Salud y Consumo
Cuando ir al médico es peor que no ir
Francisco Marín
Interesante artículo de Sergio Parra en Genciencia. Si bien intenta ser una unidad, en el artículo claramente pueden encontrarse dos mitades bien diferenciadas. Una primera que habla sobre lo que científicamente se entiende por muerte de un ser y una segunda que, a mi entender, permite realizar una serie de interesantes reflexiones. En esencia, esta segunda parte habla del papel y la influencia del médico sobre las enfermedades de las personas. «Ir demasiado al médico podría ser más peligroso que no ir» sirve de título al análisis aquí realizado.
Según podemos encontrar en esa parte del artículo, Craig Feied viene a decir que muchas personas reciben tratamientos que no necesitan, y que por otra parte pueden resultarles perjudiciales. En este sentido, ya Aurelio Cornelio Celso, eminente médico romano en su tratado ‘De Res Medica’ (Siglo I a.C.) se expresaba así: «Es menester no ignorar que los medicamentos tomados en brebajes no siempre resultan útiles a los enfermos, y que habitualmente, perjudican a las personas sanas».
Cualquiera puede entender que eso es así. Y sin embargo, somos como somos. Porque… ¿a quién no le suenan estas frases?
«Ayer estuve aquí (en urgencias) y me dieron un medicamento ‘X’. Y hoy sigo igual». Las personas, cuando actuamos como pacientes, no damos tiempo a que las enfermedades curen, que sigan su proceso. No tenemos paciencia. Vamos al mismo ritmo acelerado de la sociedad actual. Y, si en un tiempo que nosotros creemos prudencial, y que suele ser casi siempre escaso, no mejoramos, volvemos a acudir al médico. Con lo que aumentan las posibilidades de recibir un fármaco diferente, con la misma eficacia que el que nos dieron inicialmente, pero con mayores efectos secundarios.
Además, piénsenlo por un momento. Imagínense que están en consulta, y tienen delante a una persona que apenas mejora con un analgésico determinado (inicialmente, solemos dar el más seguro y con menos efectos secundarios). Podemos probar con un segundo medicamento, pero teniendo en cuenta que ya no estará tan exento de efectos secundarios. Un ejemplo son los antiinflamatorios en mayores de 65 años. Y, a cada visita, al tiempo que aumenta la intensidad del tratamiento pautado, también aumentan los efectos no deseados sobre el organismo del doliente.
«¿Y no me va a dar nada?». Pregunta reiteradamente realizada en los servicios de urgencias ante la no prescripción de un fármaco por parte del médico, en procesos que, realmente, no necesitan tratarse con medicamentos (diarreas, resfriados comunes, por ejemplo). De hecho, mucha gente considera mala praxis (es decir, que el médico no actúa como debería) cuando no le receta algo. Y todos saben que, si una persona acude de forma repetida a buscar un medicamento, al final acaba consiguiéndolo (evidentemente, siempre dentro de unos límites; pero el antibiótico es uno de aquellos ejemplos en que esto sucede).
«Esto que me ha dado, ¿no es un antibiótico? ¿Y no me va a dar antibiótico?». Existe la creencia popular que sólo los antibióticos funcionan cuando tenemos una infección. Y lo cierto es que las infecciones causadas por virus (la gran mayoría de las que vemos en los centros de urgencias) no responden a los antibióticos. Se dice que la gripe, si tomamos antibiótico, dura 7 días. Y sin él, dura una semana.
Lo cierto es que como dice por el Dr. Mario Moreno, del Centro Médico Game de Sant Boi, y maestro en muchos aspectos de bastantes de nosotros: «Las enfermedades existen, independientemente de la existencia de los médicos».
Y los datos son los que son. Al parecer, durante diversas huelgas de facultativos en Los Ángeles, Israel y Colombia, la tasa de mortalidad disminuyó de manera significativa en los 3 lugares, y en porcentajes nada desdeñables (entre un 18 y un 50%).
Y en la ciudad de Washington, durante un congreso de medicina en que un elevado número de médicos abandonaron la ciudad, la mortalidad también sufrió un descenso importante. ¿Coincidencia o no? ¿Qué opinan?
¿Medicamentos sí, medicamentos no?
De todas formas, muchas personas pueden opinar, y con razón, que, si existen los medicamentos, ¿por qué vamos a prescindir de ellos? ¿Puede concebirse un sistema sanitario «potente» que no utilice los fármacos para curar?
Pues lo cierto es que sí. Y el mejor ejemplo, es el sistema sanitario de Cuba: 50 años de embargo, que han repercutido de forma bastante intensa sobre el abastecimiento de medicamentos y material médico y, sin embargo, según un estudio realizado recientemente, está considerado como el mejor sistema sanitario de América Latina. Y esta clasificación, como pueden ver en el artículo enlazado, está basado en esperanza de vida, cantidad de médicos per cápita, porcentaje de población vacunada, y tasas de mortalidad infantil, entre otros parámetros.
¿Y cómo lo han conseguido? Pues mediante dos medidas básicas:
Priorizando la prevención que, por otro lado, es la medida más eficaz y económica para luchar contra la enfermedad. Y para prevenir, lo mejor es potenciar una buena educación sanitaria en la población; aprender a tratar aquellos problemas más frecuentes, sin necesidad de acudir, una y otra vez, a los centros de salud.
Potenciando la Atención Primaria como forma de asumir aquellas enfermedades más banales, más fácilmente solucionables, y que no requieren del aparataje utilizado en el primer mundo (hartamente más caro y menos eficiente).
Prevengamos, pues, y potenciemos la Atención Primaria de Salud. Gastaremos menos, y viviremos más y mejor.
Por Dr. Francisco Marín. Atención Primaria.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.