REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA. POR OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

CURSOS DE LUZ

REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA



Por Omraam Mikhael Aivanhov

EVITAD CRITICAR.  –  LA PALABRA POSITIVA.

Muchas personas aún no han aprendido a dominar sus pensamientos y sus sentimientos, y en las conversaciones se dejan llevar y cuentan cualquier cosa unos de otros. Pues bien, sabed que esto es muy grave, pues si habéis calumniado a alguien, si le habéis arrebatado su prestigio o su honor, pueden derivarse acontecimientos enojosos para él, para su evolución, y el Cielo os condenará. Naturalmente, diremos: « Pero no pensaba verdaderamente las palabras negativas que he dicho ». Es posible, pero hay que saber que espíritus maléficos se apoderan de nuestras palabras negativas y que, tarde o temprano, las realizan. La palabra es como un soporte material del que nosotros los abastecemos y del que se sirven para la ejecución de sus malvados designios. No podemos reprochárselo, porque nos atañe a nosotros dejar de proveerles de las condiciones para hacer el mal.

Por consiguiente hay que estar atento: tan pronto como os deis cuenta que habéis llegado demasiado lejos con vuestras críticas o vuestras acusaciones contra alguien, esforzaos por encontrar rápidamente otras palabras que reparen el daño cometido. Sólo con esta condición la ley os dispensará. En general, vale más no acabar nunca una conversación con palabras negativas.

Aunque nos veamos obligados a criticar justificadamente a alguien, tenemos que tratar de terminar siempre diciendo palabras positivas hacia su persona.

Siempre hay algo bueno en cada criatura; encontrad en él al menos una buena cualidad, mencionadla y callaos.

Un buen criterio para conoceros y saber dónde estáis, consiste en analizar vuestras palabras :¿habláis a la ligera? ¿Lo que decís está deshilvanado, es excesivo, interesado, malévolo? . . . Una vez que os hayáis analizado, vigilaos.

Antes de hablar preguntaos por qué razón queréis abrir la boca: ¿es para hacer el bien, para iluminar a alguien, liberarlo, curarlo, o bien para extraviarlo, ajustar cuentas, humillarlo y saciar de esta forma las tendencias de vuestra naturaleza inferior? En este caso es preferible que os calléis. Y, generalmente, es preferible hablar menos. Con frecuencia la palabra hace que los seres permanezcan evolutivamente en los grados inferiores.

Así pues, en el futuro, poned atención. Sean quienes fuesen las personas con las que os encontréis, procurad hablarles sobre temas útiles, constructivos, a fin de que cuando vuelvan a su casa puedan pensar de vosotros: « i Ah, que este ser sea bendecido por sus palabras, las cuales me han dado valor, una visión más exacta de las cosas, inspirándome el deseo de permanecer siempre en el camino de la luz!».

La lengua no ha sido dada a los hombres para debilitar o aniquilar a los demás.

Su misión es la de reanimar al que está decaído, iluminar al que se encuentra en la oscuridad, guiar a los que están perdidos. La lengua nos ha sido dada a los hombres más que para bendecir, dar las gracias, comulgar con la sabiduría, la justicia y el amor. Los que no aprecian el valor de la riqueza que poseen, la perderán un día en ésta o en otra encarnación.

SED PRUDENTES CON VUESTRAS PALABRAS

Tenemos que ser prudentes cuando hablamos, no pronunciar palabras hirientes, no participar superficialmente en una discusión, porque entonces nos arriesgamos a encontrarnos en grandes dificultades si nos empeñamos en hablar demasiado.

Un hombre jura que nunca se unirá a éste o a aquel individuo, que nunca actuará como tal o cual persona, cuyos actos condena. . . Sin embargo, ¡poco tiempo después lo hace! ¿Por qué? Porque en el mundo invisible existen entidades que viendo a este hombre tan seguro de sí mismo, quieren ponerle a prueba: le tientan para ver de lo que es capaz, y rápidamente sucumbe. Por eso muchas personas hacen con frecuencia todo lo contrario de lo que solemnemente habían afirmado o prometido. En algunos países existe la costumbre de tocar madera después de haber pronunciado ciertas palabras para conjurar de esta manera la mala suerte. Esta costumbre puede parecer una superstición, pero es significativa: muestra que, subconscientemente, algunos seres sienten que hablar con demasiada seguridad es siempre un poco arriesgado.

TODA PROMESA ES UN LAZO

Cuando hacemos una promesa a alguien, tenemos que esforzarnos en cumplirla. Muchas personas pronuncian hermosos discursos: prometen esto o aquello; prometer no les cuesta mucho. Evidentemente es más fácil decir algo que hacerlo. Algunos, una vez que han prometido lo que sea, se sienten tranquilos; ¿para qué cumplir su promesa? Pues bien, sabed que para la Ciencia iniciática una promesa es como una firma, un compromiso, un contrato.

En el plano etérico, las palabras se registran y ocurre exactamente como si hubierais escrito esta promesa : nada ni nadie en el mundo puede liberaros, excepto la persona a quien se la habéis hecho. Si es noble, comprensiva, puede liberaros ; si no, debéis cumplirla. Diréis: « Pero me dirigiré al Cielo, pediré al Señor que me dispense de esta obligación que he contraído ». Ni siquiera el Señor lo hará, porque no puede ir contra las leyes que El mismo ha
establecido.

Antes de hacer una promesa os corresponde saber si podréis cumplirla. No digáis: « ¡ Bah! Puedo prometer, lo que sea, ello no me obliga a nada! » ¡Pues sí, obliga! Quizás en el plano físico, si no hicisteis esta promesa por escrito, no tengan pruebas para condenaros, pero en el mundo sutil vuestras palabras perdurarán para siempre. i No es un papel, sino una película la que habla! Sí, vosotros y vuestras palabras habéis sido registrados.

LA PALABRA MÁGICA

Aprended a hablar con amor y dulzura, no sólo a los seres humanos sino también a los animales, a las flores, a los pájaros, a los árboles, a toda la naturaleza, pues es una costumbre divina. El que sabe pronunciar palabras que inspiran, que vivifican, posee una varita mágica en su boca, y nunca pronuncia estas palabras en vano porque siempre, en la naturaleza, uno de los cuatro elementos, la tierra, el agua, el aire o el fuego, están ahí, atentos, esperando el momento de realizar todo lo que hemos expresado. Puede ocurrir que la realización se produzca muy lejos de aquél que ha proporcionado los gérmenes, pero sabed que siempre se produce.

Así como el viento transporta las semillas y las siembra muy lejos, también nuestras buenas palabras vuelan y producen lejos de nuestros ojos resultados magníficos. Si aprendéis a dominar vuestros pensamientos y vuestros sentimientos, a poneros en un estado de armonía, de pureza, de luz, vuestra palabra producirá ondas que actuarán benéficamente sobre toda la naturaleza.

EL CONTACTO VIVO CON LA NATURALEZA

La mano es un medio para relacionarse con los seres humanos, pero también es un medio de relacionarse con la naturaleza. Por eso desde que abrís por la mañana vuestra puerta o vuestra ventana ,debéis saludar a toda la naturaleza, al cielo, al sol, a los árboles, a los lagos, a las estrellas… Os preguntaréis: «¿para qué sirve todo esto’?..» Para unirse instantáneamente a la fuente de la vida. Sí, la naturaleza nos responde. Cuando pasáis cerca de un lago, de una montaña, de un bosque, saludadles, habladles… Cuando salgáis por la mañana, saludad a toda la naturaleza y a los ángeles de los cuatro elementos, los ángeles del aire, de la tierra, del agua y del fuego y también a los gnomos, las ondinas, las sílfides, las salamandras. Y a los árboles, a las piedras, al viento, decidles también: «¡ Salud! ¡Salud!» Intentad hacerlo y sentiréis que se equilibra, que se armoniza algo dentro de vosotros: desaparecerán muchas oscuridades e incomprensiones sencillamente porque habéis decidido saludar a la naturaleza viviente y a las criaturas que la habitan. El día que sepáis mantener lazos vivos con toda la naturaleza, sentiréis cómo se introduce en vosotros la verdadera vida.

NO ELIJÁIS LO MÁS FÁCIL, SINO LO QUE SIRVA PARA VUESTRA EVOLUCIÓN

Consciente o inconscientemente, las criaturas tienen tendencia a acortar ciertos estados y a prolongar otros. Si sufrimos, si estamos tristes, querríamos que esto acabase pronto, mientras que si somos felices, nos gustaría que esto durara eternamente, y es normal que así sea. Desgraciadamente esta tendencia no siempre se manifiesta en el momento oportuno ni en el sentido adecuado. Cuando se trata de trabajar, de esforzarnos, de reflexionar, de unirnos al Cielo, tenemos ganas de que todo termine deprisa, mientras que cuando se trata de comer, de beber, de distraernos, de disfrutar de los placeres, nos parece que el tiempo corre demasiado. Pues bien, éste no es el comportamiento de un verdadero espiritualista. Cuando experimenta una sensación agradable, pero que no va a aportarle ningún enriquecimiento interior, un espiritualista disminuye su duración e incluso la interrumpe. Pero cuando tiene que realizar un trabajo o un esfuerzo, trata por el contrario de prolongarlo. Pues ha comprendido la riqueza y la profundidad que se esconde en cada esfuerzo, mientras que las alegrías y los placeres no sirven frecuentemente más que para cloroformizarle, debilitarle y alejarle de la verdad.

Entonces, ante todas las posibilidades que se presenten, acostumbraos a haceros la siguiente pregunta: « ¿Qué aportará para mi avance? » Si veis que eso no os aportará gran cosa, que será sobre todo tiempo y energías desperdiciadas, no os detengáis en ello. La vida presenta toda clase de tentaciones, y si no hemos aprendido a controlarnos todavía suficientemente para resistirlas, sucumbimos y luego lloramos porque sentimos que nos hemos debilitado, envilecido. Podríamos evitar muchos errores si antes de lanzarnos a una aventura nos dijéramos: « Haciendo esto o aquello satisfaré mis deseos, eso está claro, pero, ¿cuáles serán las repercusiones de mi conducta sobre mí y sobre mi entorno? » El que no se plantea estas preguntas, se extraña luego de lo que le llega. No debe extrañarse; lo que le ocurra estaba previsto, pues las consecuencias son siempre previsibles.

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.