LA CIENCIA DE DIOS. LOS ESPÍRITUS ELEMENTALES (TEMA XIII). POR ANALUZ DE LUZARDE

LA CIENCIA DE DIOS

LOS ESPÍRITUS ELEMENTALES (tema XIII)



Por Analuz de Luzarde

La Prosa Poética del escritor José Antonio Iniesta, nos introduce ahora a la existencia de los Seres Elementales, quienes viven junto a nosotros  y construyen la belleza física y esencia espiritual de la naturaleza.

La esencia mágica de la naturaleza

José Antonio Iniesta

No estará nunca solo el ser humano, ni en los senderos del Cielo ni en los de la Tierra, mientras sus aliados invisibles los protejan. Cuántos senderos de luz se abren entre las orquídeas, en las copas de los árboles, en las raíces de la acacia, en el enebro, en la pizarra, en el musgo, en la densa maraña del frondoso bosque y en el pétalo de seda de la rosa.

Una miríada de seres, mágicos elementales, despliegan el poder del arcano, de sus nobles corazones, de sus viejos tratados de sabiduría, bien guardados, para abrir las sendas maravillosas del Universo que han de recorrer los seres humanos.

En  la corteza del abedul, en el tomillo y la retama, desde las altas cumbres a los extensos valles, legiones de espíritus elementales despliegan el regalo de la vida, sirviendo al Señor de las Luces, al Altísimo Guardián del Conocimiento.

Qué milagro hay en una sola gota de agua, en la semilla del diente de león que el viento arrastra para germinar allá donde caiga.

Cuánta maravillosa exhalación de existencia en cada resplandor dorado de una mañana, cuando el sol transmite el aliento de la vida a conciencia y sin descanso.

En todo ello obra la mano de la Gente Menuda, artífices de la armonía remansada entre las piedras, de la paz que sabe a gloria en las altas cumbres nevadas.

Viven en el aire, donde hay caminos del cielo que dibujan con luz dorada, y en la tierra, donde cada piedra es un mojón que nos conduce al remoto paraíso del alma humana.

Pueblan los vastos dominios del agua, que fluye y se remansa, pues impulsada por el espíritu de la aventura recupera la memoria colectiva allá por donde pasa; y se encienden, con ígnea llamarada, en el fuego que todo lo purifica, la materia y la densa oscuridad que nos acecha.

Enorme, como nadie puede llegar a imaginar del todo, es el astral que nos envuelve, que se abraza a ese espejismo de la tercera dimensión que reconocemos como la única y pura realidad manifestada. Y sin embargo… duendes, gnomos, salamandras y ondinas, silfos, hadas, elfos y tantos otros seres, tejen con hilos de luz el diseño cósmico de la naturaleza que los devas proyectan a cada instante.

Es la conjura de la alegría, el Plan Maestro, el que dirige cada respiración, el último pétalo de una flor, la más pequeña brizna de hierba, el vuelo y la huella en la tierra, la madriguera y los estambres, el polen y la semilla, el viento y la tormenta, el fuego fatuo que surge de las entrañas de la tierra. Así nace la urdimbre del copo de nieve con la aljuma del pino, el minúsculo grano de arena y la gigantesca montaña, los ríos y los mares, los diamantes, la cornamenta del ciervo y el plumaje de la paloma mensajera.

El soplo de los ángeles es el correo que reciben los elementales para trazar con luz, con fuego incandescente, los planos de arquitectura cósmica que dan forma a la materia, multiplicidad de la luz y el sonido cuyo registro se guarda en cada una de las estrellas.

El viento tiene vida en su corazón de aire invisible y la tierra tiene alma y se expresa con estertores; el fuego destruye y crea al mismo tiempo, y el agua guarda en su seno transparente la memoria del lugar por donde pasa.

El milagro se encapsula en los trigales, en la piedra caliza y en el trino del jilguero, porque un mundo invisible, pero cercano, obra el misterio de preservar la armonía, sea en el prado o en el desierto, llegue el día o la noche. No duermen, no sucumben, trabajan al servicio de la conciencia de los hombres y mujeres, sostienen el espíritu de la felicidad constante, las claves secretas de la geometría que encierra el girasol, la caracola, el cuarzo y las flores.

Hay otros mundos, maravillosas dimensiones que pueden verse con otra mirada en la corteza de los árboles, en el envés de una hoja, debajo de una ceiba, en las alas refulgentes de una mariposa.

Por amor dan color violeta a la rosa del azafrán y azul al cielo impregnado de prana. Dando todo lo bueno que alojan en su corazón de cinco elementos aprietan el pulso de luz sostenido para elevar las ciudades, a las que nos convocan en los sueños y cuando el alma se zarandea mientras estamos despiertos.

Estos seres ancestrales están aquí mucho antes de que llegáramos nosotros, preparando el  luminoso puente del arco iris que desde la Tierra al Cielo nos lleve…

LOS ESPIRITUS ELEMENTALES

Los Espíritus Elementales que viven en este planeta, existen antes que apareciera el hombre. Prácticamente ellos prepararon a este Planeta Tierra desde su ebullición y formación, pues sus funciones son equilibrantes dentro de estados gaseosos ígneos y en general de estados inestables de las diferentes energías hasta lograr su armonización y posteriormente cuidar su fructificación.

Sus poblaciones son superiores en número a la humana; baste mencionar que los elementales del agua ocupan: mares, ríos, riachuelos, lagunas, lagos, cascadas, cataratas, etc., lo que representa aproximadamente el 75 % de la superficie del planeta; los elementales de la tierra viven en toda la superficie y profundidad de la Tierra y los elementales del aire nada menos, viven en la atmósfera, biosfera, estratosfera y en las nubes que rodean al planeta. Por su parte, los elementales del fuego Interpenetran toda la creación como fuego de vida y que sólo hace coacción visible cuando se unen factores que logran su combustión, o sea,   átomos dispersos que se encadenan al comando de las salamandras y surge entonces una fuerza atómica en cadena, que explota en una llama de fuego como es conocido.

El nombre de ESPIRITUS ELEMENTALES, proviene justamente de sus capacidades de activar la vida escondida dentro de la esencia de los elementos en la sustancia primordial de la creación.

Las características de los elementales son variadas, de acuerdo a las diferentes épocas, culturas, ubicación geográfica y percepción humana. De hecho ellos no pertenecen a nuestra dimensión física ni a nuestra línea de evolución; es decir son espíritus en evolución junto con el hombre en forma simbiótica, es decir de interdependencia dentro de un mismo espacio y dentro de una diversidad de vidas que forman una Unidad todavía no comprendida.

Es por eso y de acuerdo a la Ley Divina que así lo permite, que los espíritus elementales recurren al ropaje astral que los pueda identificar mediante vestimentas, tareas, fisonomías y nombres, aunque desde luego estas apariencias no son reales. A través de los tiempos algunas personas han logrado ver a los elementales, especialmente los niños; existiendo muchos testimonios que ha registrado la historia de los pueblos.

TIERRA

A los elementales de la Tierra se les denomina: Gnomos, Duendes, Espíritus Verdes, etc. Se dice que su punto cardinal es el Norte y su Arcángel Regente URIEL. Los Gnomos cuidan que cada semilla germine en el momento justo, crezca y se reproduzca con su mejor potencial. También se ocupan de todo lo relacionado con el Reino Mineral.

AGUA

Los elementales del agua reciben varios nombres: Sirenas, Nereidas, Tritones, Ondinas y Ninfas. Su punto cardinal es el oeste y su Arcángel Regente GABRIEL.

Las dos primeras permanecen en aguas saladas, así como los Tritones, y las dos últimas en aguas dulces. Esta es la gran diferencia entre ellos y también permanecer en aguas profundas o superficiales.

Sus funciones van desde ser protectores de los navegantes, custodiar sus embarcaciones, así como cuidar de la vida mineral, vegetal y animal del agua son sanadoras del elemento agua y hasta influyen psíquicamente en sus habitantes. También protegen a los niños que se acercan a las aguas.

AIRE

Los elementales del aire conocidos se les llama: Silfos, Elfos y Espíritus de las Nubes; su punto cardinal es el Este (Oriente) y su Arcángel Regente RAFAEL. Protegen y purifican al elemento aire. Su naturaleza es etérea y veloz, son luz y aire; trabajan en armonía con los elementales de los otros Reinos, en una tarea mágica que mantiene vivo al Planeta. Tienen grandes poderes curativos y purificantes, representando además el alimento más vital del hombre.

FUEGO

Los elementales del fuego son representados por las Salamandras; especie de lagarto con cuerpo alargado, elegante y cubierto de escamas;  boca entreabierta por la que salen lengüetas de fuego. Su punto cardinal es el Sur y su Arcángel Regente MIGUEL. Ellas activan la energía básica del fuego y son responsables de la combustión, las temperaturas altas, climas calientes y el fuego en sí mismo.

El elemento fuego tiene características muy especiales; además de ínter penetrar toda la creación, este elemento como tal; es incorrupto y los demás elementos no se le pueden mezclar para trasformarlo, en cambio él sí los trasforma.

Todos los espíritus elementales que interactúan entre los tres Reinos de la naturaleza y el humano, pueden ser también altamente benéficos o destructivos solo es necesario tomar conciencia de su existencia, respetarlos, cuidarlos y amarlos y a cambio nos darán toda la belleza y bienestar de que son capaces.

Conviene recordar en este momento, que los cuatro elementos: Tierra, Agua. Aire y Fuego también se encuentran en el cuerpo del hombre, gobernados por un Ser Elemental que dirige sus funciones en nuestro cuerpo. Es recomendable relacionarse con él y comprender su lenguaje, para lograr mantener el equilibrio en las funciones de nuestro organismo, pues los estados que prevalezcan en los elementos de su entorno si están contaminados; serán los mismos que va a contener en sí mismo el hombre.

P.D  Con este tema, termina el Curso de la Ciencia de Dios.  Agradezco su disposición de recibirlo y espero le sea de utilidad.

Analuz  de Luzarde

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.