Esperanza y consuelo desde Japón
Fujiko Signs
Aquí en Tokio he creado un archivo en mi e-mail llamado “bendiciones terrenales” (no “terremoto”). Es una colección de más de 150 mensajes de bendiciones, mensajes con la esperanza de que Japón sobreviva uno de los eventos más tristes de su historia reciente.
Lo llamé “bendiciones terrenales” porque insisto en ver la belleza de los obsequios que nos brinda la tierra, en lugar de ver la maldición de la naturaleza.
La única manera de mejorar este planeta, nuestro hogar, es ver más a la tierra desde una perspectiva espiritual, para poder percibir lo que significa “Venga Tu reino”, y “Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, declaraciones que incluye Cristo Jesús en el Padre Nuestro para toda la humanidad. La fundadora del Christian Science Monitor, Mary Baker Eddy, agregó su sentido espiritual a estas líneas: “Venga Tu reino. Tu reino ha venido; Tú estás siempre presente”, y “Capacítanos para saber que —como en el cielo, así también en la tierra— Dios es omnipotente, supremo”. 1
La única luz que hay al final del largo túnel del materialismo es la espiritualización de nuestro pensamiento. En medio de la devastación es fácil tratar de medir nuestra existencia desde un punto de vista material, de sentir temor a las privaciones y sentir la necesidad de pelear por una provisión limitada, ya sea de energía u oportunidad. Pero esto sólo hace que repitamos la historia de una creación y destrucción materiales; y el poner la confianza en fuerzas materiales para superar conflictos y desórdenes es otro de los aspectos de una perspectiva material infructuosa.
No obstante, una perspectiva espiritual puede expresarse a diario en paciencia, tranquilidad y paz. ¿Pueden acaso estas cualidades calmar los efectos de un terremoto y un tsunami?
Cuando ocurrió el terremoto aquí en Tokio —el más grande que jamás yo haya visto— mi vecina se sintió reconfortada por un estadounidense que se acercó y le dijo con firmeza: “Daijyobu desu, daijyobu” (“Todo está bien, todo está bien”). Mi vecina dijo que de inmediato la embargó una sensación de paz y el temor desapareció.
¿Qué había detrás de esas sencillas palabras?
Su comentario me recordó el relato en el que Jesús calma la tormenta diciendo, seguramente a toda voz y con firmeza: “Calla, enmudece”. 2
¿Puede el simple hecho de decir: “Calla, enmudece” calmar una tormenta, viento y fuego? O se trata de algo más; de ver con convicción el “dominio” que tenemos sobre la tierra desde una perspectiva más elevada, desde un punto de vista espiritual y metafísico, más allá de la física?
Hace poco, escuché un comentario muy perceptivo de que Jesús no calmó la tormenta, sino que invitó a los que lo rodeaban a que sintieran la paz que él sentía, la paz que proviene de tener dominio sobre las leyes físicas. Bajo la ley divina, la tormenta se disipó, no tuvo ningún poder, nada. Para el maestro sanador la fuerza verdadera no era la tormenta, sino la paz.
Jesús prometió darnos paz, pero no como una condición humana, como una mera ausencia de guerra o conflicto. Para mí, él se refería a la paz eterna que prevalece y mantiene el universo en orden.
¿Hemos acaso perdido esta paz? ¡No, jamás! Podemos sentirla aquí y ahora. Nacemos con esta paz, y podemos reavivarla y traerla al frente mismo de nuestra consciencia, para tener dominio sobre la “tierra”, la cual, según Mary Baker Eddy describe, representa “una idea compuesta”. 3 Bajo esta luz, podemos percibir que la tierra está hecha de ideas espirituales, de todas las ideas correctas, tales como, paz, calma, inteligencia, creatividad, generosidad y amor. Y el hombre, incluso cada uno de nosotros, hecho a imagen y semejanza de Dios como afirma el primer capítulo del Génesis, es la idea más elevada y puede tener dominio sobre lo que llamamos “naturaleza”. La naturaleza debe coincidir con la voluntad divina que es armoniosa y buena. De manera que los desastres no son naturales, sino contranaturales. Jesús es el maestro y el modelo que nos mostró cómo tener dominio sobre la tempestad y demás conmociones que tratan de impedirnos que ejerzamos nuestro derecho divino.
Se ha visto mucha paz y calma expresada aquí en Japón, no porque hayamos cedido al desastre, sino porque conocemos y sentimos de manera innata esta paz con amor. En la época de Navidad, a Jesús se lo llama con frecuencia “Príncipe de paz”, y se nos recuerda el relato bíblico de los ángeles declarando la verdad y única voluntad de Dios: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” 4
Jesús también dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. 5
Esta paz puede sanar. El día de hoy podemos estar conscientes de esa paz, declarando nuestro dominio espiritual sobre la destrucción material.
Todas las oraciones y amor que ustedes nos están enviando traen esta paz a todo el mundo, dominio sobre la tierra, nuestro hermoso hogar.
1 Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, págs. 16-17.
2 Marcos 4:39.
3 Ciencia y Salud, pág. 585.
4 Lucas 2:14. 5 Juan 14:27.
Esta traducción es del artículo religioso del Christian Science Monitor del 14 de marzo de 2011, titulado en inglés “Hope and comfort from Japan”.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.