UNIDAD
SAN JUDAS TADEO, APOSTOL DE LAS CAUSAS PERDIDAS
Nuevo libro de Antonio Velasco Piña
Tu tarea será dejar semillas que den origen a otros árboles
que tengan la capacidad de poder injertarse con los viejos,
revitalizándose, y a la vez nutriéndose
con su ancestral sabiduría.
Judas, debes creerme, tu contribución es primordial
en el proceso de UNIFICACIÓN ESPIRITUAL.
NOTA DEL AUTOR
Velasco Piña, Antonio. San Judas Tadeo, Apóstol de las causas perdidas. Random House Mondadori. México. Primera edición: octubre, 2009.
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Tras una vida colmada de acontecimientos excepcionales, Judas Tadeo había muerto.
Su sepulcro permanecería cerca de un siglo en Edesa, en un sitio distinguido por la escultura que lo representaba. Durante ese periodo, las comunidades cristianas de la zona se incrementaron considerablemente, y Abdías, un discípulo de Tadeo trasladó los restos del apóstol a Babilonia, donde podían ser objeto de veneración por un mayor número de fieles.
En el siglo VIII, la acelerada expansión del islamismo en Asia ocasionó una disminución de los devotos cristianos. Temerosos de que el sepulcro de Tadeo sufriera una profanación, los dirigentes sacerdotales optaron por llevarlo a Roma.
En el año 800 tuvo lugar la coronación de Carlomagno, el gran defensor del cristianismo. El suceso originó la esperanza de poner fin a la fragmentación del poder político que prevalecía en Europa y las incesantes luchas que libraban entre sí los señores feudales. El papa León III, quien llevó a cabo la ceremonia de coronación, opinaba que el propósito que siempre había guiado a Judas Tadeo durante su peregrinaje en Asia era insignia de un anhelo de ‘unidad en la diversidad’, y que ésa debía ser la finalidad principal del naciente imperio. Posteriormente hizo entrega de los despojos mortales del apóstol a Carlomagno, quien los trasladó con gran pompa y ceremonia a la basílica de San Saturnino en Toulouse, Francia.
El objetivo de alcanzar la UNIFICACION de Europa no sobrevivió la muerte del emperador; para ello fue necesario un largo proceso de más de 1000 años.
Los feudos se UNIERON primero para conformar naciones, las cuales se enfrentaron en cruentas contiendas, hasta que finalmente, en la segunda mitad del siglo XX, lograron construir una UNION EUROPEA.
¿Qué ocurrió mientras tanto con la memoria de san Judas Tadeo? Sus restos permanecieron en Toulouse, y su figura prácticamente cayó en el olvido durante años. Hay dos razones fundamentales para explicar lo anterior. La primera es que su nombre no resultaba muy favorable para propiciar la devoción a su persona. ‘Judas’ es sinónimo de traición, y para la inmensa mayoría de los cristianos, Iscariote es el máximo villano de la historia. La segunda razón se deriva de que las misiones que el propio Jesús le encargara, y a las que Tadeo consagró su existencia, fueron no sólo incomprendidas sino reprobadas durante mucho tiempo.
Como resultado de los adelantos en la investigación sobre pueblos y religiones de todo el mundo, la visión ‘eurocentrista’ de la historia fue duramente criticada en la primera mitad del siglo XX por pensadores como el alemán Oswald Spengler y el inglés Arnold Toynbee. En su obra advirtieron que cada cultura en los más diversos rincones del planeta tiene valor idéntico -Europa no es superior-, y que todas forman parte de una herencia espiritual común para toda la humanidad.
De forma paralela al progreso de la conciencia sobre la diversidad cultural, la memoria de la labor de san Judas Tadeo se recuperó gradualmente. A finales del siglo XVIII aparecieron diversas representaciones escultóricas de su imagen, pero eso no alteró la marginalidad en la que permanecía. No fue hasta finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, cuando la devoción hacia el mártir de Edesa comenzó a extenderse lentamente en varios países.
El año de 1968 puede considerarse el inicio de una conciencia planetaria en la humanidad, de donde se derivan consecuencias de gran significación histórica: el derrumbe de los sistemas autoritarios en Europa Oriental y en muchas otras naciones; el surgimiento de organizaciones ecológicas cada vez más activas; un cambio de la posición de la mujer en la sociedad; una revalorización de las culturas indígenas. No resulta sorprendente que en ese mismo año haya aparecido de forma explosiva el fervor hacia un santo que buscó la integración de los grandes movimientos espirituales en UNO SOLO.
La consolidación del objetivo de san Judas Tadeo permitirá a la especie humana alcanzar el pleno desarrollo de una conciencia planetaria y actuar en forma UNIFICADA, para resolver los problemas igualmente planetarios que la presente globalización del mundo ha generado: ecológicos, económicos, políticos y sociales.
Haber dedicado su vida a promover, con dos milenios de anticipación, el proceso de integración espiritual de la humanidad y la recuperación del derecho de las mujeres a ejercer el sacerdocio, justifica plenamente que se considere a Judas Tadeo el santo encargado de dar cumplimiento a las causas que parecen perdidas.
CONTRAPORTADA
La vida de un hombre extraordinario, la sabiduría de sus palabras y acciones…
Durante siglos su nombre fue olvidado. Sin embargo, san Judas Tadeo fue quizás el único de los apóstoles que atestiguó la vida de Jesús de principio a fin, pues era su primo. La importancia de su apostolado encierra una serie de preguntas cuyas respuestas no son tan conocidas: ¿qué pasó con la vida de este hombre que difundió la palabra de Jesús? ¿Por qué es conocido como el apóstol de las causas imposibles? ¿Por qué tenía como premisa principal la tolerancia y la integración? ¿Qué le hizo intentar rescatar el papel de la mujer dentro del servicio religioso?
A través de una narrativa emotiva y sugerente, Antonio Velasco Piña lleva al lector a un viaje iniciático que lo conducirá hacia el espíritu de un hombre que, desde joven, se comprometió con las enseñanzas de quien cambió la historia de la humanidad.
Muchas de las inquietudes que vive actualmente nuestra civilización, como la integración de todas las visiones del mundo, la preponderancia del papel de la figura femenina en la concepción del mundo y, sobre todo, la tolerancia como medio de convivencia, no son cosa reciente; hubo alguien que las pregonó desde hace dos mil años.
Este libro nos dice cómo sucedió.
SOBRE ANTONIO VELASCO PIÑA
Nació en Buena Vista de Cuéllar, Guerrero, en 1935. Estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la generación de 1954, fundadora de la Ciudad Universitaria. Se dedica a la enseñanza, la investigación y la escritura. Su obra entrelaza la ficción y la historia, y ha sido traducida a varios idiomas. Es autor de ‘Tlacaélel, el azetca entre los aztecas’, ‘Regina, 2 de octubre no se olvida’, ‘La guerra sagrada’, ‘Amor y destino en Palacio Nacional’, ‘Los siete rayos’ y ‘Cartas y poemas de un guerrero y un cardenal (Plaza y Janés, 2008). Ha sido merecedor de la condecoración Vicente Guerrero. Ha impartido numerosas conferencias en México, Estados Unidos y España.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.