TODOS SOMOS PARTE DE LA UNIDAD
Por Carlos Valeiro
Muchos seres humanos comparten la vivencia de no “estar nunca solos” en el mundo, ni aún cuando lo estén físicamente de un modo circunstancial. Tienen la intuición, y a veces la certeza, de que comparten vivencias, pensamientos o emociones, con otras almas a través de un fuerte vínculo que trasciende el tiempo y el espacio.
Quizás, en el campo interpersonal – humano resulte mucho más claro que nos encontramos en un estado de interconexión permanente y, esto se nos puede hacer notorio en algunos momentos, por ejemplo cuando tenemos pensamientos simultáneos con otras personas o cuando pensamos en alguien y esa persona espontáneamente nos llama, o nos encontramos sincrónicamente en el lugar menos previsto racionalmente.
Yendo a un contexto un poco más amplio, también podemos apreciar que nuestro mundo personal no se agota en los límites de nuestro cuerpo visible, sino que se extiende de un modo imperceptible para el común de los ojos humanos, como así también se prolonga la energía proveniente de cuerpo celular de las otras personas, los animales, las plantas y hasta de los objetos, en un campo que nos resulta común.
Todos los componentes del mundo de lo físico poseen su propia estructura molecular y, en su interior, sus partículas esenciales forjan vórtices energéticos que se prolongan en el espacio, entrelazándose, de esta manera, las vibraciones electromagnéticas provenientes del agua, la tierra, los objetos y todos los organismos pertenecientes al mundo animal y vegetal.
Los límites físicos no dejan de ser una ilusión fomentada, por las limitaciones humanas y por una mayor concentración molecular.
Volviendo a esta unidad que se registra entre todos los elementos que conforman nuestro planeta, las definiciones en este campo deben ser complementadas con una mirada mucho más amplia, abarcando a otros planetas, los elementos de nuestro sistema solar, otras galaxias y, en definitiva, el universo que nos rodea y, del cual, formamos parte, integrando un campo energético de proporciones poco imaginables para la mente del ser humano.
Así, el análisis de lo que abarca la unidad no se agota en el mundo físico descrito y sus interacciones, por más vasto e importante que sea, sino que existen otros universos y otras dimensiones que interaccionan constantemente con nosotros. Un mundo de vibraciones mucho más altas y, también, mucho más bajas que aquellas a las que estamos acostumbrados y se corresponden con el mundo terrenal.
Es el infinito mundo de las almas circunstancialmente no encarnadas con las que nos hallamos vinculados de modos sutiles, se hallan ordenados en diferentes niveles, que se van organizando por el estatus de conciencia alcanzado por cada uno.
Muchas de las almas no encarnadas, con un nivel de conciencia acorde, se hallan avocadas a la guía y auxilio de otras, que puede estar encarnadas o no, constituyendo Comités de Guardianes o Guías. Estar el servicio de otras almas, no solo es importante para las destinatarias de dicha ayuda, sino también para sus Tutores, en tanto, estos últimos desarrollan, de esta manera, su propio plan de crecimiento y evolución espiritual.
Todas las almas fueron creadas por el Espíritu, a su imagen y semejanza, y se encuentran íntimamente enlazadas en el UNO. Todo fue creado por la misma fuente, todo tiene el código de su hacedor y, por lo tanto, estamos nucleados naturalmente a su alrededor, siendo parte del mismo universo energético que produce muchas comunicaciones y vinculaciones, de las cuales podemos o no ser consientes.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.