DE LA MANIFESTACIÓN DE LOS SERES EN TURBACIÓN. DEL LIBRO DE LA VIDA VERDADERA (12 TOMOS)

DE LA MANIFESTACIÓN DE LOS SERES EN TURBACIÓN



Del Libro de la Vida Verdadera (12 tomos)

Existen fuerzas invisibles a las miradas humanas e imperceptibles a la ciencia del hombre, que influyen constantemente en vuestra vida. Las hay buenas e insanas, las hay de luz y también obscuras.

Unas y otras vibraciones invaden el espacio, luchan entre sí, esas influencias lo mismo brotan de espíritus encarnados que de seres sin materia, porque lo mismo en la Tierra que en el Más Allá, existen espíritus de luz así como espíritus turbados.

Hombres y pueblos han sucumbido bajo el poder de esas influencias sin que la humanidad repare en ello. Enfermedades raras y desconocidas, son producidas por ellas, las cuales, han abatido a los hombres y han confundido a los científicos.

¡Cuántos misterios existen aún para el hombre. Está rodeado de seres invisibles e impalpables, los cuales ya deberían ser visibles y palpables para él!

Las grandes legiones de espíritus turbados, aprovechando la ignorancia de la humanidad, su insensibilidad y su falta de vista espiritual, le hacen la guerra, y los hombres no han preparado sus armas de amor para defenderse de sus ataques, por lo que ante esa lucha, aparecen como seres indefensos.

¿Por qué os sorprendéis de que se presenten entre vosotros seres que habitaron la Tierra hace miles de años? ¿Qué es el tiempo en el mundo espiritual? Nada.

En este tiempo es mayor la influencia del mal que la del bien; por lo tanto, la fuerza que domina en la humanidad es la del mal, del que se derivan el egoísmo, la mentira, la lujuria, el orgullo, el materialismo, el placer de hacer daño, la destrucción y todas las bajas pasiones. De ese desequilibrio moral provienen las enfermedades que atormentan al ser humano.

La humanidad de hoy, tan grande como la consideráis en número, es muy pequeña comparada con el mundo de seres espirituales que la rodean.

De aquel mundo invisible que palpita y vibra en vuestro propio mundo, parten influencias que tocan a los hombres, ya sea en su mente, en sus sentimientos o en su voluntad, convirtiéndolos en siervos sumisos, en esclavos, en instrumentos, y en víctimas. Por doquiera surgen manifestaciones espirituales y sin embargo, el mundo sigue sin querer darse cuenta de lo que rodea a su espíritu.

No temáis si os digo que constantemente estáis rodeados de seres invisibles, muchos de los cuales están necesitados de vuestra ayuda.

Estas manifestaciones que día a día aumentan, llegarán a abrumar en tal forma a los hombres, que al fin vencerán el escepticismo de la humanidad. Ahora que el hombre cree encontrarse en la cumbre del saber, es cuando ignora que está en el abismo.

¿De dónde surgen esas influencias? Del espíritu, de la mente, de los sentimientos. La causa que motiva la presencia de los espíritus turbados, sin paz y sin luz, entre vosotros, son los malos pensamientos, las malas palabras, las bajas pasiones, las malas costumbres, los vicios; todo ello es una fuerza que los atrae.

Son seres ya sin cuerpo, que en su turbación buscan cuerpos ajenos para expresarse a través de ellos, pero por su turbación y su influencia lo único que logran es perturbar la paz, nublar la mente o enfermar a aquellos a quienes se acercan.

De ese desequilibrio provienen las enfermedades, los errores y las bajas pasiones que atormentan al hombre hasta vuestros días.

Todo espíritu encarnado o desencarnado, al pensar, emana vibraciones; todo sentimiento ejerce una influencia. Podéis estar seguros de que el mundo está poblado de esas vibraciones, por lo que debéis comprender fácilmente que donde se piensa y se vive en el bien, tienen que existir fuerzas e influencias saludables y que donde se vive fuera de las leyes y normas que señala el bien, la justicia y el amor, tienen que existir fuerzas maléficas.

Los espíritus en tiniebla, cruzándose en el camino espiritual de la humanidad, la confunden induciéndole a la idolatría, al paganismo y al fanatismo.

Un hombre entregado a una vida de pecado, es capaz de arrastrar tras de sí una legión de seres en tiniebla, que harán que a su paso vaya dejando una estela de influencias maléficas.

Esos espíritus son el símbolo de la enfermedad, los habitantes de las sombras, los que no saben ni lo que es vida ni lo que es muerte.

No existe en la Tierra cáliz más amargo ni dolor más intenso que el de los espíritus turbados, el no poder comprender lo que acontece a su alrededor, los remordimientos, Los tropiezos la nostalgia de lo que abandonaron, la soledad, el silencio y la impotencia para elevarse, constituyen el fuego donde habrán de purificarse hasta alcanzar la luz.

¡Cuán fácilmente muere el cuerpo! pero qué difícil es para el espíritu que no supo prepararse poder librarse de la turbación. Cuando el espíritu se deja dominar por la influencia de cuanto le rodea en la Tierra, llega a identificarse a tal grado con su materia que se olvida de su verdadera naturaleza, se aleja de la vida espiritual al grado de serle ajena, y es por eso que cuando su cuerpo muere, tiene que turbarse o confundirse.

Mientras unos en su confusión quedan adheridos a su cuerpo muerto, otros, conservando en su espíritu las impresiones de su envoltura, creen seguir siendo humanos sin poder elevarse hacia la morada que les corresponde quedando atados a los que en el mundo amaron.

Son aquellos, que conservan las miserias e impresiones que en ellos dejó la materia y la vida terrestre; luchan entre las dos fuerzas que les atraen, la espiritual y la material, porque aún sienten el apego y el amor por las satisfacciones de este mundo.

Su intención, es dominar a los hombres convirtiéndolos en esclavos e instrumentos de su voluntad, en fin, no dejarse despojar de lo que han creído siempre suyo: el mundo.

Humanidad: siempre habéis presentido la existencia de seres invisibles que vagan por el espacio, que a veces se acercan a vosotros, que os rodean y pensando que pueden ser espíritus que sufren, habéis tratado de hacer algo por ellos. La intención ha sido buena, pero siempre os ha faltado el conocimiento para que aquella caridad resultase efectiva. Hasta ahora, no sabéis la forma verdadera de hacer luz en los seres turbados o presas del remordimiento.

Yo quiero que sepáis cuál es la causa de que esos seres, hermanos vuestros, penetren en vuestra vida material y qué es lo que debéis hacer para libraros de sus malas influencias, haciendo al mismo tiempo, luz en aquellos espíritus dignos de vuestra caridad.

Les habéis ofrecido ceremonias y dádivas materiales y aunque se ha logrado tranquilizar vuestro corazón, ellos nada han recibido, porque lo del mundo ya no les pertenece, ya no llega a ellos. Esos seres buscan caridad espiritual, consuelo, amor, y comprensión, más ¿Cómo poder ofrecerles una ayuda espiritual? Mi palabra viene a ilustraros sobre la forma de hacer la caridad a aquellos a quienes ni siquiera contempláis.

Si en verdad queréis hacer un bien a vuestros hermanos espirituales librándoos a la vez de sus malas influencias, debéis orar por ellos, con oración sentida, plena de piedad, y de elevados pensamientos.

Si sentís que en vuestra vida humana se manifiestan en alguna forma, presentadles buenos ejemplos y buenas obras, para que en ellas tomen luz para su espíritu. Dejad que os vean sanar enfermos, que os contemplen perdonar a quien os haya ofendido, que vean brillar nobles ideas en vuestra mente y que sólo escuchen buenas palabras.

No os estoy autorizando a que materialicéis en alguna forma a aquellos seres, por el contrario, os inspiro la forma de que les conduzcáis hacia la espiritualidad y a que apartéis de ellos sus confusiones y tinieblas por medio de vuestras oraciones, cuyos pensamientos e ideas hagan luz en sus entendimientos.

Para que esta humanidad pueda defenderse y librarse de las malas influencias, necesita tener conocimiento de la verdad que le rodea, necesita aprender a orar con el espíritu y también saber de cuantos dones está revestido su ser, para poder emplearlos como armas en esta gran batalla del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas, de la espiritualidad contra el materialismo.

Velad y orad, no sólo por los peligros materiales, sino también por las acechanzas que vuestros ojos no alcanzan a distinguir, aquellas que provienen de seres invisibles.

¿Queréis gozar de la influencia de los seres espirituales de luz y libraros de quienes habitan en las sombras de su materialismo y de su confusión? Pues Yo os digo que el secreto consiste en llevar una vida tranquila, sencilla, en vivir con amor, con limpidez y en cultivar en vuestro hogar la simiente de la virtud.

Dedicad siempre en vuestras oraciones un pensamiento en favor de aquellos que sin ser vistos por los ojos del cuerpo, lloran cerca de vosotros; pero no tratéis de llegar a ellos, o de obligarlos a manifestarse.

De cierto os digo que sólo las armas de la oración y la virtud os pueden servir para ayudar a esos seres, vuestros hermanos. Si vosotros inventáis otras prácticas para sustituirlas, seréis víctimas de tales influencias, y en vez de hacer luz en vuestro camino, iréis aumentando las tinieblas.

Las armas que os doy, no son de las que arrancan la vida, no ciegan a nadie, no derraman sangre, ni causan dolor, no dejan viudas ni huérfanos a su paso, ni dejan hogares sumidos en la desolación, puesto que las armas que Yo os he dejado son: La perseverancia en la Ley de Dios, vuestro Padre y el amor de los unos a los otros, la caridad, el perdón, para que con su ayuda podáis luchar por cambiar las malas influencias en vibraciones de luz.

El que lucha con estas armas no sólo a sí mismo se liberta, sino también salva y liberta a sus hermanos quienes reciben la luz y renacen a la vida y al amor.

¿Cómo podéis libraros de los que os acechan y causan males? Amadles y ayudadles.

Buscad con la oración a esos seres, porque su luz y su fuerza no les bastan aún para romper las cadenas que les atan a este mundo.

Vuestra voz resonará donde ellos habitan y los hará despertar de su profundo sueño. Les hará llorar y lavarse con el llanto del arrepentimiento, entonces comprenderán sus pasadas vanidades, sus errores, sus pecados.

En verdad os digo que tales seres no son malos, que sólo son espíritus turbados a los que les falta un instante de lucidez para tornarse en mansas ovejas.

No son demonios, son seres imperfectos, turbados, confundidos, oscurecidos por el dolor, por el materialismo, la envidia o el rencor.

Si vosotros os habéis imaginado que los seres en turbación, son como monstruos, Yo sólo los veo como criaturas imperfectas, a las cuales les tiendo mi mano para salvarles, porque también son mis hijos muy amados.

No os asombréis si os digo que su naturaleza es la misma que tiene vuestro espíritu y la misma que tienen aquellos seres llamados ángeles por vosotros.

Cuando Cristo expiró en cuanto hombre, el Espíritu divino hizo luz en las moradas espirituales y en los mismos sepulcros, de donde salieron los espíritus que junto a sus cuerpos dormían el sueño de la muerte.

Seres materializados, perturbados y enfermos, perdidos del camino, atados con cadenas de remordimientos, arrastrando fardos de iniquidad y otros espíritus que creían estar muertos y estaban adheridos a su cuerpo; todos salieron de su letargo, y se levantaron a la vida; pero antes de abandonar esta Tierra, fueron a dar testimonio de su resurrección y de su existencia. Esos seres vagaron esa noche por el mundo haciéndose visibles a las miradas humanas como un testimonio de que el Redentor es vida para todos los seres y de que el espíritu es inmortal. Sólo Cristo podía iluminar aquellas tinieblas, sólo su voz pudo resucitar a aquellos espíritus que dormían para su evolución.

Yo permití estas manifestaciones para que el mundo medite y conozca que el espíritu no muere jamás.

En el Segundo Tiempo, habiendo liberado a un poseído, los que miraban aquello, decían que Jesús tenía pacto con el espíritu del mal; en cambio el espíritu que atormentaba a aquel hombre me habló diciéndome: Yo te conozco quién eres: el Santo de Dios.

Sin embargo, también había quienes maravillados por esas obras, decían: ¿Con qué autoridad y potencia manda a los seres inmundos y ellos le obedecen? No sabían que ese don está en todos y esas armas todos las lleváis.

Yo sané a los enfermos desahuciados por la ciencia, porque sus enfermedades eran sobrenaturales, porque pertenecían a la naturaleza espiritual. Liberté a los poseídos por las grandes legiones de espíritus turbados y los que en Mí creían se levantaron glorificando mí nombre y reconociendo mi poder.

Esta liberación de los poseídos, el hecho de volverlos a su estado de seres normales, con solo mirarlos o dirigirles una palabra de orden, era para que abandonaran la mente de quienes estaban influenciando y así, unos y otros quedasen libres. Unos reconocían la potestad de Jesús, otros atribuían su poder a extrañas influencias, otros nada acertaban a decir; pero los enfermos que habían sido sanados bendecían su nombre.

Ahora llamadme brujo y hechicero porque os hablo de estas revelaciones. Yo sólo vengo a salvar a unos y a otros de las tinieblas, del dolor y de la muerte, porque Yo soy la luz que brilla delante de los hombres y de las legiones de espíritus turbados. ¿Quiénes me reconocerán primero?

Esos espíritus que no pertenecen ya a la vida humana, llegan a los hombres y aún conviven con ellos: de esto os di muchas lecciones en el Segundo tiempo aprovechando los casos en que me eran presentados algunos poseídos; pero aquel pueblo y sus sacerdotes no supieron comprender el sentido de aquellas revelaciones y me juzgaron según su mala fe.

Ahora vengo a ampliar mi lección para que seáis poseedores de este conocimiento y a daros armas para que luchéis y venzáis en esta confusión.

Yo mismo volví después de la crucifixión para dar testimonio de mi Verdad y vencer la incredulidad de la humanidad y aun entre mis discípulos me presenté para demostrar que soy la vida y mi vida está en toda la creación.

Estudiad profundamente mis palabras y no tratéis de hacer ciencias de mis enseñanzas, ni a valeros de lo que Yo he enseñado, para libraros sin amar a los que llegasen a perturbaros, porque caeréis junto con ellos en las tinieblas.

Si no llegáis a conocer esta realidad, nunca podréis libraros de aquellas asechanzas, ni podréis hacer nada en beneficio de los grandes necesitados; seréis unos y otros enfermos que continuamente se contagien sus males.

Meditad en la finalidad de mis enseñanzas y en todo lo que abarca mi palabra con su luz, para que dejéis de imaginaros como únicos habitantes de esta morada.

Las legiones de espíritus que vagan errantes por el mundo, llamando en distintas formas a las puertas del corazón de la humanidad, son voces que quieren deciros que despertéis, que abráis vuestros ojos a la realidad, que os arrepintáis de vuestros errores y que os regeneréis, para que más tarde, cuando dejéis vuestra materia en el seno de la tierra, no tengáis que llorar como ellos su soledad, su ignorancia y su materialismo.

¡He ahí la luz surgiendo de las mismas tinieblas!

Cuántos espíritus, que vagan en el espacio, quisieran hacerse oír de los hombres, para decirles: «No perdáis vuestro tiempo como yo lo perdí».

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.