CURSOS DE LUZ
REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA
Por Omraam Mikhael Aivanhov
EL QUE SABE ABRIRSE A LOS DEMÁS NO CONOCE LA SOLEDAD
¡Cuántas personas se quejan de su soledad!
Aunque haya alrededor de ellas cantidad de gente, se sienten solas. En realidad les aísla su actitud: no saben abrirse, no saben amar, no saben decir dos palabras de aliento o de consuelo, no saben dar; siempre esperan que sean los demás los que vengan hacia ellos. Pero los demás están casi siempre ocupados, con sus inquietudes, sus preocupaciones… Entonces, no hacen más que lamentarse: «Nadie me viene a ver, nadie me quiere, nadie se interesa por mí». ¿Y por qué son siempre los demás los que deben amar e interesarse por ellos? Si sufrís de soledad, no permanezcáis así sin hacer nada. En lugar de carcomeros en un rincón esperando siempre las atenciones y el amor de los demás, dad vosotros el primer paso, id hacia ellos. No hay razón para sentirse solo cuando el amor y la luz están ahí mismo. Si os sentís solos es que os habéis situado fuera del amor y de la luz.
Cuántas veces he insistido para que salgáis un poco de vuestro egocentrismo a fin de hacer algo por los demás. Evidentemente, casi siempre es la educación que hemos recibido la culpable. Los padres dicen a sus hijos: « No seas tonto, no des siempre el primer paso, deja que sean los demás los que vengan a buscarte » . Posiblemente las personas vayan a buscarlos, pero sólo si saben que son útiles. Si sois panadero, vendrán a vuestra casa a buscar pan. Para atraer hay que ser capaz de dar algo.
El que no tiene nada para dar no atrae a nadie y permanece solo. No tenéis que reprochar a los demás que no vengan hacia vosotros. Sed agradables y veréis como vienen! Mirad una rosa cuando está abierta, ¡exhala un perfume delicioso y todos se acercan para respirarlo, incluso las abejas, las mariposas! porque está abierta. Entonces, ¿por qué permanecéis cerrados, sin perfume?
SÓLO LA PRESENCIA DIVINA PUEDE COLMAR VERDADERAMENTE EL ALMA HUMANA
Todas las personas aspiran a encontrar un ser al lado del cual poder avanzar con toda confianza por el camino de la vida, un ser con quien poder intercambiar sus pensamientos, sus emociones más íntimas. Pero esto es difícil. ¡ En cuántas novelas, películas, obras de teatro, hombres y mujeres han narrado la angustia y el sufrimiento que les produce la imposibilidad de encontrar un ser con tales características! No lo encuentran porque en realidad el alma humana no puede llenarse completa y definitivamente más que con Dios. El que quiera vencer la soledad, sentirse cada día colmado de una inmensa presencia hecha de alegría y de bondad, debe unirse a Dios. La soledad es un estado de conciencia que incluso los más grandes Iniciados han conocido. El propio Jesús atravesó esta región oscura y desierta cuando exclamó: « Padre, ¿por qué me has abandonado? » Todos conocerán un día esta soledad terrible. ¿Por qué? Porque no podemos desarrollar realmente la fe, la esperanza y el amor cuando somos felices, cuando estamos satisfechos, rodeados de amigos, sólo lo hacemos cuando nos encontramos internamente solos y abandonados. El único medio que existe para vencer la soledad es apoyarse en el Ser que sostiene todos los mundos. Tenemos que creer en este Ser inmortal, amarle y confiar en El.
LA TRAVESÍA DEL DESIERTO
Ocurre a veces en la vida espiritual que uno se siente interiormente como si estuviese atravesando regiones áridas, desérticas: no se tiene ningún deseo, todo se vuelve insípido, extraño. Este es el estado más grave en el que un espiritualista puede encontrarse. Lo más grave, no es ponerse enfermo, perder dinero o fracasar, sino dejar de sentir amor , impulso, fe. Y como esto puede ocurriros, debéis saber cómo afrontar esta situación.
Aún encontrándoos en pleno desierto, debéis decir: « Señor mío, me pongo en tus manos, Tú has trazado mi camino y haya agua o no, yo sigo, estoy a Tu servicio. Te amo, Señor, ayúdame ». Eso es todo, no podéis aceptar perder tan fácilmente vuestra fe y vuestro amor, sino continuar con un ardor todavía mayor, creer dos veces más. Pues ésta es vuestra única salvación. No os quedéis con la impresión de estar perdidos en pleno desierto, haced lo posible para ir más lejos, y encontraréis fruta o agua en alguna parte; aún en medio del desierto, existen oasis. Caminad, pues, hasta alcanzar dentro de vosotros un oasis, en el que encontraréis agua, que os permitirá continuar vuestro camino. Esta agua, es la humildad y el amor.
LA PUREZA PERMITE EL CONTACTO CON EL MUNDO DIVINO
Os quejáis de que el Cielo es sordo, cruel, y no responde a vuestras llamadas.
En realidad, estáis sumergidos en el mundo divino y si os sentís tan aislados, tan separados de él, es porque con vuestros pensamientos y vuestros sentimientos inferiores habéis formado capas opacas que, como una pantalla, os impiden entrar en comunicación con él. Si decidís trabajar con vosotros mismos para purificaros y volver vuestros cuerpos sutiles, receptivos y sensibles, os daréis cuenta que no existe en realidad ninguna separación entre el Cielo y vosotros.
Es muy importante para un espiritualista saber eliminar las impurezas de su organismo físico, por lo que los ejercicios de purificación deben ocupar el primer lugar en su vida, y no sólo la purificación por medios físicos: los ejercicios respiratorios, las abluciones, el ayuno, etc. , sino la purificación por medios espirituales: la concentración, la oración.
Gracias a estos ejercicios, introduce en sí mismo una sustancia que disgrega todos los elementos extraños y nocivos para que la vida divina pueda empezar de nuevo a circular. Por eso cada día, varias veces al día, pensad en la limpieza, en la purificación. Haced fluir el agua en vosotros, el agua pura del Cielo. Esta pureza no sólo os aportará todas las bendiciones sino que vuestra presencia será a la vez benéfica para los demás: haréis el bien a todas las criaturas con las que os encontréis, las iluminaréis, y las pondréis en comunicación con el Cielo.
EL CIELO SÓLO RESPONDE A LAS SEÑALES LUMINOSAS
Para conseguir atraer a los espíritus celestes y que sientan el deseo de ayudaros, debéis llevar una vida de acuerdo con las leyes divinas. De lo contrario, cierran sus ojos y sus oídos, no escuchan, no ven nada y os dejan continuar hasta que os rompáis la cabeza. Sólo trasformando vuestra vida podéis obligarlos a que os presten atención. Tienen que ver señales, un chorro de luz. Sólo cuando distinguen desde lejos una criatura que proyecta cada día a través de su corazón, de su alma, de su espíritu, destellos y fuegos artificiales de extraordinarios colores, se dicen a sí mismos: « Oh, que fiesta allá abajo, i vamos allá! » Se acercan, se hacen amigos de ese ser, e incluso a menudo se instalan en él para ayudarle, con lo cual todo resulta fácil para él.
Por esta razón merece la pena que mejoréis vuestra forma de vivir, pues así atraéis la ayuda e incluso la presencia de todos estos espíritus luminosos que vendrán a ayudaros en vuestro trabajo espiritual.
LA CLAVE DE LA FELICIDAD: LA GRATITUD
Os quejáis: «iAh, qué desgraciado soy! – Bien, de acuerdo, pero, ¿habéis dado gracias hoy? – ¿Dar gracias a quién y por qué? – ¿Podéis caminar, respirar? – Sí. – ¿Habéis tomado vuestro desayuno? – Sí. – ¿y podéis abrir la boca para hablar? – Sí. -Pues bien, dad gracias al Señor porque hay personas que no pueden comer, ni andar, ni abrir la boca ». Sois desgraciados porque nunca habéis pensado en dar las gracias. Para cambiar vuestro estado, ante todo es preciso reconocer que nada es más maravilloso que el hecho de estar vivo, de caminar, de mirar, de hablar. ¿Sabéis cuántos miles y miles de millones de entidades, de elementos, de partículas se necesitan para poder mantener a un hombre con vida? No os dais cuenta y estáis siempre descontentos, en rebeldía. ¡Sed agradecidos! Desde mañana por la mañana, levantaros, dad gracias al Cielo. ¡Cuántas personas no se despiertan o se despiertan paralizadas! Decid: «Gracias, Señor, de nuevo hoy me has dado la vida y la salud; voy a cumplir tu voluntad.»
Vuestros dones, vuestros talentos, vuestras virtudes son en realidad enviados del Cielo que se han instalado en vosotros para trabajar. Debéis ser conscientes de ello, porque el día en que empecéis a sentiros demasiado orgullosos de vuestros éxitos, como si fuerais vosotros los que tuvierais todo el mérito, de una forma u otra estos amigos se alejarán y perderéis este talento o esa virtud. ¡ Cuántas personas han perdido su talento por causa de su orgullo!
Mientras que otros, por el contrario, han atraído cualidades o las han amplificado gracias a su humildad.
Y cuando a veces os sentís felices, maravillados, sin que haya para ello una razón especial, sabed también que habéis recibido la visita de criaturas celestes. Si no apreciáis lo que ellas hacen por vosotros, perdéis este estado.
Luego, por más que os esforcéis por encontrarlo, no hay nada que hacer : esos espíritus ya no os visitan, no os miran, no os sonríen, no os dirigen la palabra, ni tampoco hacen un solo gesto por vosotros. La única cosa que puede irritar a los espíritus luminosos es la falta de reconocimiento. Quieren que apreciemos su amor, su generosidad. Vuestros defectos, vuestras debilidades, las conocen e incluso las disculpan; no se detienen en eso; sino que, por el contrario, dicen:
«¡En qué estado están los pobres, hay que ayudarles!»
Pero si ven que no apreciáis su presencia, os abandonan. No porque necesiten esta gratitud, sino porque saben que si no les apreciáis, no pueden daros.
Así pues, no lo olvidéis: el mayor secreto, la llave maestra de vuestra felicidad y vuestro avance es la gratitud. Mientras apreciéis todo lo que el Cielo os da, éste no os abandonará.
SABED ESCAPAR DEL MAL
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Supongamos que habéis salido de paseo por el bosque y que os habéis perdido, habéis dejado la carretera y habéis tomado un camino que os ha conducido a una región de ciénagas infestas de moscas, de avispas, de mosquitos y de serpientes. Os sentís amenazados, asaltados, picados. . . y bien, ¿qué debéis hacer? Huir, retroceder, volver atrás para volver a encontrar vuestra ruta. ¿Cómo queréis desembarazaros de todos esos bichos? La única solución consiste en salir de su territorio. De la misma forma, si os habéis perdido imprudentemente en las regiones inferiores del plano astral, pobladas de entidades maléficas que empiezan a picaros, a morderos, apresuraos y abandonad esos lugares En el plano psíquico de los pensamientos, de las emociones, de los sentimientos, es desaconsejable permanecer mucho tiempo sumido en las corrientes negativas, pues son peligrosas y siempre es mejor evitar la confrontación. Sí permanecéis mucho tiempo en la oscuridad, no la venceréis, sino que ella será la que os venza. Sí odiáis mucho tiempo, el odio os destruirá. Si permanecéis sumergidos en el miedo, la sensualidad, las pasiones, la maldad, estos os controlarán. Hay que abandonarlo todo en seguida.
El plano físico y el plano psíquico no están regidos por las mismas leyes. En el plano físico hay que demostrar voluntad, tenacidad, obstinación, no abandonar la partida, entregarse con pasión, luchar para fortalecerse; mientras que en el plano psíquico es mejor no pensar en las fuerzas hostiles. Diréis: «Pero, ¿cómo podemos librarnos de ellas?» ¡Hay tantos medios! y uno de los medios más eficaces es la oración.
EL REFUGIO MÁS SEGURO: LA ORACIÓN
La oración es el acto por el que nos elevamos hasta ese mundo luminoso, en el que el Señor ha puesto todo lo que necesitamos para nuestro equilibrio, nuestra paz, nuestra expansión. Puede ocurrir que el Señor no esté al corriente de que necesitamos algo, y por otra parte no merece la pena que El esté al corriente: desde el momento que todo está ahí a nuestra disposición, nos concierne a nosotros alcanzar esas regiones y tomar todos los elementos que nuestro corazón y nuestra alma desean, o incluso refugiarnos en ellas.
Tomemos una imagen: os persiguen los enemigos y corréis, corréis para escaparos. Al fin, sofocados, polvorientos, vais a parar a una reunión de gentes que están comiendo, bebiendo y divirtiéndose entre cantos, bailes y perfumes…
Nadie os dice: « ¿Qué venís a hacer aquí? Sois un intruso, ¡salid! » Sino que, por el contrario, os acogen, os dan lo necesario para que os lavéis, os vistáis y os invitan al festín. Vuestros enemigos, durante este tiempo, se quedan fuera, en la puerta y no pueden haceros ningún mal. . . Pues bien, en la oración ocurre lo mismo: corréis, corréis, es decir, escapáis de las corrientes nocivas, de las entidades maléficas que os persiguen y llegáis a un lugar en el que el Señor está divirtiéndose en compañía de los ángeles, los arcángeles y todas las divinidades. El Señor no desea otra cosa que acogeros entre ellos.
Permanecéis allí tanto tiempo como queráis, y durante este tiempo vuestros enemigos se retiran fracasados; finalmente volvéis a vuestra casa felices, colmados.
Así pues, en adelante, cuando os sintáis confusos, desgraciados, en lugar de lloriquear y quejaros, tomar calmantes o excitantes, tratad de cambiar este estado de ánimo recurriendo a este medio tan maravilloso y tan eficaz que los más grandes Maestros nos han enseñado: la oración. En las peores situaciones, pensad que nada es definitivo y que sólo hace falta pensar en desplazarse. Sí, hay que desplazarse. El Señor no vendrá a buscaros donde estéis, no os sacará del Infierno para instalaros en el Cielo.
Vosotros tenéis que esforzaros para elevaros hasta El
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.