UN REDOBLE DE TAMBOR PARA ANTONIO RUESCAS, QUE SE MARCHÓ…

Un redoble de tambor para Antonio Ruescas, que se marchó…



José Antonio Iniesta

Ahora sé, con una certeza absoluta, que esta Semana Santa no se escuchará tu voz desde el prodigio de la radio, que lleva la onda como un milagro hasta los oídos de cualquier parte, ni se asomará por la ventana de la prensa escrita esa vibración de la tinta que concede lo que se siente con el corazón y se remueve entre las tripas…

Tendremos más que nunca el gusto de repasar la vieja hemeroteca, recuperar el signo con cada página, para leer entre líneas lo que quizás no acertamos a comprender, para disfrutar de antiguas grabaciones soñando que todavía deambulas por el mundo de los vivos.

Pero eso que hemos perdido lo habremos ganado en un susurro, en el presentimiento de que nada muere, de que todo es eterno. Y adivinaremos tu resplandor invisible en una noche de Jueves Santo, imaginando cuánta alegría te produce ese sonoro estruendo escuchado desde la mejor de las atalayas.

Yo al menos creeré escuchar la crónica del día, el comentario en vivo y en directo, afinando el oído en una procesión, para oír con qué sano orgullo sigues pregonando el vocerío de tantos miles de tambores.

Hemos ganado sin duda un embajador en tierras tan lejanas como cercanas, un pregonero sin igual que deja la tarima, el micrófono y los apuntes, para convertirlos en nube, eco y luz allá arriba, donde el tiempo no existe, donde habrás de cantar, amigo y maestro Antonio, mil himnos a Hellín de una sola vez, donde redoblarás todos los tambores a una, donde escucharás nuestras voces y nuestros silencios en igual medida.

Por eso esta poesía, para que la pongas clavada con una chincheta de color arco iris en el reborde de una nube algodonosa:

Por aquello que siempre se quedó en el tintero,

este verso que como un redoble estremece el corazón por entero…

Sólo llena este vacío de perderte

el silencio que habrá de ocupar tu recuerdo.

Qué bien  ha de morirse aquel que deja un rastro de palmas y de olivos,

quien no cesó de luchar en la implacable pugna de la vida,

mostrando un rastro de palabras que conmueven el espíritu,

de ventanas abiertas por las que entran a golpe los dulces recuerdos.

No hay mejor legado que el de legar un pueblo,

el de ofrecer a niños pequeños y a grandes adultos un sueño.

Que por ello mi redoble y el de tantos otros te acompañen,

y resuenen entre las nubes hasta que tiemblen,

hasta que los ángeles brinquen de contentos

y sus alas se agiten de alegría pura, de estremecimiento.

Quizás ha de caer alguna pluma, muestra de una divina esencia,

que ha de ser de sus doradas alas,

aquella con la que ahora escribes tus memorias.

Porque allá donde es infinito el tiempo

te quedarán ganas y fuerzas para recoger un millón o más  de historias.

Redoblaremos por ti,

por todo lo que se quedó guardado en el silencio…

Y así será, buen amigo, que ahora lees, antes que ninguno, estas palabras que nunca han de reflejar como quisieran el juego de las preguntas y de las respuestas, el click-clack de una máquina de escribir que convertiste, a fuerza de golpearla, en latido y vibración del alma.

Cuántos recuerdos, cuántas nostalgias…

Porque nadie ha de negarte el descanso merecido, buen viaje…

Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.