UNIDAD – EL ENIGMA DE LA VIDA (Capítulo IX)
por Nils A. Amnéus – Indicaciones Externas de Unidad
El alcance al cual nuestra UNIDAD espiritual es reconocida, depende de nuestro desarrollo, y difiere enormemente con los diferentes individuos.
La indiferencia hacia el sufrimiento y las penas de los demás demuestra una falta de desarrollo espiritual. Un sentido de UNIDAD, piedad, sentimiento de compañerismo y solidaridad por el que sufre, demuestra una comprensión de la UNIDAD interna. Un testigo de un accidente, aunque no sea físicamente afectado, puede sentirse enfermo, y aún desmayarse, como resultado de este sentimiento de UNIDAD interna con la víctima.
Cuando vemos u oímos de algún hecho heroico, o algún acto de abnegación, de alguna responsabilidad hecha al enfrentarse a una dificultad o peligro, experimentamos un afecto de corazón, y una fe renovada de que existe algo noble o divino en nuestros prójimos. Existe una cuerda en nuestra naturaleza que responde cuando una nota verdadera es tocada por alguien más, ¿Y por qué debería esta cuerda vibrar al unísono con la nota tocada, a menos que exista algo de divinidad en todos los corazones humanos?
La separatividad que sentimos externamente, no es tan completa como puede parecer en la superficie. Cuando abordamos un autobús o un tren, por ejemplo, nuestra custodia está en las manos de quienes manejan esos vehículos. Nuestra vida puede depender en el mecánico que reparó nuestro carro, y cuando estamos viajando en él, nuestra vida está casi tan dependiente del cuidado de otros motoristas, como lo está en el nuestro. Cuando cruzamos un puente, o usamos un elevador, estamos confiando nuestras vidas en quienes los diseñaron y los construyeron. Lo que hacemos, afecta a los demás, y lo que ellos hacen, nos afecta a nosotros. Somos «el Guarda de nuestro Hermano», y él es nuestro «Guarda,» y somos responsables, recíprocamente, por nuestros actos.
Encontramos en la Naturaleza que ciertos animales, como las abejas y las hormigas, han desarrollado cierto tipo de conciencia de grupo, porque forman grandes colonias en las cuales ellos cooperan por el bien común. Como resultado, la colonia prospera, y las unidades individuales son capaces de sobrevivir, lo cual no se podría lograr si trabajaran cada una por su cuenta.
Nosotros, los seres humanos, nos encontramos ubicados por la Naturaleza como parte de varias combinaciones, tales como familias, pueblos, naciones, etc. Como miembros de esos grupos, hacemos mucho de nuestro trabajo colectivamente. Reconocemos que somos parte de algo más grandioso que nosotros mismos, y que hay algo para ser ganado, tanto por el individuo, como por el grupo, por tal cooperación.
El cuerpo humano es un ejemplo maravilloso de cooperación entre varias células y órganos, todos trabajando conjuntamente por el beneficio del cuerpo como un todo. Inconscientemente, el hombre copia el método de cooperación de la Naturaleza, como cuando un trabajo público grande tiene que hacerse, y él encuentra que se beneficia de ese modo. Así, él se une a otros para formar lo que él llama una «organización,» con alguien como su «cerebro,» y varios comités y subordinados para llevar a cabo los detalles, de la misma forma como los órganos del cuerpo ejecutan sus funciones variadas. Cuando nos referimos a nuestra comunidad, o estado, como un todo, y le llamamos «el cuerpo social» o «el cuerpo político,» subconscientemente reconocemos una realidad interna.
Cualquiera que sea el objetivo, ya sea religioso, político, científico, comercial o de otra índole, y ya sea que el motivo sea egoísta o altruista, los hombres ponen por obra lo que más pueden llevar a cabo, al actuar colectivamente que haciéndolo individualmente.
No podemos esperar mucha evidencia de unidad en el plano exterior, donde nuestra separatividad es más pronunciada. Sin embargo, como ya lo hemos visto, las indicaciones de que estamos unidos en alguna forma unos con otros, no están faltando completamente. Como quiera que sea, la unidad verdadera de toda vida se encuentra en los planos espirituales de la Naturaleza, y porque el hombre común hasta ahora no se ha vuelto consciente en esos planos, es incapaz de demostrar esa unidad para que pueda ser observada directamente.
La Unidad Es la Causa — La Fraternidad Es el Efecto
Como fue indicado previamente, la base de la Fraternidad es la UNIDAD de toda vida. Cuando esta unidad esté completamente comprendida, la Fraternidad seguirá por impulso propio. Vendrá como la manifestación exterior de una condición que ya existe en los planos internos y espirituales de la Naturaleza.
Es el fracaso del hombre en reconocer esta UNIDAD, lo que conduce a toda disensión y discordia en el mundo. En su Naturaleza Superior interna, el hombre siente un vínculo de unión con sus prójimos, y cuando él está bajo la influencia de este sentimiento, él actúa en armonía con ellos. Una gran calamidad de la Naturaleza saca este lado bueno del hombre, y él reconoce de inmediato su obligación de ayudar a aquellos en desgracia.
Pero él todavía no ha evolucionado hasta el punto en donde él pueda reconocer esta unidad, en donde las penas y el sufrimiento toman una forma menos espectacular. Así, él se aísla por sí mismo, al retirarse dentro de la cubierta de la personalidad inferior, y toma refugio en la separatividad que existe allí. Él no se da cuenta que la separatividad en la cual él trata de protegerse a sí mismo, es un engaño causado por el hecho de que su visión está limitada al plano material de la Naturaleza solamente, y fracasa en informarse de la unidad que existe en los planos internos.
Si él tuviera visión interna, él vería que su aislamiento no fue más verdadero que ese de un inquilino de una casa grande de apartamientos, que se acomoda pensando que un incendio en el apartamento de alguien más no es una amenaza para su propia seguridad.
Debemos darnos cuenta que vivimos en «la gran casa de apartamentos de la Naturaleza,» y «un incendio en cualquier apartamento, si no es controlado, al final nos afectará a todos los inquilinos. Como naciones, estamos comenzando a aprender que nuestra paz, libertad y prosperidad, dependen de otras naciones que también gozan de esos privilegios; que un ataque sobre una de nuestras naciones hermanas, es un ataque sobre todas, que «el incendio en el apartamento de nuestro vecino, también es nuestro.»
A medida que el hombre evoluciona y se torna completamente más conocedor de los vínculos que lo atan a sus prójimos, él ya no puede sentirse indiferente hacia ellos. Su entendimiento de los problemas y penas de ellos, se vuelven tan vivificados, tan intensos, que le parecen como propios de él. No tendría tranquilidad de ánimo, hasta que haya hecho todo lo que esté a su alcance para traer alivio a aquellos que lo necesitan.
Cuando hayamos alcanzado este punto, el «Cuerpo Social» ya no será una mera figura, será una realidad viviente. En tal sociedad, condiciones de barrios bajos y falta de oportunidad para el desamparado y otras injusticias sociales, serían tenidas como enfermedades del Cuerpo Social, y todo lo posible sería hecho para su eliminación, exactamente como un individuo buscaría limpiar y curar una llaga ulcerada, para que no enferme al resto del cuerpo.
Miembros de tal sociedad no competirían entre ellos por ventajas egoístas, sino más bien cooperarían en un esfuerzo para contribuir para el bienestar común. A cambio de la ley de la jungla, «cada cual que rece por su santo,» la consigna sería: «cada cual ayude a aquellos menos avanzados que él,» y no habría nadie que se quede atrás en la marcha del progreso. Aún el menos importante tiene algo para dar, y el holgazán de hoy podrá, después de vidas de esfuerzos, ser el líder del futuro, y entonces, devolver la ayuda que se le prestó.
La Fraternidad no vendrá como el resultado de cualquier arreglo artificial y sintético impuesto desde fuera, sino que vendrá cuando los hombres lleven a cabo su UNIDAD con sus prójimos. Entonces, ellos actuarán y vivirán como hermanos, lo cual ellos realmente son. Cuando esto ocurra, el Reino de los Cielos ya no será un sueño utópico, sino una realidad viviente «en la tierra como en el Cielo», o en los planos espirituales.
Evidencia Indirecta de Unidad
Las indicaciones externas y directas de unidad pueden que no sean suficientes, pero existe abundancia de evidencia indirecta de que no estamos separados, porque vemos el resultado desastroso que sigue cuando los hombres actúan egoístamente y contra las leyes de la armonía.
Esas leyes no pueden romperse impunemente, porque se hacen respetar por ellas mismas. Si vamos a construir una bóveda de piedra, las piedras deben ser labradas y colocadas de acuerdo a las leyes de la mecánica. No existe autoridad externa que nos obligue a obedecer esas leyes, pero si fallamos al hacerlo, la bóveda se nos viene abajo. Tampoco la Naturaleza nos exige a vivir en armonía con nuestros prójimos, pero dejar de hacerlo resulta en el colapso de una sociedad bien organizada, tanto como dejar de obedecer las leyes de la mecánica da como resultado el colapso de la bóveda.
Vemos ejemplos de esto en toda situación, tanto en las pequeñas como en las grandes, en la familia y en la comunidad, nacional e internacionalmente. Egoísmo e indiferencia por los derechos de otros, practicado por algunos individuos, acarrea sufrimiento e infelicidad, e incrementa las cargas sobre otros. Cada año que pasa nuestra unidad se vuelve más y más aparente. Los inventos modernos nos han traído a todos a juntarnos, porque los actos de egoísmo y agresión que anteriormente fueron localizados, y que pasaron inadvertidos afuera en un pequeño círculo, ahora le afecta a toda la raza humana. Si una nación agresora ataca a un vecino más débil en alguna parte remota del mundo, podemos pensar que no tiene que ver con nosotros, pero antes de que la cadena de sucesos que ha sido puesta en acción se detenga, podemos haber sido arrastrados dentro del conflicto, y nos damos cuenta que sí tuvo que ver con nosotros también.
Fraternidad — Una Realidad En La Naturaleza
La Fraternidad es una realidad en la Naturaleza, declara la Sabiduría Antigua. Esta afirmación está basada sobre la unidad espiritual interna de toda vida. Toda unidad de vida, o Mónada, es una emanación de la Vida Única Universal, la cual es la causa oculta más allá del universo visible.
Nosotros, los seres humanos, constituimos un grupo de Mónadas, unidas unas a las otras mediante un origen común y un destino también común — peregrinos compañeros con un propósito común. Por lo tanto, la base para la armonía y la cooperación ya existe, y una fraternidad in actu, es la relación natural y normal entre los hombres.
Theosophical University Press Online Edition
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.