EL SEMILLERO DE LA LUZ XVI-REVELADORES ESPEJOS

El semillero de la Luz

XVI



Reveladores espejos

José Antonio Iniesta

Hay espejos sin forma de espejos que reflejan la luz que nos conmueve, que revelan con su existencia el Gran Espíritu que se expande a través de todas las formas vivientes. No cuelgan de las paredes ni sirven para que nos acicalemos como narcisos contempladores en el agua de sí mismos. Son expresión primera y última del orden, de la armonía, de la proporción y de la medida.

Los espejos que me maravillan, y en los que me reflejo, tienen forma de mandala como el de los pétalos de una rosa. En ellos se muestra la grandeza de la fórmula magistral de la geometría sagrada, impregnada con el aroma que estremece el alma.

Las flores se liberan del espejismo de los muros grises de las ciudades para ser espejos en sí mismas y alegrarnos la vista con su manto de colores revestidas.

Todo un arco iris de ensueño, con la apariencia de los estambres y las corolas, nos demuestra quién es verdaderamente el gran pintor que nos ofrece con su infinita gama de colores una Creación inabordable y rica en texturas y en matices.

Los ojos que miramos son también espejos de colores, que miran hacia fuera, pero se dejan mirar hacia adentro. Son lagos inmensos en los que uno puede nadar como si lo hiciera en un mar embravecido o en un calmado estanque. En las pupilas está el misterio de la vida, la fuerza de la existencia cuando crece.

Las montañas son espejos en los que observamos lo pequeño que somos, y lo grande que podemos llegar a ser cuando olvidándonos del peligro y del cansancio alcanzamos su cima. Apenas nos damos cuenta de que fue ella misma, con su grandeza, la que hizo posible que nuestros pies se sujetaran, que nuestras manos se agarraran. Lo grande es verdaderamente grande cuando se ofrece al servicio de lo que es pequeño.

El agua es puro espejo cuando en ella nos miramos, si sabemos comprender que siendo el mismo rostro el que contemplamos, un segundo después ya se ha transformado. Tampoco es el mismo el cauce de agua en el que nos miramos. Nos cuenta el secreto de que todo lo que aparentemente es igual se entrega por necesidad a la naturaleza del cambio.

La tierra que pisamos se nos muestra como espejo al contar cada una de nuestras huellas. Nos habla del camino que seguimos, que siempre tiene un antes y un después, y un punto de equilibrio: allí donde nos encontramos. El rastro que dejamos nos delata, como lo hace la siembra de una vida, que será cosecha de trigo o de cizaña, según sea la semilla que sembremos.

Son especialmente espejos los cuarzos que crecen en los múltiples úteros de cristal de la Madre Tierra, guardianes de la memoria ancestral que nos ofrecen. En su interior podemos leernos a nosotros mismos como si fuéramos libros abiertos, porque en ellos se manifiesta la senda del espíritu de los verdaderos buscadores.

Y hasta el musgo es espejo cuando nos dice que podemos vivir en el terreno más duro y hostil, si sabemos comprender la esencia que nos guía. Al borde del abismo crece el musgo, en el arrugado y troceado tronco de los árboles, en la grieta de una roca y en el paraje más remoto de la Tierra.

El junco es un espejo, que nos susurra al oído el secreto de la mansedumbre: la capacidad de ser fuerte con la aparente fragilidad del que es humilde. El agua embravecida, capaz de llevarse los más recios troncos, lo mueve suavemente, y cediendo a su paso, guarda el equilibrio y se sostiene.

Los espejos de los pájaros nos hablan del vuelo interminable, de la confianza en que a cada minuto Dios nos dará el grano necesario si sabemos encontrarlo. La nieve que se derrite para convertirse en agua que desciende por la montaña nos enseña la lección de que es un germen de vida la aparente muerte.

Así nos transmiten los invisibles espejos, con la multiplicidad de las formas, la sabia enseñanza del lenguaje de la naturaleza, el que siempre responde al culto supremo de la belleza inmaculada de la Tierra y de las estrellas…

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.