPEJO DE LA UNIDAD, a través de la compasión divina y te des cuenta que ellos, por muy diferentes que sean a ti, son una parte de ti mismo . Y que recuerdes, que existe un lugar hermoso en esta tierra, donde nuestros corazones permanecen UNIDOS, mezclándose unos con otros como una única energía amorosa y que ese lugar es el corazón de Gaia, nuestra amada madre.
Y así, a medida que avanzas en ese sentimiento, mientras esa idea se ancla en tu conciencia, notaras que resulta mas difícil enfadarse y comenzaras a percibir que, en el pecho de todas las personas, dentro muy dentro hay una bella luz resplandeciente!
Mis queridos hermanos, les amo a todos y cada uno de Ustedes. En mi corazón, en el corazón de Gaia, en el corazón de Dios, ¡¡SOMOS UNO!!
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.