REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA. POR OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

CURSOS DE LUZ



REGLAS DE ORO PARA LA VIDA COTIDIANA

Por Omraam Mikhael Aivanhov

COMENZAD POR SER JUICIOSOS VOSOTROS MISMOS

Los hombres acostumbran a fijarse en las debilidades y las imperfecciones de los demás, pero nunca se fijan en las suyas. Exigen a los otros inteligencia, bondad, honestidad, pero no piensan en preguntarse cómo son ellos mismos.

Si existen tan pocas personas perfectas en el mundo, es porque todos razonan de la misma forma: todos esperan que sean los demás los que se esfuercen, mientras que ellos pueden seguir tranquilamente como están . Pero la realidad no es así, y las consecuencias de esta actitud son muy perjudiciales, particularmente para todos aquellos cuyo papel u oficio es el de ocuparse de los demás.

Tomemos el caso de los padres; se ocupan de sus hijos, lo cual está bien, porque es su deber; pero, ¿se han ocupado en primer lugar de sí mismos antes de ocuparse de sus hijos? No; han vivido de cualquier manera, han dejado que el desorden se instale en ellos, y cuando están deformados o incluso arruinados, ¡se creen capaces de educar a sus hijos!

Que estos niños reciban el ejemplo de su comportamiento deplorable influirá muy negativamente en su psiquismo e incluso en su salud, pero eso no parece tener importancia. . . Cuántas personas se casan porque solos se aburren, y luego, cuando tienen hijos, se encuentran con dificultades inexplicables.

Antes de querer educar a los demás, ocupaos de educaros a vosotros mismos, de lo contrario actuáis como aquél que quiere limpiar una pequeña mancha en el rostro de alguien con las manos negras de carbón: no hacéis otra cosa que ensuciarlo todavía más. Todos los que quieren ocuparse de iluminar a los demás sin estar ellos mismos preparados, no pueden hacer más que perturbarlos.

Dejad pues a los hombres tranquilos y pensad sólo en mejoraros vosotros.

¿Por qué perder el tiempo lamentándose de las imperfecciones de la humanidad? No os ocupéis de ellas, ocupaos de perfeccionaros; no tendréis entonces tantas preocupaciones, no os carcomeréis y así aceleraréis vuestra evolución, puesto que os concentraréis en vuestro perfeccionamiento.

Creedme, dejad a los demás hacer lo que quieran y trabajad sobre vosotros mismos. Vosotros sois los que debéis avanzar, los que debéis dar ejemplo.

No conseguiréis que los hombres sean juiciosos, aunque les lancéis espléndidos discursos, pero si vosotros mismos sois un ejemplo, os seguirán a pesar suyo. Por eso, en lugar de esperar a que haya armonía en vuestra familia, en vuestro entorno, en vuestro lugar de trabajo y de quejaros de que no existe, empezad realizándola dentro de vosotros. Cuando los demás perciban lo mucho que habéis cambiado, se verán obligados a transformarse también, pues esto es contagioso, mágico: un ser que emprende sinceramente un trabajo sobre sí mismo, libera fuerzas que obligan a las personas que le rodean a hacer otro tanto.

Tenéis que conocer la naturaleza humana, saber cómo es, sin preocuparos demasiado si os inspira sentimientos negativos. Pues existen correspondencias entre aquello en lo que nos ocupamos y los estados en que nos encontraremos. Si os dejáis llevar por sentimientos negativos hacia los demás, no os extrañéis si después os sentís indispuestos: no tiene nada de extraordinario. Para no sentiros nunca desquiciados, confusos, desalentados, debéis contar únicamente con vuestro trabajo interior.

EL SOL, MODELO DE PERFECCIÓN

Si tenéis un amigo por el que sentís mucho respeto y admiración, visitándolo a menudo recibís, sin saberlo, parte de sus cualidades o de sus defectos. Es una ley, acabamos siempre por parecernos a los seres y a las cosas que amamos y admiramos.

De la misma manera, si os acostumbráis a mirar cada día al sol maravillándoos de su generosidad, de su poder, de toda esa vida que surge de él, sentís que poco a poco se producen en vosotros transformaciones, como si recibierais algo de su luz, de su calor y de su vida. El sol es la imagen de la perfección, y si lo tomáis por modelo, si pensáis, como él, en ser luminosos, cálidos y vivificantes, verdaderamente os transformaréis. Evidentemente no alcanzaréis la luz, el calor y la vida en el mismo grado que el sol, pero el solo deseo de adquirirlos ya os protegerá en las regiones celestiales, y podréis hacer verdaderas maravillas.

Para ejercer una influencia benéfica sobre los hombres, debéis conectaros cada día con el sol para recibir de él nuevas partículas que comunicaréis a vuestro alrededor. El sol es el único que puede darnos lo que necesitamos para ayudar y amar a los hombres. Mientras no os concentréis en este modelo de calor y de luz, os dejaréis llevar por manifestaciones inferiores. Mirad lo que pasa en el mundo: no vemos más que a personas que quieren aprovecharse de los demás, esclavizarlos, aplastarlos, ¡lo cual no es precisamente maravilloso! Mientras que en el sol tenéis la imagen de un ser radiante, generoso, que os influye favorablemente. Aún admitiendo que no sea una criatura inteligente y razonable en el sentido que nosotros lo entendemos, el contacto con su calor y con su luz no puede sino inspirarnos sentimientos fraternales con respecto a los demás: la generosidad, la bondad, la paciencia.

Entonces, tomad al sol por modelo. En el transcurso del día, vigilaos, analizaos, preguntándoos: « ¿Estoy irradiando y propagando la luz? ¿Reanimo y dilato el corazón de las criaturas? ¿Les aporto la vida? » Sí, en cada momento del día, haceros esta pregunta, pues ahí está la clave de vuestro perfeccionamiento .

EL SECRETO DE LA VERDADERA PSICOLOGIA

Si a las personas les falta tanta psicología es porque están siempre demasiado preocupadas por ellas mismas. Están cegados por el velo de su naturaleza inferior que les impide distinguir lo que ocurre en la cabeza o en el corazón de los demás. Aunque amen a un ser, ese velo les impide reconocerlo; también a veces se extrañan de las transformaciones que constatan de pronto en su mujer, su marido, sus hijos, sus amigos, transformaciones que no habían previsto, ni habían notado los detalles que las anunciaban.

Sólo aquél que ha dominado su naturaleza inferior y ha sido capaz de olvidar su propio interés, puede verdaderamente conocer y comprender a los demás.

Para conseguir traspasar los límites de vuestra conciencia individual, voy a daros un método.

Proyectaos con la imaginación muy alto para uniros al Ser que lo abarca todo, que sostiene en Sí mismo a todas las criaturas y que las alimenta.

Preguntaos cómo ve el futuro de la humanidad ,cuáles son sus proyectos para su evolución. Al intentar acercaros a este Ser inmensamente grande y luminoso, se realiza un trabajo inmenso en vuestra subconsciencia, vuestra conciencia y vuestra supra consciencia, y lo que vivís entonces en forma de sensaciones y experiencias es inexpresable. Debéis practicar este ejercicio hasta sentir que conseguís fundiros en este océano de luz que es Dios.

Cuando convirtáis esta práctica en una costumbre y apreciéis estos instantes de plenitud comulgando con los seres más elevados, podréis comenzar a descender en la conciencia de los hombres para aprender a conocerlos, para sentir sus necesidades, sus sufrimientos y de esta forma realizaréis un trabajo constructivo para toda la humanidad.

MAS ALLÁ DE LO QUE APARENTAS LOS SERES, BUSCAD SU ALMA Y SU ESPÍRITU

Aprended a considerar a los hombres y a las mujeres con un sentimiento sagrado, y detrás de sus vestidos, detrás de la forma de su cuerpo o de su cara, descubriréis su alma y su espíritu, ya que son hijos de Dios. Si sabéis deteneros en su alma y en su espíritu, todas las criaturas que habéis descuidado, abandonado y despreciado se os mostrarán extraordinariamente preciosas. El propio Cielo que las ha enviado a la Tierra con esos disfraces las considera tesoros, receptáculos de la Divinidad. Así pues. en las personas no debéis considerar tan sólo la apariencia física, la fortuna, la situación, la instrucción, sino el alma y el espíritu; de otro modo nunca conoceréis lo esencial. Os debéis decir a vosotros mismos que incluso los que se pasean aquí como mendigos o vagabundos son, en realidad, a los ojos de Dios que los ha creado, príncipes y princesas.

AMAD SIN DAÑAR A LOS DEMÁS

Cuándo améis a un ser, en lugar de agarraros a él egoístamente, pensad en unirle a la Fuente inagotable de la vida, a fin de que pueda beber y regenerarse sin cesar. Nada es más importante que saber amar. Si deseáis la felicidad y la expansión del ser que amáis, procurad no pensar tanto en vosotros, de lo contrario vais a arrastrarlo a las regiones inferiores de vuestros deseos y de vuestras codicias. El amor no consiste en atraer a un ser hacia sí, sino que, por el contrario, consiste en superarse, queriendo hacer algo grande por él, y nada hay más grande que unirlo a la Fuente.

Acercaos a la persona que amáis, miradla, tomadla en vuestros brazos y proyectadla hacia el Cielo, unidla a la Madre Divina o a Cristo, al Padre Celestial, al Espíritu Santo… y si no tenéis bastante intimidad con ella para tomarla en vuestros brazos, intentad unirla mediante el pensamiento con la Fuente de la luz, deseadle que comprenda la nueva vida, deseadle que encuentre una paz que nunca ha saboreado. Haced que vuestro amor contribuya siempre a la expansión de los seres que amáis.

AMAD SIN DAÑAROS

El amor es una fuerza que trabaja para que os volváis semejante al ser que amáis. Si amáis a un ser egoísta, vulgar, deshonesto, ruin, poco a poco sus debilidades se instalarán en vosotros y acabaréis por pareceros a él. Pero si os concentráis en el Señor, si le amáis con la conciencia de que El es la inmensidad, un océano de luz y de vida, poco a poco vuestra conciencia se ensancha, se ilumina y la vida divina empieza a circular en vosotros. Sabed, pues, a quién tenéis que amar. Podemos, ciertamente, amar a todas las personas, e incluso debemos amarlas. Pero para no absorber sus debilidades, primero tenemos que amar al Señor. El que ama al Señor puede amar a quienquiera que sea, y no correrá ningún riesgo; el amor divino le fortalecerá y le mantendrá alejado de los peligros.

Cuando alguien se tira al agua para salvar a un hombre que se está ahogando, le da sus pies para que se agarre a ellos, pero si éste quiere agarrarle los brazos, tiene la obligación de golpearle para que pierda el conocimiento: sólo así puede salvarlo, de lo contrario se ahoga con él. De la misma forma, también debéis guardar vuestros brazos para Dios y abandonar vuestros pies a los hombres. No les deis todo vuestro amor, de lo contrario os perderéis con ellos y cuántos aman a cualquier persona, de cualquier manera, en cualquier momento, y luego afirman que el amor trae todas las desgracias! ¡No, nunca!

Es su ignorancia sobre el tema del amor lo que trae desgracias, no el propio amor, pues el amor es Dios, y Dios no puede traer ningún mal. Ante todo tenemos que amar a Dios e impregnarnos de sus vibraciones, luego podremos amar y ayudar a los demás sin peligro. Puesto que estáis unidos a la Fuente, podéis dar vuestras fuerzas sin debilitaros, pues el agua se renueva en vosotros sin cesar pero si cortáis este vínculo, como vuestras reservas no son eternas, pronto os agotaréis.

YENDO A ENRIQUECERNOS JUNTO A DIOS PODEMOS AYUDAD A LAS CRIATURAS

Nunca abandonéis al Cielo por cualquier cosa, ni por un niño, ni por una mujer, ni por un marido, pues solamente permaneciendo unido al Cielo podréis beneficiarles. Diréis: «Pero, ¿qué hay de malo en consagrar el tiempo al trabajo, a la mujer, a los hijos, a los amigos? » Ninguno, evidentemente, está muy bien comportarse como un ser cumplidor de su deber, aplicado, concienzudo. Pero no hasta el punto de abandonar al Cielo. El sentimentalismo, el cariño ciego no os conducirán a ninguna parte.

¿Cómo actúa en caso de necesidad un padre que ama verdaderamente a su familia? Tiene el valor de abandonarla algún tiempo para ir al extranjero a ganar dinero. Mientras que aquél que no posee el mismo amor, no tiene el valor de marcharse. Ved pues que, aparentemente, el primero ha abandonado a su familia, pero fue para ayudarla: se marchó al extranjero a ganar dinero, y cuando vuelve, todos están felices. Mientras que aquél que no ha querido dejar a su familia, la sume en la pobreza, empobreciéndose él también.

Ahora reflexionemos. El que ama verdaderamente a su marido o a su mujer, a sus niños, a sus amigos, los abandona de vez en cuando para « ir al extranjero», es decir, al mundo divino donde atesorará riquezas. y cuando vuelva, distribuirá regalos para todos. Mientras que aquél que no comprende permanecerá junto a su familia; pero entonces ¿qué podrá darles? Poca cosa: sólo chapuzas, algunas cortezas enmohecidas que han quedado en los armarios. Y, ¿cuánto tiempo debemos quedarnos en el extranjero? Depende: quizás media hora, una hora, quizás un día. . . El único amor verdadero es aquél que aporta a los seres las riquezas del Cielo

LA CIRCULACIÓN DEL AMOR

No os preocupéis por saber si el ser al que amáis os ama también. ¿Por qué? Porque el amor circula, pasa de uno a otro: lo recibimos y debemos darlo.

Lo que dais al ser que amáis, lo da a su vez a aquél que ama, y así se forma una cadena, una corriente que sale de vosotros, y que de nuevo vuelve a vosotros a través de millares de seres.

Para comprender bien esta idea, basta imaginar que todos somos los alpinistas de una misma cordada. Es preciso que cada uno avance y que la cuerda esté tensa. Si decís al que va delante vuestro: «Te amo, vuélvete, mírame», dificultáis la marcha de toda la columna. Volverse para ir hacia el otro es retroceder, es aflojar la cuerda, es impedir a los que van delante que continúen subiendo, y a los que van detrás que sigan su marcha. Cada uno debe marchar en un sentido único, el sentido del desplazamiento de toda la cadena. No podemos detenernos para mirarnos y hablarnos, debemos siempre subir sin descanso, sin desfallecer, hasta la cima.

EL AMOR LLEVA EN SI MISMO SU RECOMPENSA

Nuestro corazón debe estar lleno de amor hacia los hombres porque son nuestros hermanos. Debemos pensar en ellos y ayudarles sin esperar la menor recompensa, porque en realidad ya hemos sido recompensados: esta dilatación interior, este calor que nos colma cuando amamos, es la mayor recompensa. No hay nada más grande en la vida.

Esperáis ser recompensados por lo que habéis hecho, y esto revela que comprendéis mal las cosas. El que ha comprendido el secreto del amor no espera nada: da gratuitamente, y puesto que vive continuamente en la plenitud y en la dicha, resplandece, ganando la confianza de cantidad de amigos.

¿Dónde encontraréis mayor recompensa que ésta?

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.