LA CIENCIA DE DIOS (TEMA XII). LOS TRES REINOS DE LA TIERRA. POR ANALUZ DE LUZARDE

LA CIENCIA DE DIOS (tema XII)



Los Tres Reinos de la Tierra

Por Analuz de Luzarde

La sentida inspiración del escritor y poeta José Antonio Iniesta, en esta ocasión nos regala con una bella semblanza de los reinos de la naturaleza.

Una misma corona para tres reinos

José Antonio Iniesta

El rey de nuestro Universo, de cada uno de los universos, rige el pálpito y la frecuencia, el número y la conciencia, el verso y el destello de la luz, el sonido y el Misterio. El Monarca de todo cuanto existe no necesita gemas para su corona, pues todas las regala en forma de estrellas. Su cetro lo reparte entre miríadas de seres encargados de que el espacio y el tiempo sobre el que gobierna se ajusten a la armonía perfecta.

Dios, que es susurro y vuelo sobre el mar de la gaviota, rama de sauce y corazón verde de jade, tiene tres hermosos reinos.

Dios, que es caricia y musgo empapado de agua, antílope y drusa de amatista, tiene tres grandiosos reinos.

Dios, que es mirada y protectora turmalina, secuoya y plumaje de quetzal, tiene tres armoniosos reinos.

Todos ellos recogen su manto de color arco iris para teñir sus edificios de corteza, sus calles de arena de desierto y sus jardines, donde la naturaleza se expresa con el enigma de la lengua de los pájaros, la geometría sagrada de las espirales de las caracolas, la matemática precisa de la disposición de las hojas y las flores, los dibujos misteriosos de las nubes, el mundo cristalino de una gota de agua y la magia incandescente de la aurora boreal, la lava de un volcán o el rocío untando de vida a la reseca piedra pómez.

El baobab expresa la gloria divina, y transmite su estrofa de poeta en ciernes a la caléndula, para que el vuelo de la mariposa complete el verso en el junco, en la madreselva, en el lecho de ágatas o en la húmeda selva donde se enredan las lianas.

No hay más que una conciencia en el conjunto de todas las almas, una misma luz repartiéndose a través de todas las formas. Hasta la última roca, la abubilla y el tejón, la pirita y la nieve, el rudo granito y el grácil colibrí, la turquesa y el romero en flor, sirven al propósito cósmico más elevado, el de la belleza y la alegría, el del espíritu, la armonía y la sonrisa. Todo se revela a través de las leyes del Cosmos y la Tierra para mostrar la esperanza concedida, el don de la vida que se multiplica.

Los tres reinos de la naturaleza, mineral, vegetal y animal, tienen un mismo rey y una misma corona. La Madre Tierra, con su grandeza, es una mota de polvo en el conjunto de la Creación inabarcable, y siendo así, es hermosa y bendita, alegoría palpable del amor sin límites que el Supremo Creador nos expresa.

Todo lo que podemos ver y tocar, aquello que olemos, oímos y saboreamos, es una misma esencia al fin y al cabo. El gran secreto está en la luz y el sonido del instante primigenio. La voz de Dios y su resplandor es el origen, y todo lo que ha sido creado es su resultado.

Los espíritus elementales son los guardianes de este cambio constante, la variación de frecuencias que hace posible la multiplicidad de la materia: milagro a cada instante de que sea tan diferente aquello que siempre es lo mismo.

Viene a ser Dios en manifestación el alcaudón y la rosa de Jericó que renace de la aparente muerte,  el candil de luz alumbrándonos con su radiante belleza en el azafrán y en la flor violeta que lo sujeta. Es susurro celestial en el canto del ruiseñor, en el murmullo de las olas, en el crepitar del fuego durante el largo invierno.

La Creación honra por entero al Rey de todos los tronos, el que se sienta sobre el granito rosa, en el nido del águila, en la umbría donde crece la amanita muscaria.

Vuelan en su nombre las garzas, los jilgueros y la alondra; abren sus entrañas las arenas de sílice, los desfiladeros de basalto y las geodas de cuarzo; tejen a sus pies un manto los nenúfares, las amapolas y hasta el rudo esparto.

Sólo un Rey para todos los reinos. Porque todo es expresión de la gracia concedida, multiplicidad de colores y de formas, distintos acentos para cantar un mismo salmo…

LOS TRES REINOS DE LA NATURALEZA

Y SU ALMA ELEMENTAL

Reino MINERAL, Reino VEGETAL y Reino ANIMAL, forman una primera síntesis para comprender a los diferentes seres con quienes convivimos en este planeta Tierra. (lámina 15)

EL REINO MINERAL es la primera expresión desarrollada a partir de la fosilización de los elementos contenidos en la Tierra y en el Agua. Es un reino subterráneo  muy grande que soporta fuertes presiones de calor, ebulliciones gaseosas inestables y acomodos muy compactos. Como en todo, la vida que ahí se desarrolla responde a leyes propias y perfectas.

Su alma esta compuesta por espíritus elementales de la Tierra que evolucionan desde su estado etéreo dentro de la masa de rocas, cristales, metales y corteza terrestre, hasta formas que se acercan más a la superficie de la Tierra, logrando cierta materialización, que es la que algunos han visto y han denominado como: gnomos, duendes, etc.

EL REINO VEGETAL parte de las diversas sustancias que destilan los mismos elementos de la Tierra, pero a partir de la corteza terrestre en donde la presión es ligera, se filtra y extiende libremente el agua y cuenta con el importante agregado de los rayos solares que nutren a la vida vegetal con la fotosíntesis.

Los espíritus elementales que componen y atienden la inmensa variedad vegetal que existe, tienen un lenguaje de comunicación; dicen quienes los han oído, que es una gritería, solo que a decibeles tan bajos que no podemos escuchar, también se han hecho experimentos y observaciones de algunos movimientos de las plantas, sobre todo con la música.

El reino vegetal esta poblado por elementales muy bellos, desde niños hasta adolescentes y jóvenes, tanto femeninos como masculinos llamados hadas, duendes, etc. Portan vestiduras finas, sutiles y de hermoso colorido.  Las vestimentas de los elementales de los pinos son tan blancas y vaporosas que parecen novias.

EL REINO ANIMAL es la primera liberación que hace la vida para que sus criaturas tengan libertad, al desprenderlos de la tierra. Los reviste de sentidos físicos e instintos, así como de voz de más altos decibeles y de una incipiente inteligencia manifiesta y más palpable que varia de especie a especie, y que le es necesaria en su mundo. Su alma elemental más evolucionada, responde a comportamientos específicos de cada especie con los cuales disfruta y se realiza satisfactoriamente dentro de su elemento: aire, tierra o agua al que pertenezca, expresando diferentes procesos de una conciencia más desarrollada y por tanto su comportamiento es más comprendido.

Este reino como en los anteriores, las almas elementales son grupales no individuales. El alma grupal se refiere a que las almas de cada especie animal pertenecen a un espíritu regente que los gobierna.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.