UNIDAD, NUEVA CONCIENCIA, POR JACQUELINE BOURGEOIS LABAYRU

UNIDAD, NUEVA CONCIENCIA



Por Jacqueline Bourgeois Labayru

Para poder vivir con LA NUEVA CONCIENCIA que nos mostrará la Dimensión Única del Amor es necesario pasar de la Dualidad a la UNIDAD.

¿Cómo Trascender la Mente Dual?

El ser humano, en sus fases de desarrollo, se vincula profundamente a su mente. Él cree que es, lo que su mente es. Se relaciona y juzga la vida por lo que él cree o por lo que piensa; y en verdad, somos en esencia, muy diferentes a lo que pensamos.

Usted se ve y ve al mundo de acuerdo con lo que le han enseñado a pensar; todo lo relaciona a través del tiempo y la mente es atada al tiempo totalmente; por eso la mente se adhiere a las expresiones del pasado y teme al futuro.

No se puede decir que un hombre que se dedica a pensar y a producir pensamiento sea muy feliz; es más fácil producirlo, pero no produce plenitud. La plenitud está en dejar de producir tanto pensamiento, pues así podemos expresar nuestra verdadera naturaleza Divina.

Serán muy pocos los seres humanos que logren crear el espacio para desarrollar su propia Divinidad, hay que pasar a la UNIDAD y dejar la dualidad.

Salir de la identificación con la mente, cuya labor fue crear un ego, un Yo, para la relación con el otro ego, es el próximo paso en la escala de la evolución.

Ahora el hombre debe saber de qué está hecho, cuál es su verdadera esencia, de dónde viene y que hay dentro de él, en esa esencia invisible que todo lo abarca. Este saber está fuera de la mente, porque aunque el ser contenga la mente, la mente no contiene al ser; así que, con la mente, no se podrá comprender, no se podrá atrapar, solo hay que dejarlo actuar.

¿Cómo se llega allí?

Cuando cambiamos de identidad, cuando dejamos de identificarnos con la mente o con el Yo creado por la mente; saber que el ego es creado por la mente y que, por lo tanto, no es real, éste es el primer encuentro con el ser.

El pensador compulsivo, creado por esta máquina mental, es separador, conflictivo y “demente”, depende de esta máquina para poder sobrevivir, está atado, entubado a un respirador artificial y por lo tanto, el sufrimiento y el dolor está en ser desconectado, y aunque sea artificial, su aparente vida le da la ventaja de estar ahí alimentándose, así sea artificialmente.

Este pensador compulsivo está separado de la vida misma y la totalidad, porque solo piensa en su respirador personal. ¿Puede este hombre desconectarse por sí solo de está máquina? No, la máquina no se lo permite, lo tiene atado…, la máquina no se lo permitirá; solo podrá hacerlo cuando él comprenda que puede respirar por sí solo y que no la necesita; si se percibe esto, se podrá observar a la mente como lo que es, y comenzará a darse cuenta de que lo que lo mantiene con su vida es la respiración de su propio cuerpo, la que nace de usted, lo que sale de usted.

Cuando usted se dé cuenta de que puede respirar sin la máquina, aparecerá otro estado, el real, el verdadero, al que se le llama conciencia o ser, un estado que está más allá del pensamiento dual creado por la mente.

El pensamiento está ahí para ser utilizado para lo que es, para actuar en el presente, pues el pensamiento no es la mente; el pensamiento es la energía que impulsa la acción presente; el pensamiento no contiene el tiempo de la máquina; el pensamiento es una energía que debe ser liberada de los procesos mentales del ego; se debe dejar suelta esta energía de acción, para que la conciencia se exprese. Se puede observar que la conciencia no tiene tiempo, pues no se puede decir: -voy a pensar para mañana o voy a pensar para el ayer;- el pensamiento debe ser y es solo acción, solo tiene presente.

Mientras que, para la mente, el momento presente no existe, por el contrario, para la acción del momento, solo sirve lo que el pensamiento, en un instante saca de adentro, es decir, su propia fuerza; así que el pensamiento presente es fuerza, movimiento para actuar.

Ahora podemos verificar que la mente no es más que una etapa energética en los procesos evolutivos, y que, por las inconsistencias que crean tanto dolor y sufrimiento, es necesario sacar la fuerza pura del pensamiento, acción salida del cuerpo, para establecer, en lo físico, la cultura cósmica que sale del mundo interno o microorganismo, al mundo externo realizable; esto es a lo que se le llama “el Salto Cuántico”, es decir, salir de lo mecánico a lo cuántico, o salir del sufrimiento y el dolor, a la plenitud inherente, al organismo natural de la vida.

Por debajo de la línea de la mente, se encuentra todo el mundo finito de la tierra, todo lo que es conocido; nada hay allí que pueda dar respuestas totales a lo que es la vida. En la energía de la mente, no hay más que la lucha por la supervivencia. La orden, en todas las especies que la contienen, es ¡sobrevive! Partiendo de este principio el hombre sigue la línea de la supervivencia y se adapta a cada estilo de vida, y no desea ser movido; pero la naturaleza misma, si él no lo hace, se encargará de los cambios obligatorios que hay que dar, para cerrar y abrir ciclos en la evolución. Cada ciclo de vida tiene incluido un medio ambiente y cuando esto no se da, sobreviene la enfermedad, el dolor, el sufrimiento.

El placer hace que los ciclos terminen en dolor; el placer no permite que los cambios constantes de la vida se den; el placer es el dulce de la supervivencia y buscar el placer por el placer mismo, es una forma de atraer el dolor; placer y dolor son aliados.

Cuando la mente desea darle placer a su ego, el organismo reacciona, porque él tiene en sí mismo la armonía; así que buscar el placer, como fuente de armonía en el cuerpo, es un mito que solo existe en la mente, pues el cuerpo por sí solo tiene su propia armonía. Él sabe, no admite los excesos y ante ellos reacciona, como el placer de comer, de beber, de sexo; el cuerpo no necesita de cuotas extras de placer; todo lo que la mente quiere obligar al cuerpo hacer, más tarde el cuerpo se lo hace sentir. Así que el placer, por el placer mismo, el cuerpo lo rechaza, porque no lo necesita. Hemos tenido una historia de cada cultura con sus excesos y finalmente, con el resultado de la enfermedad y el dolor.

El hombre, finalmente lo que quiere, es que el cuerpo se le someta. Por ignorancia, él cree que el cuerpo está en un nivel inferior a su mente, es decir, a su cultura, a su ego, y quiere ajustarlo a lo que otras mentes piensen, a una alimentación de moda, sin saber que cada forma de vida desarrolla en su mismo organismo, la orden de lo que necesita para su vivencia. Una vaca es vegetariana, no come el producto de tecnologías, ella sabe qué debe comer, “el cuerpo sabe”. El colibrí lleva a la flor el polen para que sea fecundada; esto no fue un proceso tecnológico. La vida apoya a la vida misma.

Este paso al que llegamos por evolución, nos muestra que, cuando el hombre sale de la dualidad, así sea por un solo instante, percibe la fuerza de la energía; percibe la armonía de ese instante maravilloso, cuando ya no es manipulado por los estímulos y respuestas, y cuando permite que sea la naturaleza la que dé la orden en todas las áreas de su vida. Pero observen, que apenas pasa ese instante, sobreviene nuevamente el dolor que, desde luego, está allí por no alcanzar todo el placer que la mente exige, porque la necesidad de satisfacción es tal que aún soporta una gran cantidad de dolor, con la idea de obtener luego el placer; es la balanza en esta dualidad; el hombre ha hecho de esta energía el altar del supuesto amor; en este nivel, lo mismo que hoy le brinda placer, mañana le causa dolor. Este “amor” (?) puede ser placentero por un tiempo; después ese mismo “amor” (?) puede traer odio o resentimiento, en la ilusión del “amor”.

Ahora, en el Salto Cuántico, aquello que era la base de la supervivencia, debe transformarse para dar equilibrio perfecto a la vida. El hombre mental no sabe de equilibrio y, por supuesto, toda su vida compite por obtener más de todo; él cree que, a mayor satisfacción de éxito, dinero y poder, mayor será su felicidad. Y se comprueba que esto no es así; pues a mayor placer, menor comprensión del cuerpo y de la energía de la vida. Entonces, si el placer no nos permite saber, ¿Como, a través de él, llegaremos a las profundidades, a conocer el ser que allí reposa?

Pero a la mente del hombre no le cabe esta evaluación; ella solo cuestiona; es sinónimo de poder y con este esquema, trata de defender su propio charco y el de su estirpe. Cuando la mente se identifica con esta forma de vida, archiva y retiene con la ilusión del futuro y empieza su mecánica de acción y reacción, produciéndose el dolor y el temor, hasta cristalizarlo en la piel como consecuencia y en respuesta al estímulo.

¡Qué liberación tan maravillosa es salir de los argumentos mentales! Pues, si no se sale del pensamiento repetitivo de la mente, una acción jamás podrá ser reconocida en profundidad.

Nuestra gran felicidad y plenitud está en que el hombre puede liberarse de esa mente dual, de su mecánica y encontrar la gran guía que está en su ser, en su cuerpo. Es solo conectarse con lo que Es y desconectarse de lo que imagina que es.

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Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.